Jueves, Enero 5, 2012 | Por Alberto Méndez Castelló
PUERTO PADRE, Cuba, enero (www.cubanet.org) – Dolor, ira, frustración,
expresaba el rostro de José el pasado 26 de diciembre, cuando conoció
que la posibilidad de convertirse en ciudadano español se había extinguido.
La Ley de Memoria Histórica, puesta en vigor por el gobierno español el
29 de diciembre de 2008, y que permitía a los nietos optar por la
ciudadanía de sus abuelos peninsulares, prescribió, luego de permanecer
vigente durante tres años.
José es un campesino de 55 años, nieto del primer matrimonio de un
español exiliado en Cuba, como consecuencia de la Guerra Civil Española,
y que como tantos otros, había mantenido una relación distante con la
familia fundada por el abuelo en segundas nupcias, y nula con la que
había dejado aquel en España.
Luego de mucho indagar, José conoció que sus tías y primos, los que
habían mantenido al margen a su padre y a él, se habían convertido en
ciudadanos españoles, gracias a la fe de bautismo de su abuelo, tenida
como buena por la embajada de España en La Habana, luego de autenticada
por el obispado de Astorga.
Pero esto vino a saberlo José a última hora, luego de haber chocado con
un valladar insalvable: en su inscripción de nacimiento el abuelo
aparecía como Alfonso, y no como Alonso, de quien él era nieto, y así
aparecía en todos sus documentos y en los de su padre, haciendo
imposible el trámite.
El caso de José no es único. Y si bien miles de cubanos nietos de
españoles han adoptado la ciudadanía de aquel país, por todo lo que
entraña para un cubano ser ciudadano europeo, otros miles, por
desconocimiento, y por encontronazos de convivencia familiar, como los
de José, han quedado fuera de los beneficios otorgados por la Ley de
Memoria Histórica del gobierno español.
El pasado 26 de diciembre, el vicecónsul honorario de España en la
ciudad de Camagüey, Pedro Valentín Cruz, comunicó a un nieto de español
escapado del fascismo y refugiado en Cuba, que pretendía optar por la
ciudadanía española, que ya no tenía ninguna posibilidad.
Mientras, en Madrid, una cubana residente en España, quien trataba de
ayudar a un coterráneo a través de la página web del Ministerio de
Asuntos Exteriores de España, recibía la misma respuesta: "Ya todas las
entrevistas están concertadas".
España tiene una deuda moral impagable con América, y especialmente con
los cubanos. No nos concedió la independencia cuando, obligada por las
circunstancias de la guerra, debió hacerlo.
La Ley de Memoria Histórica vino a compensar lo que sólo tiene un
nombre: genocidio, pero pretender cicatrizar las heridas de cuatro
siglos en sólo tres años, es un desvarío. "Recuerde que Diego Velázquez,
el primer gobernador español que tuvo Cuba, llegó a la Isla en 1511" –me
dijo un amigo historiador, a propósito de la prescripción de la ley que
posibilitaba a los cubanos reencontrarse con sus raíces españolas.
Debido al régimen que impera en la isla desde hace 53 años, el gobierno
norteamericano aplica a los cubanos una legislación conocida como Ley de
Ajuste Cubano, que permite a los nacionales que pisan suelo
estadounidense, tramitar la residencia en ese país al año y un día de su
llegada.
Ahora que Raúl Castro ha ratificado que los cubanos no pueden salir ni
entrar libremente de su país, cabe preguntarse si el gobierno español
comprenderá, como lo ha comprendido el de Estados Unidos, que los
ciudadanos de esta isla estamos urgidos de protección. Y para un cubano
contar con la ciudadanía española, lo ayuda de muchas formas.
El gobierno de España tiene la palabra ante tantos casos de cubanos con
raíces españolas, como las del campesino José, que se han quedado fuera
de su memoria histórica.
http://www.cubanet.org/articulos/tres-anos-no-compensan-cuatro-siglos/
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