El Vedado, La Habana (PD) En su discurso del pasado 23 de diciembre ante
la Asamblea Nacional del Poder Popular, el señor Presidente hizo un
paseo discursivo que incluyó el informe económico contradictorio y
misterioso presentado por el titular de Economía y Planificación, lleno
de por cientos y nada de números concretos sobre el saldo comercial
supuestamente positivo, donde la cifra de desempleados eufemísticamente
llamada "disminución de ocupados" brilla por su ausencia y un
crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) que no se ve en la olla del
cubano.
El Presidente de la República menciona que "los servicios gratuitos a la
población en materia de salud, educación, cultura y deportes, así como
la seguridad social, los subsidios a la canasta familiar normada y a
personas naturales con insuficiente solvencia para la adquisición de
materiales de la construcción", serán asegurados con racionalidad.
Se olvida que cualquier bien, servicio, recurso o como quiera
llamársele, que un ciudadano cubano reciba, no es por merced del
gobierno cubano ni del Partido Comunista -ya sé que son lo mismo. Todo
el dinero, las tierras, fábricas y demás recursos que constituyen el
patrimonio nacional, existen por el pueblo que es quien, a fin de
cuentas, los produce y hace producir. Los gobernantes y su burocracia
parásita y corrupta son simples servidores, empleados que deben velar
por el bienestar de la población y la correcta administración del erario
público, no dilapidarlo en caprichos egocéntricos (celebración de Juegos
Panamericanos), decisiones absurdas (exterminio de la industria
azucarera) o guerras megalomaníacas.
Nada es gratuito para el pueblo cubano, eso constituye una mentira más
entre tantas otras que conforman la mitología revolucionaria. Del
salario bruto del trabajador sale la jubilación, seguridad social,
maternidad, educación, salud pública, y hasta la agujereada canasta
familiar. Al fin, lo que recibe no le da ni para comprar un par de
zapatos, por lo que la solución es, aunque cause vergüenza decirlo,
robar de cualquier forma imaginable.
El discurso, por lo demás, mantiene la misma tónica de actualizar un
cadáver, mantener la unidad de la mayoría del pueblo en torno, ¿debajo?,
de un Partido y una Revolución que han servido para llegar a este
desastre, guiando a todos a ninguna parte. Justifica que los cubanos no
tengan derecho a entrar y salir libremente del país porque eso les sirve
a los americanos (¿?). Y en un alarde de incongruencia, insta a los
gobiernos europeos y norteamericano –no faltaba más-, a escuchar las
legítimas demandas de sus pueblos, consultar las medidas de ajuste y
tomar en cuenta la opinión pública, sin la brutal represión a que con
frecuencia someten a las manifestaciones. Ahí va el carterista que
grita: ¡Ataja!
Que doloroso para los Castro que al cabo de cincuenta y tres años de
fracasos, promesas incumplidas, errores, horrores y terrores, su
discurso da la razón a los llamados aliados internos y externos de los
Estados Unidos. En realidad, si estos tozudos escucharan la voz de la
disidencia, se darían cuenta que los problemas que enfrenta el país: se
les dice a gritos desde hace mucho tiempo. Los enemigos de Cuba son
ellos y los que se sientan a su mesa.
hildebrando.chaviano@yahoo.com
http://hchaviano5.blogspot.com
http://www.twitter.com/@hildebrandoch
*abogado y periodista independiente
http://primaveradigital.org/primavera/politica/54-politica/3070-de-que-hablo-el-presidente
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