Martes, Marzo 27, 2012 | Por Lucas Garve
LA HABANA, Cuba, marzo, www.cubanet.org -El arribo del Papa Benedicto
XVI a la distancia de catorce años de la visita de Juan Pablo II
despierta polémicas, en medio de una atmósfera social, en esta esta
primavera de 2012, muy diferente a la de 1998.
El chofer de un taxi de turismo de la compañía estatal Cubataxi me dijo
el domingo por la tarde: "Que ganas tengo de que el Papa venga y se
vaya; no me dejan dormir con el cuento de la seguridad".
¿Y qué tiene que ver un humilde taxista con la seguridad del Papa?, se
preguntará usted como yo lo hice. Simplemente que los taxistas
transportan pasajeros y sus pertenencias y la empresa ha ordenado a los
choferes que deben de estar alertas y denunciar cualquier movimiento o
carga sospechosa.
"Este Papa lo que ha traído antes de llegar es un montón de policías por
toda La Habana. Oye, si parece que estamos en guerra. Lo que el Papa
debería traer son algunos euros para cada uno de nosotros. Por lo menos
el otro Papa que estuvo aquí nos dejó la Navidad, pero vamos a ver lo
que nos deja este", aseveró un negro joven antes de bajarse de la guagua.
No sin razón, porque cuando me bajé yo del ómnibus, en un lugar conocido
como La Palma, pude contar veintidós policías en las cercanías del cruce
de las dos vías que conducen hacia el sur y el sureste.
Desde la semana pasada, aparecieron allí letreros con mensajes
antigubernamentales, y otros en contra de la visita papal en distintos
lugares de la ciudad, a lo cual se une un marcado desinterés de la
población por la misa de este miércoles.
"Tú sabes lo que es levantarme de madrugada para venir para mi trabajo,
yo que vivo en Alamar (una especie de ciudad-dormitorio en un suburbio
al este del centro de la capital). Ahora dime tú cuál guagua va pasar a
esa hora, porque tengo que estar en el trabajo antes de las cinco de la
mañana y todo por el cuento de que nosotros los militantes (del Partido
Comunista de Cuba, único permitido en el país) debemos de estar listos
para ir a la Plaza a oír la misa del Papa", le decía una mujer a otra en
la parada de ómnibus cercana a mi casa el sábado.
Comentario que reafirma lo dicho por varios opositores destacados en el
sentido que la presencia de los habaneros en la misa de este miércoles
28 en la Plaza de la Revolución no será de manera espontánea, como lo
fue en el 98.
Se conoce desde hace muchos días de la medida orientada que los
militantes del Partido Comunista serían movilizados masivamente por sus
centros de trabajo para contribuir a impedir cualquier posible
manifestación antigubernamental en el lugar durante la misa papal.
Cuando el anterior Papa estuvo en Cuba, la población tenía esperanzas de
que algo cambiaría y la recomendación de "No tengáis miedo", del
fallecido pontífice marcó un antes y un después para cientos de miles de
creyentes y no creyentes, así como para la Iglesia católica cubana.
A esta hora además, la posición de connivencia con el gobierno por
parte de la jerarquía católica cubana no es bien vista por muchos
sectores de la población, a diferencia de 1998, cuando la Iglesia no se
había mostrado tan ligada al régimen como sucede en el presente.
Cada parte tiene diferentes motivaciones en esta suerte de concordato
entre la jerarquía católica cubana y el gobierno: la Iglesia busca ganar
espacios públicos e influencia en la sociedad, mientras el gobierno
busca la legitimidad de los cambios socio-económicos cosméticos que está
tratando de implementar para extender su permanencia en el poder.
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