Jueves, Marzo 29, 2012 | Por Frank Correa
LA HABANA, Cuba, marzo, www.cubanet.org -De nuevo el pez león es
noticia en la prensa oficial, la cual comenzó a alertar a la población
sobre el peligro de sus venenosas espinas, que les han creado problemas
a más de un bañista y pescador en el litoral habanero.
Continúa siendo un enigma cómo esta especie, oriunda del océano Índico,
llegó a nuestras costas y se adaptó al habitat del Caribe. El año pasado
fue referencia por primera vez en los periódicos y en el noticiero de
la televisión nacional, cuando se mostraron ejemplares en peceras para
que la población pudiese reconocerlos.
Se explicó que no atacaba, sino que solo se defiende cuando lo pisotean,
estirando sus espinas como púas. Su veneno causa fiebres y náuseas,
que hay que combatir con medicinas.
Los científicos, en el año 2011, descubrieron que el pez león se
alimentaba de todo ser vivo de la fauna marina. Pero un depredador
mayor, el "hombre con hambre", que además no cree en su veneno, ni en
sus pinchos, arremetió contra él, en el pasado año, y casi lo extermina.
Los ejemplares grandes fueron enganchados con palangres, y los
medianos, sacados a cordel desde las embarcaciones rústicas, construidas
con corchos, que salen al mar todos los días para dar sustento a muchas
familias. La carne del pez león se comenzó a vender, camuflada entre
los filetes de pargos y rabirrubias. Su sabor se consideró exquisito. Y
además, corrió el rumor de que era muy proteico. Ni siquiera los
alevines salieron ilesos. Fueron capturados por los muchachos, con
jamos, para ser utilizados con fines decorativos.
Los peces leones que sobrevivieron a la depredación de 2011, tuvieron
que replegarse durante el invierno en los cabezos del canto del veril,
en un esfuerzo para recuperarse de la embestida y salvar la especie.
Un misterio para los estudiosos del Acuario Nacional lo constituye su
perfecta adaptación a estas aguas cálidas, porque, con la llegada de la
primavera, otra vez han aparecido entre las piedras de la orilla, en
número creciente, con sus colores amarillos característicos y sus
listas negras, causándoles pavor a los bañistas.
En la prensa oficial han vuelto a alertar sobre su peligro, pero, en
Jaimanitas, un pueblo costero de La Habana, ya los pescadores
comenzaron a encerar sus avíos y a preparar sus mallas para la inminente
corrida del pez león, que, por lo que parece, entrará a engrosar la
tradición pesquera del pueblo, junto al pargo sanjuanero y la corrida de
la aguja.
La peculiar manera de limpiar el pez león con eficacia, para
aprovecharlo mejor, es otra ingeniosidad digna de patentarse de los
pescadores de Jaimanitas, quienes utilizan guantes con tejidos de acero
para manipularlos, y, con una pinza de corte, cercenan las espinas.
Luego, extraen dos filetes de ambos lados del pez, y botan el espinazo,
que contiene un arsenal adicional de púas.
Un vecino de Jaimanitas, llamado Ñico, al que le gusta el pescado más
que a nadie en el mundo, y siempre espera en la orilla a que atraquen
los corchos para comprar de la primera limpia, dice que el verdadero
dolor que causa el pez león no está en el veneno de sus espinas, sino en
los 50 pesos (2 dólares) en los que ya se cotiza la libra.
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