miércoles, 30 de diciembre de 2009

De las malas compañías

De las malas compañías
Víctor Llano

Es lo que tienen los castristas. Sed de sangre y hambre de destrucción.
Y le consta a Zapatero. Lo que todavía no sabemos es por qué les teme
hasta el extremo de servirles.

El Gobierno español insiste en simular que confía en lo que le consta
falso. Según Moratinos, "en sus contactos con la dictadura cubana, y en
particular con el presidente, Raúl Castro, ha constatado 'voluntad de
reformas' y de hecho, dijo, éstas ya se están produciendo y el Gobierno
español desea 'acompañarlas'". No se puede mentir más con menos
palabras. Lo único que acompaña, protagoniza y custodia Zapatero en Cuba
es la traición a las víctimas de la barbarie comunista. ¿Por qué una y
otra vez vuelven con la misma patraña? Bernardino León –mucho más
inteligente que el ministro– tendría que aconsejarle a su jefe un poco
más de prudencia. Nadie sabe por qué en el momento en que se le acerca
un micrófono corre a defender lo indefendible. Sus socios no se lo
pueden dejar más claro. ¿Qué necesidad tiene Moratinos de insistir en
que ve lo que no existe?

Sus amigos –puede que algún día entendamos por qué lo son– no cambiarán.
Ni respetarán los Derechos Humanos ni permitirán que se les pida que los
respeten. No obstante –ya le vale– a juicio de Moratinos en Cuba se han
producido "modificaciones sustantivas". Y es cierto. Les consta a los
cubanos. Algo ha cambiado en Isla Cárcel gracias a la política del
Gobierno español. Se multiplicó la represión y las víctimas se sienten
un poco más solas y mucho más débiles. Sus carceleros más acompañados y
más protegidos. También hoy, gracias al diálogo y a las esperanzas que
el Gobierno español les ofrece, los hermanos Castro han podido comprobar
una vez más que mientras vivan siempre encontrarán a una decena de
desalmados dispuestos a simular que confían en sus buenas intenciones.
De nada nos servirá recordar a Zapatero y a sus ministros que sus socios
en Cuba no son más que terroristas de la peor especie.
Confiemos en que al menos los estadounidenses no olviden lo que quería
hacer Guevara en Nueva York. Ahí quedan las palabras de un asesino en
serie: "Si los misiles hubiesen permanecido en Cuba, nosotros los
habríamos usado contra el propio corazón de los Estados Unidos,
incluyendo la ciudad de Nueva York". Es lo que tienen los castristas.
Sed de sangre y hambre de destrucción. Y le consta a Zapatero. Lo que
todavía no sabemos es por qué les teme hasta el extremo de servirles.

Víctor Llano - De las malas compañías - Libertad Digital (28 December 2009)
http://www.libertaddigital.com/opinion/victor-llano/de-las-malas-companias-52540/

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