lunes, 15 de marzo de 2010

Cuánto vale el cuerpo de un preso político?

¿Cuánto vale el cuerpo de un preso político?
Lunes 15 de Marzo de 2010 09:45 Jossiana Arroyo, Austin

¿Cuánto vale el cuerpo de un preso? ¿De un preso político? ¿De un preso
político negro? Todas estas preguntas me golpean la cabeza mientras
trato de darle sentido a la imagen que me saca del estupor del sueño a
las 6 de la mañana. El cuerpo del periodista, disidente, intelectual
Guillermo Fariñas en brazos de un paramédico, ayudante, amigo… al fin no
me entero, porque no leo la noticia.

La imagen se me queda en la mente, desde La Pietá hasta los cuerpos en
Auschwitz, todo se mezcla para completar y al mismo tiempo negar el
cuerpo individual de Fariñas. "Todo preso es un preso político",
argumentan Angela Davis y Joy James en sus trabajos críticos sobre el
complejo corporativo federal de prisiones estadounidenses, que se
caracteriza por mantener en las cárceles más presos negros y latinos que
de otra raza.

La prisión política cubana es una realidad en la historia de la isla
desde que los gobernantes recibían poderes omnímodos de España hasta las
dictaduras de la era republicana. No es un fenómeno nuevo. Tampoco el
fenómeno del prisionero político negro —malagradecido del sistema,
disidente dos veces por negar lo que el estado le ofrece y por
consiguiente, doblemente criminal. Antúnez, en Boitel Vive, señala esta
disyuntiva cuando afirma que si "ser preso político en Cuba es un estado
de negación, ser un prisionero negro es la muerte".

Las jerarquías de la prisión cubana colocan a los presos políticos —dice
Alejo Carpentier en Ecue-Yamba-Ó— en el lugar de la escoria, en el lugar
de la muerte. Menegildo, el negro preso y protagonista de Carpentier,
siente alivio porque no está en esa categoría, aunque ya sabe que como
hombre negro la ley lo marcó como un criminal, lo bautizó de nuevo y lo
hizo individuo, dígase, ciudadano por primera vez. Es así como toda
muerte civil, aquella que ya sufre el preso, pasa a convertirse en otra
muerte aún más profunda para el preso político.

Joan Dayan afirma en sus lecturas sobre el Código Negro francés del
siglo XVIII, que nuestra prisión contemporánea en su orden político y
disciplinario es un modo contemporáneo de esclavitud. Me pregunto
entonces, si el poder de los cuerpos de Antúnez, Orlando Zapata y
Fariñas se coloca en esta disyuntiva que aún persigue a los cuerpos
negros en las Américas.

Me pregunto si hoy, con la muerte de estos luchadores de conciencia
política, estamos volviendo de nuevo a ese legado que los esclavos
marcaron con la cifra muerte-libertad, en contra de un sistema de
opresión económico, deshumanizante y naturalizado. Si es así, parecería
cierto entonces que el modo más efectivo de luchar contra la opresión de
un sistema es matar el cuerpo, llevándolo a otro lugar más allá del mar.

http://www.diariodecuba.net/opinion/58-opinion/703-icuanto-vale-el-cuerpo-de-un-preso-politico.html

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