Inmobiliarias, corredores y otras aves de rapiña
ALICIA FERNÁNDEZ | La Habana | 29 Oct 2015 - 11:35 am.
En medio del caos, los oportunismos y las frustraciones, el recién
nacido mercado inmobiliario cubano ha empezado a caminar.
Uno de los oficios emergentes por cuenta propia que más auge ha
alcanzado en La Habana durante los últimos dos años es el de gestor de
compraventa de inmuebles, ya sea formando filas dentro de las
inmobiliarias, ya ocupando un sitio dentro del conglomerado del Paseo
del Prado (donde suele citarse los fines de semana decenas de personas
interesadas en vender y/o comprar una vivienda) o como agente que
trabaja de forma independiente.
Entre las inmobiliarias que han surgido en Cuba están: Havana-Houses,
fundada tempranamente en 2013 y sita en Prado 108; la glamurosa Por El
Techo, ubicada en Paseo 57; La Isla, con dos sedes, una en Zapata
esquina a 24, Nuevo Vedado, y la otra en Mayía Rodríguez, 10 de Octubre;
La Llave, situada en Obispo 463, Habana Vieja; Point2Cuba, en calle 20,
Miramar, Playa, entre otras. Y siguen apareciendo.
Hablemos de las facilidades que ofrece una inmobiliaria: un trato muy
formal y listas organizadas de ofertas de ventas. Si eres vendedor, te
arreglan un contrato (donde dejas tus datos y el precio ya fijado del
inmueble a vender); si eres potencial comprador, te organizan las citas
con el propietario (según el tipo de comprador que seas pueden llevarte
en carro a la vivienda de tu interés). La inmobiliaria se ocupa, además,
de todo el papeleo, abogados mediante. Solamente hay que estampar la
firma, y todo arreglado.
Hablemos de los inconvenientes: los compradores solo pueden visitar la
casa de su interés acompañado por la persona designada por la
inmobiliaria. Dicen ellos que para proteger la privacidad de los
clientes. Sin embargo, no hay duda de que también están protegiendo sus
propios intereses, que suman un jugoso 5% de la venta del inmueble
(algunos gestores para ser "considerados" pueden bajarlo a un 3%).
Esto último viene siendo la clave. El que vende es quien paga la
comisión. Aplicando una matemática básica: el 5% de 5.000 o de 10.000
CUC no es mucho, pero el 5% de 80.000 ó 100.000 CUC ya es una buena
tajada. Es este detalle uno de los más críticos del nuevo fenómeno
inmobiliario en Cuba, ya que la gente de a pie, la que quiere comprar
algo barato y la que por lo general no tiene nada muy caro para vender,
prácticamente no tiene cabida en el negocio.
Un 5% o 3% de 9.000 CUC no significa nada para la inmobiliaria, pero
para el vendedor puede representar bastante. La escasa flexibilidad de
las inmobiliarias con respecto a este punto, la experiencia casi nula de
estos nuevos negociantes con respecto a estrategias de mercado (que
comienzan por hacer estudios para después diseñar una inteligente y
productiva estrategia), ocasiona que se excluya la gran franja de
personas que manejan menos capital.
Por hacer la prueba, en una de estas empresas manifesté mi deseo de
comprar un apartamento pequeño sobre los 7.000 CUC. Al escuchar la
cifra, inmediatamente decayó el interés del gestor que me atendía. "Casi
no tenemos nada en ese precio", me dijo. Luego mencioné que tenía una
amistad que buscaba vender una casa de dos plantas y cuatro cuartos en
Nuevo Vedado. Ahí sí que aparecieron las sonrisas y las preguntas, con
tarjeta promocional incluida. "¿Dónde es?", preguntó. "Puedes decirle
que venga por aquí", etc. Para eso sí que tenían potenciales compradores.
¿Y los "potenciales compradores" que tienen menos de 10.000 CUC en la mano?
Las personas de bajo presupuesto, las que no tienen casonas en Miramar,
Nuevo Vedado, Vedado, Santa Fe, El Náutico, Siboney, es decir, la
mayoría de los habitantes de La Habana, tienen que negociar por sí
mismas poniendo sus anuncios en Revolico, Porlalivre o Cubísima. O
mediante la otra especie de gestores de compraventa, los popularmente
llamados "corredores", los que van disciplinadamente a Prado con sus
carteles de cartón o sus libreticas para hacer más o menos lo mismo que
las inmobiliarias: te acompañan a las viviendas en venta, te cobran un
impuesto que varía en dependencia de la ambición del corredor (en muchas
ocasiones este impuesto se adiciona al precio de venta), pero que, al
contrario de la inmobiliarias, tienen muchas ofertas de bajo calibre,
precios que empiezan en 3.000 CUC.
Estos picarescos personajes pueden saber más sobre el valor real de los
inmuebles que las propias inmobiliarias. Saben lo que se está vendiendo
en todos los municipios. En la calle han ido acumulando experiencia
suficiente como para evaluar con precisión las ofertas. Y con este
conocimiento, a menudo son ellos quienes inflan hiperbólicamente los
precios en pos de mejores comisiones.
Hace un tiempo, la gente perseguía en los agromercados a unos muchachos
que distribuían un volante llamado El Papelito. Contenía ofertas
relativamente baratas de vivienda y llegaba a todos los municipios.
Ahora El Papelito es un sitio web más donde publicar anuncios de
compraventa. Pero mientras duró funcionaba como sólida estrategia
promocional: le hacía llegar a la gente que no tenía acceso a internet
(la gran mayoría de la población), que no quería involucrarse con los
corredores ni podía darse el lujo de contratar los servicios de una
inmobiliaria, la vía expresa para informarse o dar a conocer sus
intereses de compra o venta. Nadie mediando, solo un "papelito".
En medio de todo este revoloteo de rapiña están las personas que tienen
un inmueble en las manos, y su confusión aporta sobremanera a todo el
desorden y la piratería. Lo mismo te encuentras un apartamento de un
cuarto en 30.000 CUC en la calle Tulipán, que un apartamento similar dos
cuadras más abajo por Ayestarán a la mitad de precio. Y si te mueves más
arriba de Boyeros y Tulipán te lo puedes encontrar a 20.000 CUC. Solo en
un kilómetro a la redonda.
Porque el valor real no es el valor que la persona tiene en su mente.
Las personas otorgan un valor simbólico a lo que tienen, que guarda
estrecha relación con lo que les ha costado obtenerlo (sacrificio,
esfuerzo, tristeza, tormentos). Cada propietario tasa y coloca un precio
según lo invertido, no solo material sino también emocionalmente.
Se sabe que uno de los principales motivos del alto porcentaje de
divorcios en Cuba se debe al factor vivienda-convivencia. Parejas que
conviven con suegros, tíos, abuelos… Distintas generaciones en la misma
casa o apartamento. Y el "problema de la vivienda" no solo ha separado
matrimonios, sino a familias enteras, hermanos, primos, madre, hija,
nietos… Sin duda, esto influye decisivamente en cómo se está moviendo
hoy el precio de los inmuebles.
Así, en medio del caos, los oportunismos y las frustraciones acumuladas,
el recién nacido mercado inmobiliario cubano ha empezado a caminar.
Entre tanto, sigue rodando en la calle el rumor de que el camino es de
doble vía, y que de un momento a otro el Estado puede convertirse en el
único y omnipotente mediador en el negocio de compraventa de viviendas.
Hay quien me comenta que dicha ley ya está aprobada, solo que permanece
a la espera, "dormida". Mientras que otros, abogados entre ellos, me
aseguran que hasta la fecha ninguna regulación vigente puede hacer temer
una marcha atrás. Habrá que ver.
Han sido demasiado años de "permutas" y dinero bajo la manga.
Source: Inmobiliarias, corredores y otras aves de rapiña | Diario de
Cuba - http://www.diariodecuba.com/cuba/1445995836_17764.html
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