viernes, 30 de octubre de 2015

Juan Manuel Cao, Cuba y el oficio del impertinente

Juan Manuel Cao, Cuba y el oficio del impertinente
El presentador de El Espejo en AméricaTevé, habla sobre estremecedoras
escenas cubanas; su visión sobre el ejercicio de periodismo y su
compromiso con la verdad.
Armando de Armas / martinoticias.com
octubre 29, 2015

"Una madre en Cancún meciendo en los brazos el cadáver de su pequeña
hija tras un infortunado escape por mar. Le hablaba como si estuviera
viva, negada rotundamente a la evidencia", es lo primero que responde el
periodista y escritor Juan Manuel Cao ante la pregunta con la que inicio
esta entrevista, motivada por la presentación de su libro El
impertinente (Ed. Planeta, 2015), en la Feria Internacional del Libro de
Miami, acerca de cuáles escenas del drama y desastre cubano le han
impactado más hondamente en su accionar de periodista.

El periodista continúa con la desesperanzada descripción de un niño de
nueve años que llegó remando solo a Bahamas, y en el piso del bote, ya
inconsciente, traía a la madre moribunda: "Raisa Teresa Santana tenía 28
años y cuando la vi agonizando en el hospitalito de Nassau, me dio la
impresión de que dormía, pero el médico me aclaró que había tomado
demasiada agua salada y su cerebro estaba irremediablemente inflamado.
El agua potable la reservó para salvar a su hijo. La reportera Ana
Cuervo y el gerente José Cancela, movieron cielo y tierra para traerla a
Miami. Murió en el Jackson Memorial".

"Dos matrimonios de médicos con sus respectivos hijos enterrados en una
tumba común de Chetumal, tras un naufragio nocturno cuando estaban a
punto de tocar tierra... En general, la enorme tragedia de los balseros
a mediados de los años 90. Una crisis humanitaria que en estos momentos
abre un nuevo y dramático capítulo con miles de cubanos atravesando el
continente desde Ecuador, desafiando mafias, selvas, robando espacio a
la ruta de los narcos, víctimas de la codicia de los coyotes y la
corrupción de las autoridades. Se ha documentado casos de tumbas de
cubanos sin nombres en ese amargo camino, de violaciones, asaltos y
secuestros. Se trata de un negocio descarado que involucra millones de
dólares y que se inicia en la misma Habana. Ante esta evidencia de
tráfico humano organizado, las autoridades norteamericanas, que son las
receptoras de esas personas, han decidido hacerse sordas, ciegas y
mudas. Es más: han sacado a Cuba de la lista de países que trafican con
seres humanos. Inconcebible".

No es usual entrevistar a periodistas pero, en el caso de Cao, el
ejercicio de la profesión lo ha llevado a veces, sin procurarlo, a ser
el protagonista de la noticia.

La publicación de El impertinente, su libro de crónicas, de garra y
ritmo acelerado, es una de esas ocasiones. El texto se lee casi como una
novela de aventuras, a veces desastradas y dolorosas como todo lo que
deviene del drama de esa isla de la que el autor escapó en 1986, tras
padecer cárcel y tortura por atreverse a disentir en medio del rebaño
aquiescente que es toda sociedad bajo la égida del comunismo y a ser, en
definitiva, un impertinente.

¿Le gusta el papel de impertinente?

Para nada. Prefiero ser amigable. Pero los dueños del poder (de los
diferentes poderes) nos quieren tratar como si fuéramos tontos. Quieren
una prensa a su servicio y no al servicio del público. Pero el verdadero
periodismo tiene que tener algo de impertinencia. Es incomodo, pero hay
que estar dispuesto a hacer justo aquella pregunta que tu interlocutor
no quiere que le formulen. Si no estás preparado para digerir de vez en
cuando ese trago amargo, dedícate a las relaciones públicas. Por
supuesto, uno también escoge sus batallas. No todo el mundo vale la
pena. Aunque a veces las batallas lo escogen a uno. En esa incapacidad
de predecir los hechos radica la gran aventura del periodismo.

¿Por qué cada vez más hay menos impertinencia en el periodismo o, peor,
una cierta impertinencia de postín, políticamente correcta, que al mismo
tiempo puede, por ejemplo, criticar acerbamente las condiciones
laborales a que serían sometidos los obreros agrícolas por parte de los
empresarios en suelo estadounidense y ser a la vez entusiasta con la
posibilidad de las inversiones de esos mismos empresarios en suelo
cubano, donde los obreros no gozan no ya de derechos sindicales sino
políticos o de cualquier índole?

El problema es que no existen periodistas puros. Eso es una falacia.
Cada uno llega a la profesión con su respectiva carga ideológica. Cada
uno trae su pasado, sus lecturas (o la falta de ellas) sus juicios y sus
prejuicios. La imparcialidad es un mito. Prefiero ser justo a ser
imparcial. ¿Cuál es la mejor manera de ser justo? Contar la verdad.
¿Quién determina la verdad? Los hechos.

Sucede que muchos periodistas se autocensuran. Reconozco que es agotador
nadar contracorriente, pero la autocensura es tan castrante como la censura.

Cao, que ha publicado anteriormente la novela Te juro que soy culpable
(Ed. Planeta, 2014), es una destacada personalidad de la radio y la
televisión en español en Estados Unidos, ha sido merecedor de tres
premios Emmy, ha recorrido medio mundo como reportero en disímiles
escenarios. Es, además, percibido como alguien que ha cuestionado esa
parte del poder, el poder de las izquierdas latinoamericanas comandadas
por el castrismo, con la que muchos periodistas, escritores y artistas
suelen ser aquiescentes cuando no cómplices.

De los personajes de poder que entrevistó, ¿cuál le impacto más y en qué
sentido?

Ninguno. Siempre he tenido problemas entrevistando a los personajes del
poder. Al final todos han sacado su lado altanero, su sesgo manipulador,
su disposición a mentir, su verdadera catadura. Fidel Castro es el
ejemplo extremo de estos rasgos: siempre dispuesto al insulto, a la
descalificación personal, a la difamación, un hombre sin el menor pudor
público. Pero Rafael Correa no se queda atrás, ni el difunto Chávez, ni
Daniel Ortega.

Volvamos al pasado, a Argentina, a ese momento en que lanza la pregunta
a Fidel Castro de por qué no libera a la doctora Hilda Molina.
¿Repetiría esa pregunta si tuviese la certeza de que, efectivamente,
como se rumora, esa pregunta le llevó al borde de la muerte, a morir en
algunos aspectos y a perder el poder?

Esa pregunta la hice empujado por las circunstancias. Yo tenía otra en
mente. Pero en semejante barullo no había tiempo para preguntas
elaboradas, de modo que lancé la primera piedra que tuve a mano. En el
libro cuento por qué ese tema tan secundario terminó enfureciendo de
semejante manera al dictador. Me alegra que mi pregunta ayudara a
liberar a una mujer que se había convertido en rehén personal del poder.
Lo demás es fantasía popular.

En el libro cuento también muchas anécdotas de diferentes eventos que en
televisión no alcanza el tiempo para mostrar. Hay bastante de lo que
ocurre entre bambalinas, las subtramas que a veces terminan explicando
mejor los hechos que la trama misma.

El autor presentará su libro en el salón 3314 de la Feria del Libro de
Miami, edificio 3, piso 3, a las 4:15 p.m., del sábado 21 de noviembre.

Source: Juan Manuel Cao, Cuba y el oficio del impertinente -
http://www.martinoticias.com/content/cao-impertinente-feria-del-libro-miami/107939.html

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