Un crítico desde la oposición
octubre 28, 2015 4:49 pm·
Capdevila, Boyeros, La Habana, Osmar Laffita, (PD) En una dictadura como
la cubana, donde su aparato represivo está las 24 horas del día en
función de aplastar a los acosados luchadores prodemocráticos, a quienes
las leyes no conceden ningún derecho y les considera como no personas,
resultan irritantes aquellos que catalogan como irrelevante el desempeño
de opositores y disidentes.
Muchos de los que hacen enjuiciamientos críticos aumentan el desinterés
de los escépticos e impiden que estos den el paso y se enrolen en la
lucha para poner fin a la dictadura más longeva del Hemisferio Occidental.
Antes de formular cualquier juicio negativo sobre grupos opositores y
argumentar que sus líderes "viven en otra dimensión", primeramente
habría que detenerse en la naturaleza del estado cubano, donde no existe
la tripartición de poderes.
El artículo 5 de la Constitución vigente en Cuba señala que "el Partido
Comunista es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado,
que organiza y orienta los esfuerzos hacia los altos fines de la
construcción del socialismo".
El parlamento cubano es unicameral. El 50% de sus integrantes son
elegidos por la Comisión Nacional de Candidaturas, que es dirigida y
controlada por el Partido Comunista. Los parlamentarios obligatoriamente
militan en el PCC o la Unión de Jóvenes Comunista (UJC).
La dictadura militar cubana no reconoce y persigue con saña a todos los
que promueven el pluripartidismo.
A inicios de la pasada década, hubo un movimiento de recogidas de firmas
para el Proyecto Varela en el que se involucró la mayoría de las
organizaciones opositoras. Se logró recoger y entregar a la Asamblea
Nacional del Poder Popular no las 10 000 firmas que establecía el inciso
g del artículo 88, sino más de 12 000 firmas, pero la dictadura no
reconoció ese acto soberano del pueblo.
Para desnaturalizarlo, el 12 de junio de 2002 la oficialista y vertical
Central de Trabajadores de Cuba, en cumplimiento de órdenes recibidas
del gobierno y del Partido Comunista convocó a un plebiscito y durante
tres días se procedió a la recogida de firmas, en forma pública y
"voluntaria". Las 8 198 237 firmas recogidas dieron a los diputados el
fundamento "legal" para enmendar y aprobar el artículo 3 de la
Constitución: "En la República de Cuba la soberanía reside en el pueblo,
del cual dimanan todos los poderes. El socialismo y sistema político
establecido en la Constitución, es irrevocable, Cuba no volverá jamás al
capitalismo".
No conforme con lo logrado en la farsa del plebiscito, la dictadura
determinó dar un serio escarmiento a los que se atrevieron a retarla y
en marzo de 2003, la Primavera Negra, apresó, juzgó sumariamente y
condenó a largos años de cárcel a 75 luchadores prodemocráticos. Aquel
acto provocó el rechazo de los defensores de la democracia, la libertad
y los derechos humanos en muchos rincones del mundo.
Las esposas, madres e hijas de los condenados, ese mismo año 2003
crearon el Movimiento Damas de Blanco. Desde entonces, todos los
domingos, luego de orar en la iglesia de Santa Rita, en Miramar, marchan
por la Quinta Avenida y las calles de La Habana, para demandar la
liberación de los presos políticos. Por tal desafío son sometidas a la
acción brutal de la policía política, la cual no ha vacilado en golpear,
detener y encarcelar a pacíficas e indefensas mujeres, lo que pone al
desnudo la naturaleza represiva del régimen.
No estoy de acuerdo con el periodista independiente Iván García y con su
artículo titulado '¿Por qué la disidencia es irrelevante para los
cubanos de a pie?".
Sería interesante que el colega García Quintero, explicara por qué
cataloga de "incompetentes" a los opositores. ¿De qué incompetencia se
trata?
Es sabido que la mayoría de la población cubana se aterroriza y huye
cuando observa que los cuerpos represivos golpean y detienen a "la gente
de los derechos humanos", como comúnmente llaman a los opositores. Al
igual que en Rusia se aterrorizaban con la represión orquestada por
Stalin y en Alemania nadie ni chistó frente al Fuhrer.
Cuando varios opositores se reúnen y de repente aparecen los represores
y se los llevan presos, los vecinos observan tales arbitrariedades sin
atreverse a salir en defensa de ellos.
Es totalmente injusto afirmar que la oposición no cubre expectativa alguna.
A la VI Cumbre de las Américas, celebrada en Panamá, el presidente Raúl
Castro llevó dos comitivas, la oficial, que llevaba el ramo de olivo, y
la integrada por la oficialista representación de la sociedad civil, que
se ocupó de provocar y agredir a los representantes de la oposición
cubana debidamente acreditados en el evento. Fue un acto de vandalismo,
que contó con la complicidad de la policía panameña, lo ocurrido en el
parque Belisario Porras, donde agentes de la policía política que
salieron de la embajada de Cuba, la emprendieron a golpes contra los
luchadores prodemocráticos que intentaban poner una ofrenda floral al
busto de José Martí.
Los integrantes de la oficialista sociedad civil, entrenada por la
Seguridad del Estado fueron dirigidos por los testaferros de la
dictadura Abel Prieto y Miguel Barnet, con el fin de sabotear los
paneles en los que estaban acreditados representantes de las diversa
organizaciones opositoras. En los salones donde se desarrollaron los
debates, los que lograron entrar interrumpían a los ponentes con
imprecaciones e insultos soeces. Les gritaban "mercenarios,
contrarrevolucionarios, asalariados del gobierno de Washington", sin
hacer ninguna distinción, porque para estos representantes de la
dictadura, la oposición es: "mercenaria y enemiga de la revolución".
Resulta ofensivo que el periodista Iván García tilde a los opositores de
vagos, ya que la mayoría no trabaja. Tal afirmación obvia las
represalias de la policía política contra los opositores. Cuando sus
soplones informan a Seguridad del Estado que un trabajador simpatiza o
es miembro de una organización opositora, inmediatamente ordena su
despido. Desde ese momento esa persona se convierte en un paria sin
medios de sustento.
Sería bueno acercarse a esos que han sido expulsados de sus centros
laborales, para que cuenten sus historias de penalidades, injusticias,
arbitrariedades y persecución tenaz por parte de represores, cuando han
intentado volver a trabajar. Tal vez así se comprenderá cuánto daño ha
hecho con su artículo a los opositores cubanos que hoy luchan, en
condiciones extremadamente difíciles y peligrosas, contra la dictadura
militar castrista.
origenesmadiba@gmail.com
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