jueves, 28 de agosto de 2014

La universidad, para los tenaces

La universidad, para los tenaces
Expulsado tres veces de la facultad por sus ideas, Henry Constantin,
colaborador de 'Convivencia', sigue soñando con obtener el título de
periodista
REINALDO ESCOBAR, La Habana | Agosto 28, 2014

activismo, represión, Henry Constantín, Convivencia, Periodismo
Henry Constantin es un camagüeyano que nació en Las Tunas el Día de San
Valentín de hace ya 30 años. Lo han expulsado tres veces de la
universidad por sus ideas, pero aún cree que llegará a tener un título
de periodista entre las manos.

Este joven menudo y de hablar claro ha fundado dos publicaciones
independientes y acaba de regresar de un proyecto de intercambio
cultural. Desde hace años forma parte de la redacción de la revista
Convivencia y hoy le abre las puertas de su vida a los lectores de
14ymedio para compartir las vicisitudes de su paso por las aulas.

Pregunta. Tiene el triste récord de tres expulsiones de la universidad
¿Cómo fue la primera vez?

Respuesta. Un día en la pizarra puse la pregunta de quién era el cubano
nominado al premio Nobel de la Paz. Mis condiscípulos no sabían y la
profesora tampoco, así que escribí con tiza el nombre de Oswaldo Payá.
Después elegí como tema de investigación el nivel real de aceptación que
tenía la prensa oficial en la población. Me desaprobaron y aquel texto
fue discutido como un posible motivo para expulsarme. Al final me dieron
baja argumentando inasistencias, lo cual era falso porque la mayor parte
de mis colegas tenía más ausencias. Ese año nació mi hijo y la profesora
guía me dijo: "ocúpate de eso y no te preocupes por las ausencias".

Ahora mi hijo tiene 8 años, la misma edad de mis problemas.

P. Sin embargo volviste a intentarlo...

R. Un año después conseguí entrar a la facultad de periodismo de la
Universidad de Santa Clara. Era el único estudiante que no era miembro
de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y, en la sala de
Internet de la Universidad, conocí de la existencia de los blogs
alternativos. Allí fundamos una revista que empezó llamándose Abdala y
finalmente le pusimos la Rosa Blanca. La hacíamos sin computadora, pero
salieron cinco números, hasta que finalmente la sustituyó La hora de Cuba.

Cuando terminé ese curso me desaprobaron por un guión para radio cuyo
tema era la repercusión en los medios de difusión camagüeyanos del caso
contra Hubert Matos.
P. ¿Te permitieron presentarlo?

R. Al profesor le pareció una herejía que yo revolviera el caso de aquel
comandante de Sierra Maestra condenado a 20 años por renunciar a su
cargo. Me sugirió que hiciera un trabajo sobre el periodismo de José
Martí y entonces abordé la censura que sufrió el Apóstol a manos del
Gobierno argentino por sus artículos en el periódico La Nación. Me
volvieron a desaprobar, pero ya no tenía derecho a revalorización.

Fui un fin de semana a Camagüey y cuando regresé me estaban esperando
para sacarme a la fuerza del lugar. Me informaron que había sido
expulsado de la Enseñanza Superior en virtud de un proceso disciplinario
¡Nada ideológico! Cuatro hombres me acompañaron hasta la puerta y dieron
instrucciones a los custodios de no permitir que regresara. Al periódico
Adelante y a la estación Radio Cadena Agramonte, donde yo había hecho
mis prácticas periodísticas, también les advirtieron para que llamaran a
la policía si intentaba entrar.

P. ¿Ese fue tu adiós definitivo a las aulas universitarias?

R. No me rindo fácilmente. En Septiembre de 2009 hice las pruebas de
aptitud para ingresar en el Instituto Nacional de Arte (ISA), en la
Facultad de medios audiovisuales. Obtuve la máxima calificación y fui
aceptado. Desde el ISA colaboré con la revista Convivencia, que dirige
Dagoberto Valdés en la provincia de Pinar del Río. Me propuso ser parte
del Consejo de Redacción y le dije que sí. También colaboré en el
programa independiente Razones Ciudadanas.

Otro proyecto en el que participé siendo alumno del ISA fue Hora Cero.
Comenzó después de una huelga motivada por la mala comida. Consistía en
mantener encuentros con gente de afuera del Instituto en los que
mostrábamos audiovisuales. Asistieron Jorge Molina o Gustavo Arcos, pero
cuando invitamos a Eduardo del Llano nos pusieron obstáculos.

En mayo de 2011 me citaron a una reunión con la decana del ISA para
decirme que habían descubierto que fui expulsado de la Educación
Superior. Me faltaban tres días para completar los dos cursos, así que
me resistí arguyendo que los estudiantes eran quienes tenían que
decidir. Otra vez me sacaron, usando la fuerza, en un auto que me dejó
en la Terminal de Ómnibus. Es así como termina mi historia como
estudiante universitario y mi obsesión de tener un título.

P. ¿Y después de la tercera expulsión?

R. Regresé a Camagüey y reinicié el proyecto Hora Cero a cuenta y
riesgo, en mi propia casa. Comenzamos con exposiciones de fotos de
Orlando Luís Pardo, un corto de Eduardo del Llano y música de trovadores
amigos. Hasta ahora, hemos tenido buena asistencia de público. El poeta
Maikel Iglesias, el grupo de teatro Cuerpo Adentro, el poeta Francis
Sánchez y Eliecer Ávila con sus audiovisuales de Un cubano más, han
participado también.

A Hora Cero vienen estudiantes universitarios, profesores, vecinos,
gente con valor que se atreve a intercambiar ideas. Asisten algunas
personas a las que les han dicho que informen sobre lo que pasa en estos
encuentros y otras que han sido coaccionadas por recibir una simple
invitación mía a participar. La primera vez que me visitó la Seguridad
del Estado, mi madre, que en ese momento cumplía una misión en
Venezuela, fue amenazada. Le dijeron que si seguía apoyándome podía
perder la cuenta bancaria donde le depositaban su salario. A otros les
han dicho que Hora Cero está sufragado por la CIA.

P. ¿Has vuelto a estudiar?

R. Hace un año oí hablar del proyecto Somos un solo pueblo, para jóvenes
que habían tenido dificultades en continuar sus estudios aquí y a los
cuales se les daba la oportunidad de hacer un curso de seis meses en los
Estados Unidos. Clases de Psicología, efectividad personal, principios
de negocios o sociología, entre muchas otras. Fue una magnífica
experiencia para mí y aprendí muchísimo.

P. ¿Y ahora?

R. Creo que tendré mucho trabajo en los próximos cincuenta o sesenta
años, a juzgar por cómo veo la Cuba actual. Si me queda algo de tiempo
quiero escribir ficción... pero como están las cosas tendré que esperar
para hacerlo.

Source: La universidad, para los tenaces -
http://www.14ymedio.com/entrevista/universidad-tenaces_0_1623437643.html

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