Dictadura, Cuba, Democracia
Cuba y Democracia: ¿Antónimos?
En la Isla se ha producido una homogeneización apuntalada por la miseria
económica que no hace al país proclive a la tolerancia
Roberto Madrigal, Cincinati | 30/06/2014 11:36 am
Mucho se habla últimamente sobre el establecimiento de un gobierno
democrático en Cuba como la solución a todos los problemas del país y la
apertura hacia una mejoría económica, hacia una economía de mercado que
fortalecería la institución de una democracia. Por supuesto, quienes más
se lo plantean son los cubanos que han estado viviendo una gran parte de
su vida en una democracia ajena.
Cuba es parte de mi pasado. Hace más de tres décadas que no la piso y es
muy probable que jamás la vuelva a ver. Pero ello no me impide pensarla,
estar al tanto de lo que allí sucede, mantenerme en contacto con los
amigos que allá me quedan y conocer y establecer amistades con recién
llegados. He vivido en un país democrático la mayor parte de mi vida y
no le desearía menos que eso al futuro de lo que es, en definitiva, mi país.
Sin embargo, una somera revisión de su historia me lleva a cuestionarme
la posibilidad de que un estado democrático sea la solución factible a
corto plazo una vez que la biología aniquile al castrismo.
Entre 1902 y 1952 Cuba tuvo dieciséis presidentes (varios de ellos
provisionales, algunos de los cuales duraron un día), dos gobernadores
americanos y un gobierno provisional dirigido por un comité, lo cual no
indica estabilidad. La mayoría de los gobiernos estaban contaminados de
corrupción y las instituciones democráticas se manipulaban a
conveniencia. De alguna manera y por diferentes razones que no cabria
discutir aquí, el país se fue desarrollando a un nivel elevado con
respecto a los estándares latinoamericanos.
En 1952, como todos sabemos, un golpe de estado llevó a Batista por
segunda vez al poder. Estableció una suerte de dictadura constitucional,
una dictablanda, como la llamaban, en la cual no faltaban la represión
política violenta, el crimen ejercido por el gobierno y los nefastos
oficios de grupos paramilitares. A pesar de ello, y sé muy bien que los
estudios económicos y sociológicos y las estadísticas que arrojan pueden
ser cuestionable por su propensión a la manipulación (y un recorrido por
diversos estudios arroja resultados contradictorios), todo indica que
durante este período el país progresó económicamente más que en ningún
otro período, alcanzando, en algunas áreas, niveles cercanos a los
países desarrollados (no debe olvidarse en las comparaciones que Europa
acababa de salir de una guerra devastadora y España de un bloqueo
atroz). Esto no implica necesariamente que los cubanos funcionan mejor
bajo un gobierno dictatorial que bajo uno democrático.
A ello hay que añadir que no solo ningún cubano menor de 62 años ha
nacido bajo un gobierno democrático, sino la destrucción de todo tipo de
institución democrático-burguesa llevada a cabo por el gobierno
castrista, que además implantó un totalitarismo asinino que ya lleva 55
años en el poder, así como el aislamiento del país con respecto a los
modelos de desarrollo social y económico que se han llevado a cabo en
otras partes del mundo. Todo esto se suma para cuestionar la viabilidad
de la implantación efectiva de un sistema de participación democrática
en un futuro cercano.
Si la constitución étnica y cultural de la población cubana se forjó a
través de los siglos mediante el mestizaje de españoles, africanos,
chinos, haitianos, jamaicanos, americanos, libaneses y judíos de Europa
Central, el control migratorio de los últimos cincuenta años, así como
la conversión del país en una nación de emigrantes, ha resultado en una
homogeneización apuntalada por la miseria económica que no hace al país
proclive a la tolerancia y a la aceptación de influencias extranjeras
(que cuando no han coincidido con la política oficial, han sido
demonizadas como diversionismo ideológico). El sistema inmune social es
débil.
No es solamente el caso de la población gobernable, sino el de que no
existen políticos acostumbrados a gobernar en un sistema en el cual la
diversidad de opiniones y la civilidad sean la orden del día y los
elementos a considerar en sus funciones.
Pudiera continuar presentando otros elementos, pero creo que con los
anteriores basta no para eliminar la posibilidad de una democracia como
futuro viable, como garante de prosperidad, pero sí para reflexionar al
respecto y meditar sobre todo lo que sería necesario enmendar para poder
emprender un camino correcto. Y por supuesto, nada que valga la pena
puede hacerse por decreto.
Tomado del blog Diletante sin Causa.
Source: Cuba y Democracia: ¿Antónimos? - Artículos - Opinión - Cuba
Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/cuba-y-democracia-antonimos-318876
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