Aquel golpe de estado
LUNES, 28 DE JULIO DE 2014 00:50 ESCRITO POR ROGELIO FABIO HURTADO
Cuba actualidad, Marianao, La Habana, (PD) Por estos días, la prensa
oficial cubana ha dedicado espacio a evocar, apologéticamente, la
renuncia de Fidel, el 17 de Julio de 1959.
Carlos Franqui, director entonces del periódico Revolución, ha contado
en alguno de sus libros, como fue llamado desde Cojímar, entonces
residencia del Primer Ministro. Una vez allí, su jefe máximo lo convidó
a dar un paseo por las calles del poblado, hasta que penetraron en una
casa, cuya familia seguramente había sido cortésmente desalojada
momentáneamente por sus escoltas. Luego de cerciorarse de que estaban
absolutamente solos, extrajo una pluma y en un pedazo de papel escribió
su renuncia, la rubricó y se la entregó a Franqui, ordenándole que la
publicase al día siguiente, sin compartirla absolutamente con nadie.
El entonces director de Revolución no consigna ninguna explicación
complementaria. Se dirigió inmediatamente a los talleres, en la Calzada
de Carlos III, escogió una brigada de confianza y los acuarteló allí
hasta el amanecer del siguiente día, para garantizar el hermetismo
demandado por el hombre que renunciaba.
El impacto no pudo ser más estremecedor. El entonces secretario de la
Presidencia, el abogado santiaguero Luís Buch, relata en sus memorias
que, al encontrarse por la mañana con el presidente Urrutia en el
Palacio Presidencial, este agitando un ejemplar del Periódico, argumentó
que probablemente los comunistas hubiesen secuestrado a Fidel. Era
evidente que el probo magistrado estaba muy lejos de imaginarse lo que
se le vendría encima.
Fidel Castro, comprovinciano de Félix B. Caignet, anunciaba para esa
misma noche una comparecencia por televisión, donde explicaría las
razones de su inesperada decisión. Durante el día, estuvo desaparecido.
La expectativa era suprema: prácticamente toda Cuba estuvo pendiente del
televisor aquella noche. En Palacio, el Presidente Urrutia, rodeado de
fidelistas por todas partes, sacó su aparato al pasillo, para sentarse
en compañía de algunos de sus ministros, a ver y escuchar el
pronunciamiento. Al parecer, aún no caía en cuenta del papel que le
había sido señalado por el improvisado dramaturgo.
Recién había cumplido mis 13 años, pero en mi casa la política era el
pan nuestro de cada día. Todos éramos aún fidelistas, de manera que
acogimos toda la diatriba con fervor de creyentes.
Era cierto que pocos días antes, el periodista Luís Conte Agüero,
también entonces muy fidelista le había hecho una entrevista al
presidente Urrutia y este había acusado directamente a los pesepeteros
(miembros del PSP, comunistas) de estar maniobrando para apoderarse de
la Revolución, que no habían hecho ellos.
Tanto Urrutia como Conte daban por sentado que el Máximo Líder,
discípulo de Eduardo R. Chibás, no era, no podía ser comunista.
Aquella noche, el depuesto presidente Urrutia saldría de la mansión
palaciega, rodeada de ruidosos partidarios de Fidel, metido, con su
distinguida familia, en un camión de reparto de leche, camino de una
embajada latinoamericana.
Culminado el original golpe de estado, siguió poco más de una semana de
expectativa. El Líder reservó la revocación de su renuncia para el
primer aniversario de su magna fecha. El 26 de Julio, en la Plaza Cívica
repleta de fidelistas, tuvo a bien anunciar su retorno triunfal.
Urrutia fue la primera víctima del bandazo hacia los comunistas, que se
haría público en la primavera de 1961, cuando el Líder Máximo juzgó
prudente hacerlo, en vísperas de una invasión enemiga que el recién
llegado Presidente Kennedy no se atrevió a consumar. Después, la lista
se haría interminable, solo que el Líder Máximo no se volvió a atrever a
presentar su renuncia.
Para Cuba actualidad: rhur46@yahoo.com
Source: Aquel golpe de estado | Cuba noticias actualidad.Periodismo
independiente. -
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martes, 29 de julio de 2014
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