Cuba: Hora de definiciones
La llamada "Carta de los 40" dirigida a Obama ha decantado un importante
proceso de definiciones en el terreno político cubano, porque la misiva
indica inexorablemente la derrota de la ideología comunista en Cuba.
Jorge Hernández Fonseca
junio 14, 2014
La "siempre fiel" isla de Cuba, se prepara para un cambio –todavía
indefinido-- pero muy trascendente. Indefinido porque las fuerzas del
oficialismo quieren ejecutar una operación de transición hacia el
capitalismo sin dar libertad a su pueblo, contradicción que lógicamente
deja en abierto el resultado final. Trascendente porque la Nación cubana
sale de una autoritaria y empobrecedora revolución socialista y aspira a
iluminar los caminos de un futuro de libertades.
El campo político cubano, tradicionalmente maniqueo, de repente ha
explotado en disímiles tendencias, ahora que el fracaso del socialismo
real se hace evidente para griegos y troyanos. Incluso el cardenalato de
la Iglesia Católica Cubana, que hasta el presente se nos presentaba como
colaboracionista, comienza a desprenderse de "editores" indeseables al
atisbar en el horizonte la clarinada libertaria que sustituirá la larga
noche que sufre el pueblo de la isla.
De repente se suceden frecuentes polémicas entre los castristas
reciclados, que oportunamente han marcado distancia ideológica de la
línea dictatorial, con la esperanza de encontrar un lugar en el futuro
democrático que se vislumbra. Nada en contra de defender un "socialismo
democrático" --si es que tal entelequia existe-- el problema es hacerlo
ahora, cuando la lucha de los opositores y las realidades que antes
estos "intelectuales" negaban, ha terminado demostrando la inutilidad
marxista que llevo al país a un callejón sin salidas. Levantar la voz
ahora todavía es meritorio, pero es criticable no haberlo hecho cuando
fusilaban a demócratas.
La llamada "Carta de los 40" dirigida a Obama ha decantado un importante
proceso de definiciones en el terreno político cubano, porque la misiva
indica inexorablemente la derrota de la ideología comunista en Cuba.
Derrota por la cual han luchado cientos de miles de cubanos, muchos ya
fusilados, otros sobreviviendo en el mayor ostracismo dentro de la isla,
o sufriendo los rigores del destierro. Esos son los verdaderos
visionarios, a los que se le quiere escamotear el triunfo, y como "la
patria es de todos", encontramos otra razón para no olvidar a esos
patriotas.
Es ingenuo pretender un apoyo popular masivo a negociar con Raúl y sus
generales una transición fraudulenta, que implique la continuación de un
régimen demostradamente represivo y autoritario. La Nación cubana no son
sólo los 40 firmantes de una inconsulta "petición a Obama". Cuba somos
todos. Para cualquier cubano digno es imposible apoyar un equipo
gobernante que ha destruido moral y físicamente su país. No va a ser la
ambición económica de un negocio fácil para unos pocos la carnada que
engañe a la mayoría del pueblo cubano de dentro y fuera de la isla. Sí
hay rendición, ¡tienen que irse! Si no la hay, ¡la lucha continúa!
Intentos no han faltado dentro del variopinto escenario actual de la
oposición cubana: pidiéndole a Europa un lugar en la mesa de
negociaciones; argumentando las ventajas de un cambio fraude que
garantice desayuno, almuerzo y comida, pero sin libertad; teorizando
sobre la necesidad de un "socialismo democrático" a tono con la
izquierda mundial; pidiéndole a Obama el perdón de los opresores de la
patria… Todo de última hora. Cuando los miles de campesinos cubanos
alzados en armas a lo largo y ancho de la isla en los 60 y los 70 eran
fusilados "in situ" ninguna de esas voces se escuchó. Repito, la patria
es de todos, y ¡más vale tarde que nunca! pero sin pretender imponer
--de nuevo y con otro nombre-- la ideología que destruyó al país.
Ésta es hora de definiciones: ningún cubano digno, ningún opositor
consiente del fracaso del socialismo puede apoyar la continuidad en el
gobierno de la isla del Partido Comunista Cubano, ni la primacía de la
familia Castro y de sus generales, entregándoles la economía cubana para
administrar a una dinastía familiar, sin libertades para el resto de la
Nación. El problema cubano no es debatir si se debe o no aliviar el
embargo contra el opresor; el problema es discutir si se ayuda o no a
Raúl y sus generales a continuar oprimiendo a un pueblo sin libertades.
Source: Cuba: Hora de definiciones -
http://www.martinoticias.com/content/cuba-hora-de-definiciones/37035.html
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