Alcoholismo, Economía, Período Especial
Alcohólicos no tan anónimos
Sacar a relucir la cuestión del creciente alcoholismo en la Isla es
simplemente hablar solo de un elemento del problema
Alejandro Armengol, Miami | 27/06/2014 1:29 pm
Los cubanos ya no son alcohólicos anónimos: salen en la tediosa Mesa
Redonda y en el aburrido diario Granma. Un experto acaba de declarar en
el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba que el elevado consumo
de alcohol en Cuba, sobre todo entre los jóvenes, constituye "uno de los
mayores retos" de salud pública en la Isla.. En septiembre del pasado
año, el programa Mesa Redonda Informativa inició una serie sobre las
causas, consecuencias, actitudes y comportamientos nocivos que se
vinculan al consumo excesivo de bebidas.
Detrás del problema del alcoholismo hay otro mucho más grave: el
deterioro social y económico que en ocasiones lleva a la ingestión de
bebidas alcohólicas adulteradas. Entre el 29 de julio y el 2 de agosto
de 2013, se intoxicaron 99 cubanos por el consumo de alcohol metílico,
que habían adquirido en el mercado negro —entre ellos una niña de dos
años y medio debido a la leche del pecho de su madre, una de las
bebedoras— y 11 fallecieron. A mediados de este mes un tribunal
sentenció a penas de hasta 30 años de cárcel a 13 involucrados en la
sustracción y venta del metanol que produjo la intoxicación.
Sacar a relucir el alcoholismo es simplemente hablar solo de un elemento
del problema. Como cuando el gobernante Raúl Castro se refirió a las
malas costumbres que imperan actualmente en la población de la Isla, el
carácter soez, la chusmería, la falta de educación y la baja moral. En
última instancia, es parte del juego del régimen.
Si la prensa en Cuba trata el asunto ahora, es porque al parecer ha
encontrado una respuesta al llamado de ser más crítica, a tratar los
problemas existentes y no referirse solo a un panorama idílico de
cumplimiento de metas y consignas al uso.
Es tomar al pie de la letra lo expresado por el primer vicepresidente
del Consejo de Estado, Miguel Díaz-Canel, cuando calificó de "quimera
imposible" prohibir la circulación de noticias cuando estas pueden
llegar a la opinión pública a través de las redes sociales y páginas en
internet. Así que las noticias sobre el problema del alcoholismo de
pronto han adquirido luz verde.
Por supuesto que el problema existe. Comenzó a agudizarse durante el
llamado "Período Especial", que es evidente no ha concluido. Lo que
ejemplifica es que a la escasez —imperante en mayor o menor medida desde
el 1 de enero de 1959— se ha añadido una miseria creciente.
Durante décadas resultó imposible comprar en Cuba —en establecimiento
alguno salvo los reservados a extranjeros y de venta en divisas— una
botella de ron nacional. Eso para no hablar de bebidas extranjeras. Si
acaso la botella ocasional de vino procedente de algún país con una
alianza política de moda —del campo socialista o en su momento de Chile—
y el socorrido vodka que aparecía en los convites con los técnicos y
asesores soviéticos.
Si no una literatura, hay al menos una nomenclatura de residuos de
nombres exóticos —mejor sería llamar rastrojos— que fueron apareciendo
con el tiempo: "Chispa'e tren", "Salta pa tras" y muchos más que se
sumaron al benigno vino "Pancho el bravo" que ofrecían las "pilotos"
—unos locales mugrientos creados alrededor del fracaso de "la zafra de
los diez millones"— y al aligeramiento de los excesos de la "Ofensiva
Revolucionaria".
Todo ello no fue más que consecuencia de otro fracaso: esa especie de
"ley seca" que imperó durante la "Ofensiva" y donde el consumo de
alcohol se limitaba a una cerveza por comida y si acaso un coctel o un
jaibol en un restaurante de lujo.
Por años, en el país estuvo casi prohibido beber —o prohibido por
completo en algunos momentos— salvo para militares de rango, dirigentes
políticos con posiciones encumbradas y funcionarios de altura.
Porque si por décadas hubo una distinción clara en la Isla, fue entre
quienes podían o no beber.
El ejemplo más notorio: quien ahora preside la nación. Raúl Castro era
nuestro "bebedor nacional". Si lo continúa siendo es parte de los
"secretos de los generales".
Días atrás, el periódico el Nuevo Herald publicó un artículo de Juan
Tamayo sobre el caso Ochoa, en el que quien fuera el principal
guardaespaldas de Fidel Castro en esa época, el teniente coronel Juan
Reinaldo Sánchez, afirmó que durante el proceso a los militares y
miembros del Ministerio del Interior acusados de alta traición a la
patria y narcotráfico, Raúl Castro estaba tan deprimido y se
emborrachaba tanto, que con frecuencia se orinaba y se defecaba en los
pantalones.
Es posible que la edad, la responsabilidad de la presidencia y la
advertencia de su hermano mayor que cuenta Sánchez han atemperado el
gusto de Raúl Castro. Pero el general "tiene un historial documentado de
beber mucho cuando está bajo presión", como afirma Tamayo. De ese
historial hay muchos testigos y no solo el testimonio de Sánchez, por lo
que resulta una afirmación válida.
Beber, y no cualquier cosa: Royal Salute single malt de Chivas Regal,
para ser más exactos.
El ejemplo de Raúl era —y aún debe ser— seguido con fidelidad por
colaboradores cercanos. Generales que a diario consumían una botella,
tras sus faenas cotidianas, en medio de ellas o por las noches.
Así que en Cuba, tras la llegada de Fidel Castro al poder, siempre han
existido dos tipos de alcohólicos: los de "Chispa'e tren" y los de
Chivas Regal. Ahora han llegado a la prensa los primeros.
El alcoholismo no es, por supuesto, un asunto que se limita a Cuba, pero
sus características sociales reflejan un problema nacional: frustración,
desamparo y desesperanza. No se bebe por placer, se bebe para evadir por
unas horas la miseria cotidiana y la ausencia de un futuro mejor.
Curiosamente, fue algo que también persiguió a los mandatarios
soviéticos, que no solo eran grandes tomadores, sino que en diversas
ocasiones se vieron obligados a enfrentar la cuestión.
La decadencia del Imperio Soviético se caracterizó por un aumento
creciente del número de alcoholizados. Era común verlos en Moscú, las
calles cubiertas de nieve, a la puerta de diversos locales, a la salida
y entrada de las estaciones de metro. Aquí también hay un paralelismo
que no debe pasarse por alto. La historia se repite: una vez como vodka
ruso y otra en su dualidad de "Chispa'e tren" y Chivas Regal.
Source: Alcohólicos no tan anónimos - Artículos - Cuba - Cuba Encuentro
-
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/alcoholicos-no-tan-anonimos-318826
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