Jens Aron Modig, Ángel Carromero
¿Hasta cuándo el silencio?
Epidemia selectiva de amnesia en La Habana
Eugenio Yáñez, Miami | 17/01/2013 9:26 am
Sin duda parece haber una epidemia selectiva de amnesia en La Habana,
que afecta a determinados europeos occidentales cuando sufren algún
tropiezo con las autoridades del régimen.
Primero fue Jens Aron Modig, líder de la Juventud Demócrata Cristiana de
Suecia, que dormía convenientemente cuando el carro en que viajaba,
conducido por Ángel Carromero, se salió de la carretera cerca de Bayamo,
Cuba, y se produjeron las muertes de los opositores Oswaldo Payá y
Harold Cepero.
Después de sufrir leves lesiones, atendidas en Bayamo, y de una estancia
relativamente breve en una "casa" del Ministerio del Interior en La
Habana, Modig comenzó a sufrir una profundísima amnesia, que dura hasta
el día de hoy: no recuerda ningún detalle de nada. Primero porque
dormía, y después sencillamente porque no recuerda nada, como si ni
siquiera hubiera estado allí.
Se pensó que tal vez al llegar a Suecia la "amnesia" se disiparía, pero
resultó todo lo contrario: se ha hecho más profunda con el paso del
tiempo. Mentes compasivas nos explicaron que esa amnesia de Modig era
imprescindible para no perjudicar a Ángel Carromero, de Nuevas
Generaciones del Partido Popular (de gobierno) en Madrid, que cumplía
condena en Cuba por el siniestro que costó la vida a los dos opositores
cubanos.
Tal explicación mantenía cierta lógica, pues en la eventualidad de que
el joven sueco dijera cosas no simpáticas al régimen cubano, podría
haberle complicado la vida a su colega español encarcelado en 100 y
Aldabó. Pero estando Carromero fuera de Cuba desde el 29 de diciembre
—supuestamente gracias a un "éxito diplomático" del Gobierno español—,
era de esperar que lo que pudiera decir el amnésico sueco sobre el
"accidente" de Bayamo ya no podía perjudicar al ibérico.
Sin embargo, sucede que parece que la amnesia habanera progresa con el
tiempo, al extremo de que ya se sabe que el señor Modig no aspirará a
reelegirse como líder de su organización en las próximas elecciones.
¿Pensará retirarse tan joven de la política? ¿O acaso la amnesia que
padece ya no le deja recordar ni lo que hacía antes del fatídico —y no
solicitado— viaje a La Habana en el pasado mes de julio?
No obstante, quedaba Ángel Carromero, ya en territorio español, recluido
en la prisión de Segovia, cerca de Madrid, que le parecería un hotel de
cinco estrellas comparada con las celdas de Cuba. Además, se comenzaron
de inmediato ingentes esfuerzos para que se le aplicara alguna variante
de libertad condicional de acuerdo a la gravedad del delito en las leyes
de España, libertad condicional que allá se conoce como "el tercer
grado", ya fuera dormir solamente algunas noches semanales en la cárcel,
trabajando por el día normalmente, o que se le colocara un mecanismo
electrónico que tendría que portar obligatoriamente para que se sepa por
dónde anda y que elimina la obligación de pernoctar entre rejas.
Aparentemente, estaban listas las condiciones para que Carromero dijera
algo que contribuyera a conocer más detalles sobre lo que sucedió en la
Carretera Central cubana aquel 22 de julio cerca de Bayamo. Pero no,
tampoco, porque ahora nos han dicho que el español traía sus ideas muy
desordenadas en su cabeza, y que no podría hablar claramente hasta que
las "ordenara".
Es comprensible que el joven político español haya pasado experiencias
traumáticas en los últimos meses durante su estancia en Cuba, y necesite
algún tiempo para estabilizarse emocionalmente. Esperemos que el proceso
de "ordenamiento" de ideas de Carromero no demore demasiado, no sea que
en ese lapso se produzca otro ataque agudo de amnesia similar al de Jens
Aron Modig, pero que en cierto sentido deberá ser más fuerte aún, porque
como el español era el conductor del vehículo no podrá alegar que iba
durmiendo cuando se produjo el accidente. ¿O sí? Ya veremos.
Un amigo del Partido Popular, y en cierto sentido superior jerárquico de
Carromero, asegura que haber llevado al detenido para Madrid fue todo un
éxito de la diplomacia española, y que no implicó ningún tipo de
compromiso ("contraprestaciones") del Gobierno de Mariano Rajoy con el
régimen de La Habana. Parece que el hecho de que en Madrid se hayan
impartido instrucciones para que no se realicen acercamientos hacia la
disidencia cubana en la Isla, y para no presentar reclamos vinculados a
los derechos humanos y endurecer la Posición Común europea hacia el
Gobierno de los hermanos Castro, es algo puramente circunstancial y
casual, que en ningún momento tiene que ver con alguna borrosa
"contraprestación", ningún quid pro quo en agradecimiento a la dictadura.
A menos que también en la dirección del Partido Popular español se estén
produciendo ataques selectivos de amnesia y no se recuerden políticas
anteriormente anunciadas, lo que sucede en Madrid resulta lo más
parecido a una "contraprestación" —en lenguaje cubano simple y llano se
diría "dando y dando". ¿De no ser así, cómo definir la posición que está
adoptando el Gobierno español en estos momentos con relación al régimen
totalitario?
No quiero precipitarme en llegar a conclusiones, cuando tal vez es
conveniente darle un poco más de tiempo a Carromero para que "ordene"
sus ideas, y ayudarle con atención médica imprescindible que pueda
evitar un ataque fulminante de amnesia.
Habrá que pensar si realmente ya no hay más nada que decir sobre el
fatídico siniestro, y que es imposible ser más veraz y transparente que
lo que ha sido la dictadura cubana, o quizás que esa dictadura tiene
capacidad de recurrir a procedimientos con sus detenidos que pueden ser
percibidos como de largo alcance por sus eventuales receptores.
Lo que sí parece incontestable es que algunos en España y Suecia siguen
pensando que todos los cubanos somos tontos o insensibles, sin darse
cuenta de que, tal vez, no somos precisamente nosotros los que carecemos
ni de cerebro ni de vergüenza.
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/hasta-cuando-el-silencio-282776
miércoles, 6 de marzo de 2013
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