Ventana del lector, Transporte
Los verdaderos enemigos de la revolución cubana
La incomunicación como método de dominio
Diego Alberto Cairo, La Habana | 27/03/2013 10:14 am
Hablar sobre la situación del transporte en Cuba es un tema tan
complicado como hablar de la alimentación o la vivienda porque al final
todos pasan por el mismo aparato de control estatal y en los tres casos
la demanda supera con mucho la oferta. Inacabables listas de espera y
largas colas en terminales y paradas son un paisaje habitual en toda la
Isla. Hace unos seis años se produjo una ligera mejora con la salida de
circulación de los tristemente célebres «camellos», sustituidos
paulatinamente por los transmetros urbanos y los ómnibus
interprovinciales Yutong, pero en los dos últimos años la situación se
ha vuelto a deteriorar. La alegría en casa del pobre dura poco.
Para nadie fue un secreto que la caída del bloque socialista en la
década de los noventa ocasionó una grave crisis en el suministro de
combustible que paró el ochenta por ciento del transporte en el país,
pero esa no puede ser la razón al día de hoy. En los últimos diez años
Venezuela y Cuba han creado una fuerte alianza político económica en
virtud de la cual hoy se exportan y refinan enormes volúmenes de crudo
venezolano en la Isla al punto de que en estos momentos La Habana
exporta parte de la cuota que tiene asignada. Si asumimos que Cuba
exporta lo que le sobra entonces la crítica situación del transporte
público no se debe a la carencia de combustible (al menos por el momento).
¿Se trata entonces de un déficit en el parque automotor? Todo parece
indicar que sí. Los fabricantes chinos no tienen ningún problema para
suministrar equipos y partes a la Isla, siempre y cuando les paguen a
tiempo. Pero La Habana no se ha distinguido por honrar sus compromisos
económicos con los camaradas asiáticos. La respuesta de los fabricantes
no se ha hecho esperar, suspendiendo los envíos de piezas y repuestos.
Ciertamente Yutong no es tan generosa como PDVSA.
Pero si analizamos la situación objetivamente encontramos que muchos de
nuestros problemas podría evitarse con voluntad política a partir de las
propias condiciones que existen en la Isla. En Cuba hay capital humano
de sobra para organizar una sólida industria automotriz, decenas de
miles de ingenieros han salido de la CUJAE y dedican sus días al
magisterio, a administrar la burocracia socialista o al humor, por
absurdo que parezca los mejores humoristas cubanos son egresados de la
CUJAE. ¿Qué razón tiene formar especialistas y técnicos si no vamos a
fomentar una industria donde puedan desarrollar sus verdaderos perfiles
laborales?
En cuanto a las materias primas, Cuba es una de los pocos Estados del
Caribe y Centroamérica con industria siderúrgica y una larga experiencia
en la producción de acero y hierro. Tenemos el 34 % de las reservas
mundiales de níquel y el 10 % de las de cobalto además de importantes
reservas de cromo, cobre y manganeso.
Por otra parte, hay plantas de montaje con capacidad instalada para
ensamblar ómnibus y otros equipos ligeros como la Fábrica Claudio
Arguelles de La Habana y la Industria Automotriz de Guanajay, donde en
su momento se fabricaron los ómnibus Girón, además esta última posee
larga experiencia ensamblando varios modelos de ómnibus Mercedes Benz y
recientemente los Yutong. También tenemos la capacidad de producir
neumáticos, gomas, planchas y estructuras de metal.
Teniendo en cuenta la elevada calificación profesional y lo económico
que resulta emplear la mano de obra nacional deberíamos ser lo
suficientemente competitivos como para producir un buen número de
ómnibus sin tener que importarlos desde China o Brasil.
Mis razonamientos se basan en que he visto como un chapista, un mecánico
y un electricista trabajando en un taller particular reconstruyen un
ómnibus que estaba para chatarra, solo para conservar el permiso de
circulación y cuando sale del taller parece recién terminado, con
asientos, tapicería y adaptación de motor nuevo.
Lo que trato de probar es que en Cuba existe el talento y las
condiciones mínimas necesarias para al menos cubrir las necesidades
internas del sector. Pero en cambio está empeorando. ¿Por qué? No
contestaré aún, primero desarrollaré un par de ideas más.
Para transportarse el cubano de a pie depende además de una red camiones
de pasaje y de taxis, en su mayoría particulares, que cubren ciertas
rutas con varios pasajeros a la vez, por esa razón no es raro decir
―¿Chofe pa'donde va?―. No son taxis en el sentido tradicional de la
palabra sino ruteros. El término cubano para esta actividad es «botear».
Estos camiones y vehículos particulares casi siempre son viejos modelos
americanos que han sufrido innumerables adaptaciones en sus más de
setenta años de explotación. Las carrocerías son prácticamente lo único
que conservan del auto original. Los motores de gasolina han sido
sustituidos por motores diesel, el interior ha sido remodelado para
admitir más pasajeros. La comodidad y seguridad no son ninguna
prioridad, solo se trata de que el vehículo se mantenga funcionando a
cualquier precio y es cosa normal salir de ellos con la ropa sucia y
apestando a petróleo. Los dueños de los famosos autos clásicos que
aparecen en todas las propagandas de turismo no participan de este
negocio, ellos tienen «otros clientes».
Para obtener el permiso de circulación los propietarios deben pasar por
el llamado «somatón», un control realizado por los oficiales de tránsito
donde se chequean la dirección, frenos, luces y el estado técnico
general del vehículo, pero a menudo un soborno oportuno salva la situación.
El deplorable estado técnico de estos camiones y carros sumados a la
total ausencia de medidas de seguridad y el mal estado de las vías
provoca un elevado número de accidentes y victimas fatales cada año.
Barras de transmisión partidas, pérdida de la dirección, reventones y
fallas de los frenos en plena vía son las causas de muchos siniestros
que bien pudieron ser evitados mediante una inspección responsable. El
mantenimiento por millas y horas de explotación son lenguaje de otra
galaxia, aquí se arregla cuando se rompe.
Pero vamos a ponerle nombre a las cosas, la irresponsabilidad de muchos
choferes particulares tiene su principal causa en los estratosféricos
precios de las piezas y componentes que eventualmente se puedan
encontrar en las agencias y en el la red del mercado negro.
Un motor en Cuba puede costar 7 mil dólares, una goma setenta dólares.
Por difícil de comprender que parezca, ¡un Lada 1600 del año 1978 con
treinta y cinco años de explotación puede costar hasta 30 mil dólares!
Para una economía donde el trabajador promedio percibe solo 200 dólares
al año y el resto de sus necesidades debe cubrirlas por vías informales,
números como estos son realmente escandalosos.
Unos vietnamitas que conocí en La Habana me decían visiblemente
alarmados, ―¿No es mejor para ustedes adquirir económicos autos
japoneses de segunda mano, que mantener funcionando estos cacharros con
sus enormes motores de petróleo?―. La respuesta es obvia, pero ellos no
comprenden que el Estado cubano no permite sustituir tu viejo Chevrolet
del 48 por un Toyota Yaris del 2005 que cuesta menos que un motor, su
consumo es tres veces menor, su diseño está pensado para salvarte la
vida durante una colisión, es mucho más amigable con el medio ambiente y
no voy a seguir porque no tiene ningún sentido, al final los Jerarcas
del Partido saben todo esto mejor que yo.
Sino, ¿por qué han sustituido casi todos los vehículos estatales por
autos japoneses y camionetas chinas? Porque quieren ahorrarse unos
milloncitos del presupuesto en combustible y mantenimiento. Pero aquí
nos aplican una vez más la «ley del embudo», lo ancho para ellos, lo
estrecho para nosotros.
Digamos arbitrariamente que en La Habana están circulando ahora mismo
veinte mil autos americanos importados antes de 1959 y otros tantos de
fabricación soviética. Si mañana fueran sustituidos por automóviles
económicos el consumo de carburantes disminuiría a la mitad y eso no le
conviene al Estado. Si entonces, para compensar la demanda, duplicaran
el número de autos particulares, se alcanzarían niveles de venta iguales
o superiores a los actuales, pero eso significaría ochenta mil vehículos
y un notable aumento de la circulación interna. Eso tampoco les conveniente.
Lo mismo se aplica al resto de los medios de transporte, trenes, barcos
y líneas aéreas. Limitar el número de viajeros mediante la escasez de
medios, elevando el costo de los pasajes y del combustible (0,90 CUC por
litro de gasolina) es una estrategia muy efectiva para obligar a los
ciudadanos a permanecer en su lugar de residencia. Si a todo lo anterior
le sumas la enorme pérdida de tiempo y la incomodidad que sufres para
hacer un viaje largo (en Cuba más de 20 Km es un viaje largo y te toma
hacerlo una hora o más), el resultado es predecible. La incomunicación
como método de dominio.
Si eso le resulta perverso no es nada comparado con lo que sufren los
habitantes del interior del país, donde con suerte pasa una
«guarandinga» una vez al día. Allí la gente solo viaja por razones
vitales y lo hacen en cualquier cosa que tenga ruedas: carretas,
camiones de carga, trenes de caña, coches de tiro animal, yo mismo he
tenido que viajar en camiones de ganado con excrementos y tierra hasta
los tobillos. La alternativa es pasar la noche en la carretera.
La realidad es odiosa pero no se puede ocultar, un camionero en Cuba es
más influyente que cualquier licenciado. Así de importante es tener a tu
disposición un medio de transporte. Los Jerarcas del Partido lo saben,
por eso todos los oficiales del ministerio tienen asignados autos o
motocicletas con el tanque lleno los 365 días del años. ¿Y quien paga
eso?, nosotros los cubanos de a pie.
La comunicación es la madre de la prosperidad y las buenas relaciones
humanas, pero también es una vía efectiva para movilizar ideas, entablar
el diálogo y organizar movimientos sociales de alcance nacional. Nada de
esto le conviene al régimen cubano. Ni la CIA, ni el imperialismo, los
verdaderos enemigos de la «Involución Cubana» somos usted y yo, los
cubanos de a pie, el pueblo, el gigante dormido.
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/los-verdaderos-enemigos-de-la-revolucion-cubana-283634
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