El parque de las risas y las lágrimas
Miércoles, Marzo 27, 2013 | Por Jose Antonio Fornaris
LA HABANA, Cuba, marzo, www.cubanet.org -Todos los días, de lunes a
viernes, en el pequeño parque de la calle K y las avenidas Novena y
Calzada, frente a la antigua funeraria Rivero, se reúnen cientos de
personas. Muchas llegan para una cita pactada de antemano, otras
acompañando a las que fueron convocadas. Es la antesala de la entrada a
la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana.
Antes de la siete de la mañana comienza el rito. Un empleado cubano de
la sede diplomática, altavoz portátil en mano y con la asistencia de dos
o tres de sus compañeros, comienza a leer nombres de una extensísima lista.
Los nombrados, después de patentizar su presencia con un grito de
"aquí", y entregar su Carné de Identidad, reciben la indicación de
cruzar la avenida Novena e irse situando unos detrás de otros, dando
comienzo a una fila que llega a tener decenas de metros.
Ese es el primer llamado, antes de la una de la tarde habrá otros dos.
Un poquito después de las ocho, la fila recibe la orden de moverse hacia
el área de la representación diplomática que está a unos 70 metros del
parque. Esas personas son las que aspiran a obtener una visa de visita.
Otorgarla o no es una prerrogativa del funcionario estadounidense a
cargo de efectuar la entrevista.
Tras el primer llamado a los que ansían la visa de visita, casi siempre
personas mayores, toca el turno a los que han sido citados con vista a
lograr la visa de reunificación familiar. A esos se les denomina los de
salida definitiva.
Con estos últimos se repite la misma forma de nombrarlos y la obligación
de entregar el carné, pero a este grupo, mucho menor que el anterior, le
corresponde hacer la fila cruzando la avenida Séptima o Calzada.
A partir de ese momento es que en el parque, donde es en extremo difícil
que pueda sobrevivir una hierbita, existen algunos espacios vacíos. Pero
sobre las diez de la mañana, comienza la etapa de mayor dramatismo en
esta diaria historia.
A esa hora, el rostro de los familiares que fueron citados ya refleja
angustia, y la vista se mantiene fija en la verja de entrada y salida de
la representación diplomática. La zozobra va aumentando según pasan los
minutos. Es una angustia que solo he apreciado en la Terminal 2 del
Aeropuerto José Martí, precisamente cuando se está en espera de que por
la puerta de cristal surja el familiar, que después de larga ausencia,
viene de los Estados Unidos.
En cuanto lo divisan, van a su encuentro. Si le otorgaron la visa, hay
llanto o alguna lágrima, y en algunos casos saltos de alegría. Si no la
lograron, también hay llanto, y a veces, los funcionarios de la sede son
tildados como lo peor de la galaxia.
Una de las cosas, ajenas a nuestra historia anterior a 1959, que ha
logrado el régimen comunista, tal vez como un contrasentido, es la
necesidad de los cubanos de mirar y apreciar al norte como el único
sitio del éxito y la esperanza. Revertir ese magnetismo, aun estando la
Isla en condiciones normales, costará mucho trabajo.
josefornaris@gmail.com
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