27-05-2010.
Efren Fernández Fernández
Preso de Conciencia de la causa de los 75
(www.miscelaneasdecuba.net). La esclavitud en pleno siglo XXI, está
severamente prohibida, pero de forma solapada aún prevalece en Cuba, a
pesar de no estar permitida por la actual Carta Magna.
También, en la mayor de las Antillas, el artículo 14 de la Constitución
de la República veda la explotación del hombre por el hombre. Sin
embargo, las autoridades de esta prisión talmente parece que han
encontrado un conjuro mágico que ha hecho retroceder el tiempo hacia
siglos pasados pues estas dos aborrecibles prácticas existen en este
recinto penitenciario.
Unas de las evidencias es el caso de 8 presos comunes dedicados a
confeccionar diferentes objetos artesanales, en un reducido e inhóspito
taller que ellos han acondicionado con recursos propios. Al frente de
esa labor se encuentra el temido sud teniente Elvio Anache Fundora más
conocido por el apodo del indio.
Este militar que es repudiado por su contante agresividad, malos tratos
e incluso por sus golpiza contra los presos, se comporta en ese taller
como un mayoral, que explota sin compasión a los reos artesanos.
Estos cautivos cumplen a cabalidad la norma de producción establecida,
no obstante de los 275 pesos que deberían ganar mensualmente solo
perciben 150 pesos a lo sumo.
La trabajadora civil que atiende las finanzas en la prisión nombrada
Yamelis manifiesta que ella desconoce el porqué una parte considerable
de sus respectivos salarios se esfuma. Por su parte el militar Anache
Fundora refiere que el no sabe nada al respecto ya que eso es
incumbencia de la entidad estatal del pueblo de Guanajay, que
comercializa los productos artesanales.
Esta situación, viola la regla 73 inciso dos de las Reglas Mínimas para
el Tratamiento de Reclusos de las Naciones Unidas, donde se establece
que la administración de la prisión tiene la obligación de asegurar que
las condiciones del contrato sean absolutamente explicitadas debiendo
garantizar el pago de salario normal a cada preso por su rendimiento.
Varios militares de esta prisión, así como algunos familiares de los
presos residentes en el poblado de Guanajay, le han manifestado a los
reos artesanos que el sud teniente Anache Fundora para su lucro personal
vende en esta localidad muchas de las obras artesanales de los presos.
Algunos de los cautivos artesanos le tienen pánico a este verdugo de la
dictadura que para enriquecerse les exige una producción que excede lo
normado. Con este proceder no solo los explota y los esclaviza a ellos
pues también hace sufrir muchísimo a su respetiva familia ya que son las
suministradoras de casi toda la materia prima con la cual confeccionan
los trabajos.
Muchos individuos tan malhechores y abusadores como este oficial son los
encargados de custodiar y rehabilitar a los presos en Cuba.
El inescrupuloso Anache Fundora también utiliza su jerarquía militar
para apropiarse indebidamente de recursos estatales los cuales esconde
en esta prisión que es su madriguera. Por ejemplo al preso común
Yunieskis García Márquez, del destacamento numero 7 que trabaja en el
taller de artesanía lo hace cómplice de su fechoría ya que si es
descubierto un motor eléctrico que el sud teniente Anache Fundora oculta
en ese local, ese preso debe alegar engañosamente que es suyo.
También en las proximidades de una pequeña fábrica de bloques y otros
elementos para la construcción ubicada en la parte posterior de la
prisión tiene escondida una hormigonera de color amarillo, fruto de su
raterismo, cuyo motor lo mantiene guardado disimuladamente a escasos 4
metros del lugar.
Si viniera a la prisión alguna visita o inspección de las autoridades
superiores y se interesaran por la hormigonera, el preso común Eloy
Cárdena Valdez del destacamento número 6 tiene que decir sumisamente la
gran mentira indicada por Anache Fundora de que el referido aparato
pertenece a la fraudulenta escuela de capacitación técnica en oficios
ubicada al lado de la fábrica.
La barbarie y la perversidad de este oficial corrompen, degrada y daña a
los presos, sus familiares y la sociedad.
En la llamada escuela de capacitación técnica en oficios,
aproximadamente unos 25 presos recibieron un curso de albañilería y otra
cantidad similar el curso de carpintería, durante los meses de noviembre
a febrero, donde las calificaciones de albañiles y carpinteros B, sin
tener en cuenta que la mayoría no saben poner un ladrillo en una pared
en construcción, ni aserrar con un serrucho una tabla.
En varias ocasiones estos presos tuvieron que trabajar en la fábrica
anteriormente citada, trasladando bloques de un lugar a otro sin
percibir un centavo.
Antes de comenzar en esta escuela les prometieron que recibirían en cada
uno de los tres meses del curso un estipendio de 85 pesos, es decir 255
pesos en total, pero ya han pasado tres meses de haber finalizado el
curso, y aún el dinero no acaba de aparecer.
En la fábrica de bloques y otro elementos para la construcción, donde
trabajan 24 presos comunes, hasta el pasado mes de abril con un esfuerzo
sobre humano, devengaban un salario mensual de hasta 900 pesos por el
sobre cumplimiento de la extenuante norma establecida. Los militares de
la prisión manifestaban públicamente su desacuerdo por considerar muy
elevado los sueldos de estos presos, que con el agobio y sudor de su
frente realizan una labor meritoria.
Estos oficiales, con su odio, envidia y ambición característica
obstaculizan y frenan el buen desenvolvimiento creativo y productivo.
Ellos como secuaces de la dictadura no quieren que nadie gane con su
esfuerzo un sueldo superior a sus elevadísimos y privilegiados salarios.
Por eso, a partir de ahora los presos que trabajan en la referida
fábrica ganarán alrededor de un 45% menos de salario. No obstante
deberán seguir laborando con la misma intensidad.
A estos cautivos que realizan la mayor parte del trabajo de forma manual
con procedimientos obsoletos, les suministran una alimentación
excesivamente pésima que no suple el descaste físico que ha demacrado
sus rostros.
El colmo de la desfachatez y la farsa gubernamental que desarrolla una
explotación desproporcionada sucedió cuando lacearon profundamente a
estos presos e incluso al resto de la población penal.
Resulta, que para cinematografiar la producción de los bloques, trajeron
7 overoles de color azul y 7 cascas de color amarillo, con los cuales
vistieron a 7 reclusos que fueron los únicos en aparecer en las
engañosas imágenes que no muestran la triste realidad de estos hombres
que en su mayoría trabajan con ropa andrajosa y que casi están descalzos
por el mal estado de sus calzados sin contar la ausencia de medios de
protección.
Al culminar la filmación, los presos debieron devolver los atuendos de
la actuación. Estas atrocidades quebrantan la regla 74, inciso 1 para el
tratamiento de recluso de las Naciones Unidas, pues las autoridades
penitenciarias no toman las precauciones pre escrita para proteger la
seguridad y la salud de los presos trabajadores.
De los 24 presos que laboran en la fábrica, 4 no perciben ni un centavo,
pues están optando por una plaza remunerada. En igual situación se han
encontrado algunos de los que ya ganan un sueldo pues con anterioridad
debieron trabajar muchísimo sin recibir honorarios.
En las mismas circunstancias están muchos presos, que trabajan y no
tienen salario. Algunos lo hacen para no estar encerrado todo el día y
otros para tratar de lograr un empleo remunerado cuando exista la
posibilidad.
En estos casos las autoridades penitenciarias suelen exigirle que
escriban sus generales y plasmen sus rúbricas en un documento que de
manera arbitraria elaboran con antelación para justificar la esclavitud
de estos presos que supuestamente solicitan trabajar sin percibir un sueldo.
También existen reos que realizan una labor remunerada y sin embarco no
perciben ni un centavo pues ilógicamente su sueldo lo devengan los
presos confidentes de los militares o van a parar a un lugar incognito.
Casi todos deben conseguir sus implementos de trabajo con sus familiares
y son coaccionados constantemente por los militares que en ocasiones
llegan a ofenderlos con palabras obscenas e hirientes, chantajeándolos
con dejarlos cesantes y encerrados en sus respectivos destacamentos
cuestión que afectaría en el futuro sus buenas aspiraciones.
Toda esta crueldad pone al descubierto una vez más la falsedad del
Informe Nacional de la República de Cuba, que el gobierno presentó en el
año 2009 al examen Periódico Universal del Consejo de Derechos Humanos,
donde en uno de sus párrafos decía, que el trabajo en las prisiones
cubanas era remunerado según las tarifas salariales vigentes en el país
garantizándose la protección e higiene en la realización de las labores.
Esta inhumanidad, infringe los artículos 43 y 45 de la Constitución de
la República que estipulan la remuneración equitativa por el trabajo
realizado. Y viola la reglas 76 inciso 1 para el tratamiento de recluso
de las Naciones Unidas que determina el pago equitativo a los reclusos
trabajadores y, la 71 inciso 4 donde se especifica que el trabajo deberá
contribuir por su naturaleza a mantener o a aumentar la capacidad del
preso para ganar honradamente su vida después de su liberación.
La lamentable situación de la gran mayoría de los presos que trabajan en
esta prisión de Guanajay, jamás lo reeducaría o rehabilitarían. Pues el
servilismo imperante los deforma convirtiéndolos en hombres fingidores,
mentirosos, deshonestos y viles.
El gobierno cubano debería tomar cartas en el asunto y tener presente la
sentencia de Samuel Feijoo que dijo "empleo sin salario produce ladrones."
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=28028
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