21:06 (29-05-2010)
"El régimen tortura a los presos sin comida, sin luz y sin atención
médica", revela a LA GACETA Dariel Alarcón Ramírez, ex alto dirigente
cubano.
París.- "Raúl es mucho peor que Fidel". Dariel Alarcón Ramírez, alias
Benigno, sabe bien de lo que habla porque fue amigo íntimo de los
hermanos Castro y sirvió durante 36 años al régimen de la isla. Con tan
sólo 16 años conoció a "unos hombres vestidos de uniforme verde oliva,
con barba y que cargaban fusiles, cuando acudieron a mi finca en Sierra
Maestra pidiendo comida ; yo les abastecí durante varios meses". Pero
cuando la Guardia de Batista se enteró de la inocente colaboración de
Benigno con el Ejército Rebelde, los soldados llegaron a su casa y
asesinaron a su mujer. "Fue mi ansia de venganza y de hacerme con un
fusil lo que me llevó a echarme en los brazos de Fidel Castro, Camilo
Cienfuegos y el Che Guevara". Dariel cuenta en exclusiva a LA GACETA que
ocupó varios puestos dentro del Gobierno, entre ellos, coronel de la
Inteligencia Cubana y entrenador de extranjeros. "Poco a poco fui viendo
cosas que me desagradaban, pero me horrorizaba pensar que Fidel, al que
yo quería como a un padre, nos había engañado".
Aunque consideraba que marcharse de Cuba era un acto cobarde, el tener
que vivir entre tanta corrupción "se convirtió en una verdadera
tortura". "Me vigilaban constantemente, pero en el año 1996 conseguí el
asilo político en París y me fui".
-Dice que ahora se arrepiente de haber sido amigo íntimo de Fidel y
Raúl, ¿en qué se diferencian los hermanos Castro?
-Aunque el que sigue moviendo los hilos en la isla es Fidel, porque es
el inteligente de los dos, el más maquiavélico y el dictador, yo diría
que Raúl es mucho peor que su hermano porque para todo utiliza la
fuerza. Ha conseguido militarizar a todo el país y estoy seguro de que
ya tienen preparado a un sucesor.
-Dicen que la muerte del ex preso Orlando Zapata ha supuesto un antes y
un después en la isla, ¿qué papel desempeña la disidencia? ¿Cree que el
régimen está en un momento de extrema debilidad?
-Yo considero que la disidencia está realizando un papel extremadamente
importante y me siento orgulloso de ser cubano gracias a ellos.
Desgraciadamente, muchos de estos grandes luchadores no lograrán ver el
fruto de su sacrificio. Sin embargo, estoy seguro de que el cambio
llegará a la isla algún día. Por otro lado, los Castro siempre buscan la
forma de poder acusar a otros de sus males y de cubrirse las espaldas.
Gracias a Gobiernos como el de Chávez y Morales y a los infiltrados que
tienen en el extranjero, que les informan de los pasos de los
opositores, consiguen mantenerse a flote. El presidente venezolano ayuda
mucho a Cuba. De su parte, llegan diariamente a la isla 96.000 barriles
de petróleo, que –según Chávez– son gratuitos. Pero eso no es verdad.
Esa ayuda se paga con los más de 40.000 cubanos profesionales de
distintas ramas que hay en Venezuela.
-Uno de sus primeros trabajos como mano derecha de Fidel tras la
revolución fue el entrenamiento a guerrilleros extranjeros. ¿Dónde y
cómo llevaban a cabo esta formación?
-Los campos de entrenamiento estaban repartidos por todo el país, pero
la base central era la de Pinar del Río. Yo llegué a entrenar a unos
4.000 extranjeros de todas las nacionalidades, de toda América Latina,
menos de Costa Rica, porque hasta haitianos he preparado, más los
africanos. Ellos llegaron pidiendo ayuda para hacer su revolución. Yo
los preparaba militarmente, desde cómo se formaba una base militar hasta
el manejo de explosivos; los sacaba de allí hechos unos verdaderos
rangers. Éstas eran las escuelas PETI directamente dirigidas por Fidel y
por Manuel Piñeiro Losada. Del mismo modo, en distintos puntos de La
Habana también se formaba a otro tipo de extranjeros para la lucha
urbana. Allí se aprendía a poner bombas en las ciudades, actividades
relacionadas con el espionaje, se entrenaba con todo tipo de artefactos,
se enseñaba a asaltar bancos...; en definitiva, a desestabilizar las
capitales. El objetivo era lograr que ellos, en un momento dado,
obtuvieran lo que nosotros habíamos conseguido en Cuba: tener a su
propio Fidel. Pero es cuando va pasando el tiempo cuando yo me doy
cuenta de lo que verdaderamente se está sembrando en nuestro país: nos
enseñaron a tener miedo a todo, a odiar a quien no estaba con la revolución.
Grandeza internacional
-¿Quién iba para la lucha urbana?
-Normalmente, seleccionábamos de cada grupo a 5 ó 6 que reunieran una
serie de condiciones para que se ocuparan de la lucha urbana. Al resto
se les preparaba para la guerra de guerrillas. En Cuba se entrenó a las
FARC, a ELN, Tupamaros, Sandinistas… Gente como el uruguayo Raúl Sendic
o como Pedro Antonio Marín Tirofijo, fundador de las FARC.
-¿Entre estos terroristas se encontraban etarras vascos?
-Yo directamente no entrené a ninguno, porque yo me dedicaba a la
preparación de guerrillas y allí ellos no estaban. Pero sí conocí a
varios vascos en Cuba que se formaban en la lucha urbana. Ellos estaban
protegidos por el Gobierno, lo que pasa es que no se les conocía por sus
nombres reales porque se movían con pasaportes falsos sin su verdadera
nacionalidad. Los vascos irían seguramente a Cuba a aprender sobre el
conocimiento que tenía la isla en explosivos.
-¿Qué recibía Fidel por preparar a los guerrilleros?
-El entrenamiento era a cambio de que esta gente tuviera la oportunidad
de tener una revolución como la nuestra y, según decía Fidel, de
llevarles la libertad. Hubo un enfrentamiento con los rusos, ya que
entre Cuba y Rusia se había firmado un pacto por el cual se aseguraba
que no se ayudaría a ningún movimiento armado. Pero Fidel sí lo hacía
porque esos grupos le trataban a él con respeto. Le otorgaban grandeza
internacional, que era lo que él buscaba. El poder era y es lo que
verdaderamente vuelve loco a Fidel. Así dedicamos más de 20 años a
preparar hombres para la lucha.
-¿En qué tipo de condiciones vivían estos grupos armados?
-Primero de todo, cuando ellos conseguían entrar en Cuba, se les
facilitaba una documentación falsa para moverse por el país. Una vez
allí, se les alojaba en residencias en Miramar, la misma urbanización en
la que viví yo y donde aún reside la alta dirigencia cubana. Todo esto
estaba atendido por el Comité Central del Partido Comunista y
directamente eran Fidel Castro y Manuel Piñeiro quienes daban esa
atención especial a los extranjeros. También disfrutaban de los mismos
privilegios que tenían los castristas. Eso sí, a ellos no se les dejaba
conducir, por lo que tenían chófer propio con su coche para llevarlos a
donde tuvieran que ir. Incluso los acompañaban cuando iban de fiesta a
cabarés cubanos como Tropicana, a las playas, de excursión por la isla...
-¿Recibían también un salario en dólares estos terroristas extranjeros?
-Sí recibían un salario, pero yo no tengo constancia de que éste fuera
en dólares. Lo que sí sé es que después del entrenamiento en Pinar del
Río, que solía durar entre tres y seis meses, se les llevaba a otras
residencias en La Habana, donde también se alojaban con todos los gastos
pagados y se les daba, además, una ayuda de 60 pesos cubanos al mes para
ir al cine o comprarse algo especial. Una vez allí, se les entregaba a
cada uno una nueva documentación: una tarjeta de técnico extranjero.
-¿Cómo lograban regresar a su país?
-El departamento América les preparaba su nueva documentación falsa,
porque no era nunca la suya original, para que volvieran a su país.
Normalmente, los sacábamos siempre por la Unión Soviética y de ahí a
Europa. Estaba todo muy bien organizado y planeado.
-¿Actualmente se continúa con estos entrenamientos o se da refugio a
terroristas en Cuba?
-Ya no creo, porque Cuba ya carece de ese atractivo y de ese poder
económico. Aunque, sinceramente, tampoco lo descarto. Algunos sí me
consta que se han quedado allí, entre ellos vascos. Yo tuve una relación
muy cercana con dos o tres de ellos porque eran amigos de mi compañero,
que los entrenaba, y compartí, en varias ocasiones, mesa y mantel con
ellos. Pero a Cuba también ingresaron otro tipo de gente, no sólo estos
terroristas, como por ejemplo, Robert Vesco, que era un fugitivo
narcotraficante americano perseguido por el Gobierno estadounidense por
estafa al fisco, pero que Cuba lo puso de director de Cayo Largo. Fidel
daba facilidades a este tipo de gente para vivir allí como
narcotraficantes, pudiendo introducir droga en el país y obtener una
fuente importante de divisas.
-A partir de este momento, cuando usted ve tanta corrupción, es cuando
empieza a distanciarse de Fidel...
-Sí, pero yo no me lo podía creer. Me horrorizaba pensar que todo había
sido una farsa porque como yo era analfabeto, por mi falta de educación,
había sido diseñado a la forma de Fidel. Yo lo consideraba mi padre. Aún
yo tenía una venda en los ojos. Entonces me destinaron a Bolivia junto
al Che.
-¿Qué significó para Fidel la muerte del Che en Bolivia?
-El Gobierno cubano explicó que el Che y la guerrilla en Bolivia habían
fracasado porque no obtuvieron el respaldo del Partido Comunista de
Bolivia. Pero eso fue mentira. Fidel nos garantizó que allí obtendríamos
la ayuda suficiente para seguir adelante con la operación, pero nos
dejaron solos. Nosotros pensamos que Fidel nos había engañado, pero no
nos atrevimos a hablarlo con el Che. Fidel abandonó al Che en Bolivia
porque quería sentirse dueño y señor de todo el territorio cubano. El
lema que siempre se había escuchado en Cuba era "Fidel, Camilo y el Che"
–de Raúl nunca se hablaba–, y eso el comandante en jefe no lo podía
soportar. Ahí Camilo, quien fue siempre mi tutor, y el Che firmaron su
sentencia de muerte. Él no quería un segundo. Fidel nos mandó a todos
nosotros y al Che a una muerte segura.
-Después de Bolivia, usted fue supervisor de prisiones de Occidente.
¿Vio torturas en las cárceles?
-Hasta que llegué a ese puesto considederaba que esas acusaciones eran
completamente falsas. Pero una vez allí lo vi con mis propios ojos.
Torturas
-¿Cómo se tortura en Cuba?
-Las condiciones en las que se vive son inhumanas. Se da tres comidas al
día a todo aquel preso común que está en cárcel abierta, los que tienen
derecho a trabajar. Pero el que vive en cárcel cerrada, entre los que se
encuentran la otra parte de comunes y los políticos, porque para el
régimen no existe esa categoría; intenta sobrevivir. Hay dos cárceles
conocidas como Kilo 5 (Pinar del Río) y Kilo 7 (Camagüey) que tienen dos
y tres pisos subterráneos donde meten a todo preso que consideren
rebelde. Ésta es una de las torturas más temidas, pero utilizadas. Allí,
sólo tienen derecho a un día de sol al mes, y si se lo ganan. Si tú eres
un opositor político, el régimen crea todas las condiciones para que tú
caigas por una causa común y puedan llevarte entre rejas. A los que
están en cárcel cerrada sólo se les da una comida al día porque
consideran que, al no tener trabajo, no gastan energía. El único derecho
que tienen es el de solicitar un médico, pero muchas veces se lo
deniegan o se lo demoran según convenga. Yo luché para que todas estas
condiciones cambiaran, como –por ejemplo– exigir que los presos tuvieran
su horario de visitas y pudieran formarse. Algunos me llegaron a llamar
"el papá de la cárcel".
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