martes, 30 de diciembre de 2014

No todo está atado y bien atado en la negociación Cuba-EEUU

No todo está atado y bien atado en la negociación Cuba-EEUU
Aunque las apariencias dibujan el espejismo de que en esta nueva
realidad política solo cuentan los intereses de EEUU y la dictadura
cubana, por suerte para el pueblo cubano no es así
Darsi Ferret, Miami | 29/12/2014 12:35 pm

El modelo impuesto en Cuba por los Castro no es otra cosa que una
trasnochada, rígida e improductiva dictadura castrense de corte
familiar. Similar a la también arruinada y arcaica dinastía familiar de
los Kim en Corea del Norte. Se basa en un control absoluto del poder
montado sobre un concepto medieval de producción de riqueza, que
consiste en someter como siervo a todo el que esté o les caiga bajo sus
botas.
A esta camarilla explotadora e insensible lo único que les importa son
sus privilegios de clase, ni el país ni el pueblo son su prioridad. Han
podido persistir por más de medio siglo tras las alambradas del
aislamiento, justificados con el manido argumento de la plaza sitiada o
la lucha contra el enemigo externo.
Además, contando con el cheque externo que ha pagado sus facturas,
primero salido del bolsillo de la desaparecida URSS y en los últimos
años con el sello made in Venezuela. El resultado para la nación es una
estela de destrucción que está tocando fondo.
El descalabro imparable de los benefactores chavistas, cuya incapacidad
los ha llevado a la miseria nacional y los actuales precios del petróleo
no les dejan posibilidad de sobrevivencia, llevó a los mafiosos cubanos
a saltar del barco ideológico como las ratas cuando huelen el peligro y
consiguieron caer en brazos del "imperio malvado".
En ese nuevo escenario, se sabe que harán hasta lo imposible por
resistirse a cualquier cambio que ponga en peligro su existencia, y
tratarán de capitalizar la normalización de relaciones con EEUU en
función del vital acceso a sus dólares y créditos, sin soltar un ápice
en el espectro político.
Sus macabras intenciones, que se entienden por la naturaleza de tal
pandilla, se sostendrán en el tiempo lo mismo que un merengue en la
puerta de un colegio. No tienen la más mínima oportunidad de salirse con
la suya. Como dice el refrán: "…una cosa quiere el tigre y otra bien
distinta el cazador".
Lo peor para ellos es que la normalización de las relaciones entre ambos
gobiernos no se limita a lo único que deseaban, o sea, devolución de sus
espías y, sobre todo, levantamiento de las sanciones económicas y libre
flujo hacia la Isla de la moneda capitalista. Las nuevas dinámicas van
más allá e incluyen el desmoronamiento del argumento ideológico con el
que justificaban todos sus fracasos y atropellos contra el pueblo.
Aunque las apariencias dibujan el espejismo de que en esta nueva
realidad política solo cuentan los intereses de EEUU por un lado y la
dictadura cubana por el otro, por suerte para el pueblo cubano no es así.
Se conoce las intenciones de los Castro, y se intuye que las de Obama
están relacionadas con una prioridad que no puede ignorarse en el juego
geoestratégico; la seguridad nacional. Y esta variable se concatena de
la siguiente manera: las circunstancias indican que muy pronto se viene
abajo el quebrado régimen chavista y con él desaparece el subsidio del
que se sirve la dictadura para pagar sus viles. Esta situación
irreversible trae consigo la turbulencia de provocar un estallido social
en la Isla.
El desplome de los Castro daría paso a un vacío de poder con la
consecuente inestabilidad en el país. Sobra entonces dilucidar las
consecuencias directas de esa deriva, entre ellas el éxodo masivo hacia
EEUU, y el peligro de que en Cuba se establezca el narcotráfico y el
terrorismo internacional por su atractiva cercanía a los vecinos del Norte.
En fin, la inestabilidad en la islita con forma de caimán se convierte
automáticamente en una amenaza para la seguridad nacional de EEUU y
obliga a ese país a asumir una respuesta militar mediante una invasión
con sus marines en busca de imponer el innegociable control.
Nada más aterrador para el Pentágono y la Casa Blanca en el actual
contexto por el enorme costo político a nivel internacional de
encontrarse obligados a una acción de esa envergadura.
Hay otro factor del que no se está hablando y menos tomando en cuenta, y
son los intereses y aspiraciones del vilipendiado pueblo cubano.
El régimen de La Habana intenta dirigir el júbilo popular despertado por
la implementación de las radicales medidas de acercamiento al regreso de
los espías, calificados por ellos de héroes.
Sin embargo, la reacción en los cubanos de a pie responde a otras
motivaciones, está conectada a un despertar de sus esperanzas. Después
de medio siglo de inmovilismo y de andar sin rumbo ni solución a sus
problemas, asocian que algo debe empezar a salir en su beneficio cuando
el principal obstáculo que les esgrimían de pronto ya no está y pasa a
ser el amigo del que, nada más y nada menos, Raúl Castro pretende vivir
en lo adelante.
La llegada en algún momento de mayores posibilidades de conexión a
Internet y la información ilimitada y sin censura que esta distribuye,
la interrelación con el mundo que está fuera de las murallas del
calabozo nacional, las facilidades de viajes al exterior, el contacto
directo con los "yumas" cargados de billetes, las oportunidades de
negocios legales o no, el resquicio que permita de alguna manera una
menor dependencia del régimen, en resumen, la sensación de por primer
vez poder andar y hasta comparar en la concreta lo que se tiene como
vida y lo negado por el grupito en el poder, inexorablemente se
convertirá en un boomerang que siempre va a tender al caos que
sobreviene cuando se estimula el apetito de la codicia y de las
aspiraciones personales.
En todo momento hay que recordar que a pesar del medio siglo de
descalabro por la ruta de la incivilidad, el pueblo cubano está
arraigado a la cultura Occidental y muy apegado a los conceptos y
valores de la modernidad.
A estos efectos sociológicos se suma el hecho de que para la dictadura
las buenas relaciones con su antiguo enemigo significan tener que
moverse a partir de ahora en un marco internacional donde será
calificado por sus acciones y tendrá la responsabilidad de responder a
los cuestionamientos de las distintas instituciones y gobiernos.
Por lo menos, no podrá justificarse en el hecho de estar fuera y sin
obligaciones de las estructuras políticas donde confluye el concierto de
naciones normales y existen mecanismos que regulan el comportamiento
civilizado, acorde a los estándares de la época que vive la Humanidad, y
en donde exhibirse como una mera dictadura tendría cualquier cosa menos
legitimidad y aprobación.
Una dosis de lección de la historia reciente muestra la abrumadora
ansiedad, el descontrol o salida de las manos y las transformaciones
impensables que provoca en las sociedades cerradas o sometidas cualquier
atisbo de libertad devenido de cambios inesperados por mínimos que estos
sean.
Un ejemplo válido lo constituye el Acuerdo de Helsinski. Este se adoptó
en la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa, en el año 1975,
para mejorar las relaciones entre los gobiernos comunistas y los países
occidentales, y así rebajar los peligros y tensiones de la guerra fría.
Entre otras cosas, el Pacto sirvió para legitimar las fronteras como
estaban trazadas después del reparto de la Segunda Guerra Mundial, pero
también incluía el compromiso de promover la defensa de los derechos
humanos, además del respeto a la ley internacional y la coexistencia
pacífica.
Los regímenes totalitarios firmaron ese documento histórico convencidos
de estar en capacidad de burlar sus compromisos, sin embargo, bajo la
sombrilla de esos acuerdos se cobijó el movimiento opositor que fue
determinante en el derrumbe del imperio soviético y sus satélites. Y
estas fueron unas consecuencias jamás percibidas ni esperadas por los
malhechores que contaban con todo el poder para creerse inamovibles.
El caso de Polonia también resulta ilustrativo. La situación de
empeoramiento de la crisis económica, en 1988, condujo a la huelga de
los trabajadores en varios astilleros y minas del país.
El presidente de aquel entonces, el comunista Wojciech Jaruzelski, se
vio sin el apoyo represivo de los tanques soviéticos y decidió entrar en
una negociación con los líderes de la oposición, encabezada por el
Sindicato Solidaridad, en la cual supuestamente tenía todo controlado y
era cosa de conceder algunas limosnas para desarticular la amenaza del
malestar y reclamo popular.
De la mesa de negociación se fue a unas elecciones donde los opositores
solo podían disputar algunos escaños previamente acordados, y los sin
poder terminaron barriendo del poder a los que supuestamente no había
manera de desplazar.
La experiencia de la Unión Soviética fue algo parecida. Cuando el batón
de la presidencia cayó en manos de Mijaíl Gorbachov, la situación
económica que atravesaba ese país era desastrosa.
El líder del Kremlin de Moscú optó por introducir determinadas reformas
estructurales, con el propósito de hacer viable el sistema y contando
con todo el andamiaje represivo de la KGB que por más de 70 años había
mantenido sometida a la población.
Comenzó con la Perestroika, que consistía en la implementación de
aperturas económicas, y al llegar a la Glasnost, permitiendo cierta
libertad de expresión, el resultado fue catastrófico para sus
intenciones. Una vez que se abrió la hendidura los soviéticos se
empeñaron de modo decidido y no pararon hasta derribar los muros de la
opresión.
Unos pequeños cambios despertaron de golpe las ansias de libertad del
pueblo sometido y apático, y en ese momento se invirtió la ecuación y
quien tenía el control término siendo removido.
Se puede concluir que Raúl Castro no está dotado con cualidades
especiales que lo hagan diferente a otros dictadores que las
circunstancias los han obligado a salir del atrincheramiento para tener
que lidiar con nuevas dinámicas políticas, en un escenario movedizo
donde no tienen todas las de ganar.
Al menos es signo de debilidad y desesperación caer en brazos de quien
por diseño debería ser el perenne enemigo. Más, si ese acercamiento con
el "Coco" se materializa sacrificando y dejando abandonado al principal
aliado, por demás quien hasta hoy lo mantiene con sus petrodólares.
A la oposición cubana le ha ciado el reto por carambola de unirse en un
gran bloque por primera vez y salir a reclamar el ser tomado en cuenta,
o quedará de simple espectadora reaccionando con quejas pero fuera de la
mesa en la que se planifica el destino de la nación.
El pueblo de la Isla tiene ahora la oportunidad de identificar todo lo
que constituya una hendidura, para por ahí empujar con todas sus fuerzas
y tratar de echar abajo las barrederas. Se ha abierto una etapa
definitoria, por mucho que lo quieran ocultar hay destellos de luz al
final del túnel.

Source: No todo está atado y bien atado en la negociación Cuba-EEUU -
Artículos - Opinión - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/no-todo-esta-atado-y-bien-atado-en-la-negociacion-cuba-eeuu-321392

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