Agricultura familiar alivia escasez de alimentos en oriente cubano
Por Patricia Grogg
SANTIAGO DE CUBA, Cuba, 26 dic 2014 (IPS) - En la mesa de Damaris
González y Omar Navarro no faltan la carne y las hortalizas desde que
obtienen casi todos sus alimentos en su finca La Revelación, ubicada en
las afueras de Santiago de Cuba, a 765 kilómetros al este de la capital.
En las tres hectáreas que labora hace siete años como usufructuarios, el
matrimonio combina técnicas agroecológicas con la utilización racional
de los recursos naturales, según lo aprendido en los cursos de
permacultura que imparte en la ciudad el no gubernamental y ecuménico
Centro Cristiano de Servicio y Capacitación Bartolomé G. Lavastida
(CCSC-Lavastida).
"Tuvimos que desprogramarnos para empezar a usar estas técnicas, porque
cuando se ha sembrado lo mismo toda la vida cuesta creer que es posible
multiplicar cultivos y dejar de usar químicos": Omar Navarro.
"Antes cultivaba una o dos variedades, sobre todo de viandas (algunos
tubérculos esenciales de la dieta cubana). Si no se vendía o se perdía
la cosecha nos quedaba poco para subsistir", dijo Navarro a IPS.
El agricultor es el coordinador del Comité Gestor Local de uno de los
microproyectos de producción alimentaria impulsados por la organización
religiosa en áreas rurales de las provincias orientales de Camagüey, Las
Tunas, Holguín, Granma, Guantánamo y Santiago de Cuba.
Cuando iniciaron esta colaboración a través de una iglesia local, en
2009, González y Navarro, junto con otros 10 activistas ecuménicos,
recibieron durante nueve meses capacitación sobre permacultura,
agroecología, género, gestión de negocios, conservación de alimentos y
nutrición, entre otros temas.
"Tuvimos que desprogramarnos para empezar a usar estas técnicas, porque
cuando se ha sembrado lo mismo toda la vida cuesta creer que es posible
multiplicar cultivos y dejar de usar químicos", confesó Navarro, de 52 años.
El microproyecto les brindó apoyo económico para mejorar la
infraestructura de la finca y comprar animales, con el compromiso de que
parte de los beneficios lleguen gratuitamente a sectores vulnerables de
la comunidad, como enfermos terminales, personas con el virus de
inmunodeficiencia adquirida (VIH), anémicos y ancianos.
González, ingeniera de profesión pero dedicada al campo para mejorar los
ingresos de la familia, cree que el principal logro ha sido garantizar
una dieta balanceada.
"Usamos la lombricultura y el compost de materia orgánica como abono
natural, sin ningún químico, por lo que nuestro alimento es más
saludable", consideró esta administradora de la finca familiar, donde el
matrimonio vive con su hijo de 11 años.
En ella se incorporaron recientemente otros seis trabajadores que
completan la atención a tres estanques para cultivar hasta 5.000
alevines de tilapia roja, canteros de hortalizas, sembrados de vegetales
y frutales, un semillero y 200 animales de cría, entre ovejas, cerdos,
gallinas, patos y siete ejemplares de reses.
"La comunidad saca provecho de que seamos más productivos porque
vendemos el excedente a precios bajos con respecto a la oferta de los
mercados agropecuarios", agregó González, de 48 años, mientras muestra
la libreta donde contabiliza a mano el resultado de las cosechas.
Con la capacitación constante y apoyos económicos puntuales, el
CCSC-Lavastida contribuye desde hace 17 años a empoderar personas del
campo en la producción de sus alimentos, con un enfoque ecológico e
incentivando la participación activa de las mujeres.
Según declaró a IPS el agrónomo César Parra, la institución fundada en
1995 ha ejecutado 87 microproyectos con apoyo de organizaciones
internacionales cristianas como PAN para el Mundo y Acción Ecuménica
Sueca. De ellos, 70 por ciento son agroalimentarios.
En 2014 mantuvieron 32 en activo, que benefician directa o
indirectamente a unas 600 familias en toda la región oriental, la más
empobrecida del país.
Algunos de esos grupos cuentan con más de un sistema de permacultura, la
agricultura que se armoniza con los ecosistemas locales, introducida en
la isla caribeña en los años 90 como respuesta a la crisis económica,
que desató la caída del socialismo europeo y que persiste hasta hoy.
"Se trata de crear asentamientos humanos sostenibles, siguiendo la ética
del cuidado de la tierra, las personas y los animales en relación
armónica e imitando los ciclos de la naturaleza", explicó Parra,
coordinador de proyectos en el CCSC-Lavastida.
Con la premisa de que todo es reutilizable, estos sistemas de
agricultura permanente aprovechan desechos orgánicos y estiércol animal
como fertilizantes, cosechan el agua de lluvia, diversifican los
cultivos, reducen el gasto energético, aumentan la masa verde,
desarrollan bancos de semillas e instalan biodigestores y baños secos,
entre otras técnicas.
El centro cristiano ha formado 40 promotores de esta filosofía en
Santiago de Cuba, Guantánamo y Granma, que ejecutan sus diseños en
patios, huertos y azoteas urbanos.
Fidel Pérez es uno de los que ha sembrado cada pedacito de la tierra que
bordea su casa, en un céntrico barrio de Santiago de Cuba.
Según reveló a IPS este administrador de una iglesia local, con lo que
produce allí puede abastecer de viandas, frutas, verduras y algunas
carnes a su familia, de siete personas.
Estima que su ahorro anual está en torno a 17.000 pesos cubanos (710
dólares), en un país donde el salario medio se mantiene en 471 pesos y
las personas gastan entre el 59 y 74 por ciento de sus ingresos
mensuales en alimentos, según investigaciones de economistas locales.
Datos de la no gubernamental Fundación Antonio Núñez Jiménez reportan
más de mil promotores de permacultura formados en Cuba hasta el momento.
"Estas personas están asumiendo nuevos estilos de vida con una conexión
más cercana a la naturaleza y una mayor sensibilidad y conocimientos
para relacionarse de manera beneficiosa con su hábitat", aseguran varias
especialistas en un artículo reciente de la revista "Se puede", de esa
organización.
Expertos coinciden en que la introducción de la permacultura desde el
espacio familiar aporta soluciones a problemas de soberanía alimentaria
del estado insular.
Más cuando autoridades gubernamentales insisten en reanimar la
agricultura como asunto de "seguridad nacional", un sector que en 2013
aportó 3,7 por ciento del producto interno bruto, según datos oficiales.
Para igual período, la Oficina Nacional de Estadísticas e Información
reportó seis millones 342.400 hectáreas de tierra como superficie
agrícola en Cuba, pero solo dos millones 645.800 estaban cultivadas.
Las importaciones de alimentos absorbieron a 2.098 millones de dólares
durante el primer semestre de 2014, reportó un informe del Ministerio de
Economía y Planificación al parlamento cubano, con la aclaración de que
60 por ciento de ello pudo producirse en el país.
La producción sostenible de alimentos y semillas es la primera prioridad
para el periodo 2013-2018 de la cooperación pactada entre Cuba y la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO), que también incluye la adaptación al cambio climático
y el manejo sustentable de recursos naturales.
Editado por Estrella Gutiérrez
Source: Agricultura familiar alivia escasez de alimentos en oriente
cubano | IPS Agencia de Noticias -
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