martes, 11 de septiembre de 2012

Trato cruel, inhumano y degradante

Trato cruel, inhumano y degradante
[11-09-2012]
Laritza Diversent
Abogada y bloguera

(www.miscelaneasdecuba.net).- Laura Álvarez Rojas, una cubana residente
en Sudáfrica, en menos de 9 meses perdió dos de sus seres queridos. Su
hermano, Alberto Álvarez Rojas, residente en la isla, falleció el pasado
día 13 de marzo, en un accidente automovilístico en ese país.

"Aun sin reponerme del dolor de perder a mi madre, me vi ante la muerte
de mi hermano desarmada y terriblemente deprimida", escribió Álvarez
Rojas en una carta para algunos amigos. Decidió llevar sus restos a la
tierra natal y compartir tan dolorosa pérdida con sus familiares en Cuba.
Realizó todos los trámites burocráticos que exigen Inmigración y
Extranjería para entrar en la isla. Prorrogó su pasaporte, legalizó el
certificado de defunción de su hermano y pagó todo los aranceles
consulares. El pasado 23 de marzo, salió del continente africano en
vuelo KL 0592 y aterrizó en Cuba a las 6 de la tarde del siguiente día.

Se sorprendió cuando una funcionaria de inmigración le dijo en la
taquilla, que no estaba permitida su entrada al país y no sabía los
motivos. En una oficina aparte pidió revisaran su nombre. En el 2011
entró 2 veces a Cuba sin problema. No vino a vacacionar. Su madre tenía
cáncer terminal de hígado. "No puedes entrar y punto, tu embajada en
Sudáfrica es la responsable de explicarte los motivos", contestó la
funcionaria.

La oficial intentó descubrir porque le negaron la entrada "¿Pagaste tus
importes en emigración en Cuba?", preguntó. "Si", contestó Laura. "¿Te
fajaste con alguna persona?", volvió a preguntar. "Nunca, ni antes ni
después", rebatió. "¿Saliste a pasear por algunos lugares?", continúo
interrogándola. "Mis paseos fueron al hospital a transfundir a mi
madre, a emigración y el aeropuerto", refutó.

En un bolso estaban los restos de Alberto. "A las personas que se le
niegan la entrada a Cuba, no se les permite pasar equipaje", agregó la
funcionaria de inmigración. "Pídele a la embajada que mande los restos
de tu hermano por valija diplomática", le aconsejó la mujer.

Desesperada llamó a su esposo, un médico desertor que lleva
aproximadamente 10 años trabajando en Sudáfrica, a su hermana que la
esperaba afuera y al cónsul de su embajada. "Apaga el teléfono no te
puedes comunicar con más nadie", le advirtió la oficial. La mujer "Entró
en rabia y me arrebató el teléfono", agregó Álvarez Rojas.

Laura no dejó de insistir en pasar los restos del hermano. "me vieron
como loca hablando con todos los funcionarios, me encerraron en una
oficina y fue cuando alguien me cogió por el cuello, rompiéndome mi
rosario", argumentó.

A pesar del maltrato y las agresiones físicas, continuó en su empeño.
"Me arrodillé y le imploré que le dieran los restos de mi hermano a mi
hermana que estaba afuera, a mí que me viraran, no me importaba",
insistió a otra oficial que la custodiaba en la oficina.

Laura no lo consiguió. La montaron en el vuelo KL 02724 el mismo día, en
el avión que había llegado. Al piloto le informaron que era una ilegal
por delincuente en Cuba. El hombre se enfureció cuando la joven le
mostró sus papeles en orden, las cenizas de su hermano y el certificado
de defunción de la embajada.

El aeronauta se quejo. No era la primera vez que pasaba. "Me mandaban
para atrás sin pre-ticket para que en Holanda tuviera que pagar mi
ticket hacia Suda África de nuevo", argumentó Álvarez Rojas. Se negó a
montarla en el avión sin el tique y advirtió que reportaría a Cuba con
su línea aérea, por abusos frecuentes a sus ciudadanos.

La tripulación se esmeró en atenderla. "Me hicieron sentirme como
persona ya que el tratamiento que recibí en mi país fue el de un
animal", continua. "Yo no llevaba un perro muerto, yo llevaba a una
parte de mi Corazón", afirmó Laura en un intento de desesperado de
buscar comprensión y solidaridad por lo sucedido.

"No me dejaron llorar mi dolor con mis seres queridos , no dieron el
derecho de abrazar a mi hermana que lloraba desesperada del otro lado y
fui obligada a volver aquí con los restos de mi hermano, el corazón
desarmado, la esperanza rota y la decepción más grande de mi vida",
concluyó.

Laura insiste en buscar una explicación en la embajada de Cuba en
Sudáfrica, aunque sabe que no existe razón para lo inexplicable. Sin
embargo, se equivoca cuando afirma que nadie puede entender lo que
siente. Las autoridades cubanas tratan así a muchos de sus nacionales.
Sin dudas un trato cruel, inhumano y degradante.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=37038

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