miércoles, 12 de septiembre de 2012

Entre cielo y tierra

Opinión

Entre cielo y tierra…
Camilo Ernesto Olivera
La Habana 12-09-2012 - 10:00 am.

¿Si la Seguridad del Estado lo controla todo, por qué ocultarse, por qué
no lanzarle una trompetilla? Ya va siendo hora de ejercer nuestros
derechos a plena luz.

¿Nada oculto? Tal vez la única manera de salvarse de la dictadura sea
poniendo las cartas sobre la mesa. Los ocultamientos solo generan
pretextos para esa casi demencial "teoría de la conspiración" con la
cual el régimen cubano desacredita cualquier intento de oposición.

En esta islita a la deriva todos andamos bastante aburridos y
estresados. Los opositores por un lado, viendo cámaras del G-2 en los
latones de basura o hasta en las rendijas de los inodoros; los
represores por otro, intentando justificar el salario, ahora que está de
moda ese asunto de la racionalización de plantillas.

Los opositores defienden el derecho a reunirse, dialogar y manifestarse,
ejerciéndolo cada vez más a plena luz. Los "segurosos", por su parte,
deliran con esa ya mencionada teoría de la conspiración y dilapidan el
dinero estatal aplicándose a la vigilancia y la "represión de bajo
perfil", bastante molesta y muy sintomática. Los señorones se están
quedando sin argumentos y efectivamente, está en nuestras felices y
disidentes manos la posibilidad de quitarles el índice acusatorio.

Andan los señorones en una escalada represiva, queriendo agotarnos el
sentido del humor con dosis de miedo, advertencias, vigilancia y
calabozos. Hace unos días intentaron aplicar el viejo y patético método
nazi denominado "mitin de repudio" contra la vivienda de Antonio G.
Rodiles, sede del proyecto Estado de SATS.

Pero afortunadamente parece ser que la "mentalidad de rebaño
aterrorizado" está más resquebrajada que lo que las apariencias
indican. La nostalgia de los 70 y los 80, de la cual suelen padecer los
señores de la policía política, es una trampa y un boomerang. La
población tiene demasiadas preocupaciones en la cabeza y anda harta de
que le tomen el pelo y la envíen a gritarle improperios a gente que por
lo general ni siquiera saben quiénes son y que, además, hacen algo que
ellos desearían hacer.

En este punto, entramos en un asunto al cual vale la pena dedicarle
atención. ¿Cuán invisibles somos los opositores en Cuba? ¿Qué es lo que
nos impide llegar a más personas? ¿Hasta qué punto el síndrome inoculado
del terror nos ha hecho confundir la precaución y la contención con el
paralizante miedo a actuar de manera más efectiva en las actuales
circunstancias?

Vale recordar aquí la frase con que titulamos este texto. Entre cielo y
tierra… no hay nada oculto. Si de veras la Seguridad del Estado es capaz
de colocar un micrófono en el trasero de un hipopótamo para captar la
conversación de dos disidentes a la vera del estanque del Zoo de la
calle 26, ¿qué sentido tiene poner el ocultamiento donde va la trompetilla?

No tiene sentido seguir esperando para poder ejercer nuestros derechos a
la luz del sol. El Estado de Derecho suele oscilar en las entrañas de la
dictadura como un péndulo o el badajo de una campana. Es necesario el
impulso de todas nuestras manos para que la campana suene. Es el momento
de que cada demanda, cada grito por la libertad se amplifique.

Todos somos presos de un sistema de legitimación social que preconiza el
subdesarrollo mental como una "virtud revolucionaria". Sin embargo, este
estado de cosas no prevalecerá para siempre. El miedo no es eterno, ya
va siendo hora de que dejemos de lado el juego del gato y el ratón y
pongamos el rostro y el corazón como cartas bocarriba sobre la mesa.

Es tiempo de hacer más visible y expansiva la labor y la libertad de
expresión de quienes hemos decidido actuar y opinar de manera natural,
sin ataduras a un sistema corrupto y decadente.

Quizás la "Demanda Ciudadana por otra Cuba", cuyo camino apenas
comienza, pudiera ser el detonante de un movimiento masivo que despierte
del letargo a esta isla. Del mismo modo que la represión de la que son
capaces los delincuentes enquistados en el poder no es secreto para
nadie, tampoco lo es el cansancio, el asco y la decepción de todo el pueblo.

http://www.diariodecuba.com/opinion/12963-entre-cielo-y-tierra

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