Cuba y la creciente cultura de la violencia
[18-07-2012]
Aimée Cabrera
Corresponsal de Misceláneas de Cuba
(www.miscelaneasdecuba.net).- Son tres niños, el mayor no llega a los 10
años, ellos tienen amedrentados a sus pequeños vecinos de la otra
cuadra, con ropas que los distinguen como demasiado humildes, y un palo
que puede convertirse en bate, juguete o instrumento de agresión,
desandan las calles de su barrio, voceando frases y palabras soeces.
Los adultos los requieren y ellos escuchan, pero al final del sermón
continúan como si nada. Nadie quiere "meterse en líos", quizás los
padres sean violentos, quizás no, el programa televisivo cubano Tras la
Huella (Canal Cubavisión, domingo 9:30 pm) mostró a una madre muy joven,
trabajadora, quien vivía con su familia decente y fue capaz de agredir a
otra chica por celos y desfigurarle el rostro.
Las carencias, las abismales diferencias de clases, la ruptura familiar
producto del divorcio, o la emigración, la falta de apoyo gubernamental
a quienes no saben ni cómo viven, son cuestiones que exacerban la
violencia a través del trato incorrecto, la envidia, u otras formas de
comportamiento que han hecho desaparecer las reglas de urbanidad, y los
valores más respetados aún para quienes tuvieran, en otras etapas de la
historia cubana, un bajo nivel cultural, o fuesen incluso iletrados.
En los últimos años en que se ha incrementado la participación de los
cubanos en organizaciones independientes, las cuales son ilegales para
el gobierno, ha aparecido una nueva forma de agresión, bien vista porque
el hacedor o la hacedora se sienten tan enojados que humillan a través
de las palabras o hasta golpean a quienes no estén de acuerdo con la
política nacional establecida.
Desde que están en la escuela primaria gritan consignas de halago a la
Revolución, aprenden a marginar a sus colegas de clases cuyos padres
pertenecen a la sociedad civil y están listos a dejarse manipular:
aprenden desde chicos a ser violentos.
Por eso, a nadie le extrañó ver un ómnibus articulado de la ruta P-4
estacionado en la Avenida 41 con parte de los cristales rotos, todo
motivado por una riña ocurrida dentro del vehículo metropolitano, quizás
en la madrugada o casi al amanecer, como refieren vecinos de la céntrica
localidad del municipio Playa.
"Vivo cerca de La Rampa y acostumbro a ir a la panadería, poco antes de
que amanezca para comprar el pan que necesito para mi cafetería. Ya me
acostumbré a coger un carro porque "las guaguas" (ómnibus) no paran en
la parada y cuando lo hacen entran jóvenes que se han pasado toda la
noche en el Malecón borrachos, drogados, buscando problemas"- apunta un
joven cuentapropista que viajaba en la mañana del domingo 8 de julio en
un almendrón (auto no estatal).
"¡Qué podremos esperar de esta juventud que es la que tendrá que hacer
por nosotros!"- opinó otra pasajera. "Yo no sé señora que es lo que va a
pasar, pero yo en cuanto pueda me voy"-respondió el chofer quien explicó
que parte de su familia ya vive en los Estados Unidos de América.
Mientras la mayoría de los cubanos no tienen posibilidad de emigrar, el
gobierno y sus funcionarios no acaban de dar el giro necesario para
acabar con la corrupción y otros tantos males que han afectado la
idiosincrasia de los cubanos, con menos indolencia y oportunismo,
pudiera convertirse tanta violencia cotidiana en amor, respeto y
comunicación tan olvidados por muchos.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=36535
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