martes, 31 de julio de 2012

Se puede ser feliz en Cuba?

Sociedad

¿Se puede ser feliz en Cuba?
Iván García
La Habana 31-07-2012 - 9:32 am

Todos hemos tenido instantes felices, pero en la Isla el día a día es
más bien amargo.

Hay muchas cosas que pueden hacer feliz a una persona. Una puesta de
sol. Contemplar la luna llena. Charlar con los amigos. Leer un buen
libro. Ver un partido de béisbol. Cenar una comida favorita. Jugar con
los hijos. Sentarse en el malecón con una guitarra, medio litro de ron,
y desgranar el temario musical de Joaquín Sabina o Pablo Milanés

Algunos son felices cuando los fines de semanas asisten al teatro. O al
cine. O conversan en un parque con su pareja. O caminan por el barrio,
su patria chica. La felicidad es un estado de ánimo poco exigente.

Todos hemos tenidos instantes felices. Aunque toda tu vida hayas vivido
en un país que desde que te levantas, por su ineficacia, hace todo lo
posible para amargarte la existencia.

Veamos cómo las carencias materiales hacen infeliz a un matrimonio
habanero. Hoy deben cargar una docena de cubos de agua desde la cisterna
para poder asearse: el motor del edificio está roto.

Por si no bastara, debido a uno de los tantos arreglos al tendido
eléctrico de la zona, no habrá luz desde la 9 de la mañana hasta las 3
de las tarde. Y el pan de la libreta está más ácido que nunca. No hay
manera de comérselo.

El desayuno fue solo café. Bueno, si podemos llamar café al sucedáneo
ligado con chícharos. Ya esa mañana, "las malditas circunstancias
cubanas" le han añadido una dosis de bilis a su hígado.

Luego viene la otra odisea. Abordar un ómnibus metropolitano para llevar
al parque de diversiones a los hijos este domingo. Dos horas en la
parada. Un combate cuerpo a cuerpo dentro de la guagua. Gritos, malos
olores y los niños llorando e incómodos.

En ese momento usted le pide la cabeza a los gobernantes. Desea
marcharse en un bote de goma a la Florida. Y se pregunta colérico por
qué los cubanos soportan tan mal gobierno.

Pero el odio, como la felicidad, también es pasajero. Llegas al parque
de La Maestranza, con una vista impresionante del Morro, y a pesar del
sol y las colas, tus hijos vuelven a estar alegres.

Cuando mejor lo estás pasando rompe un aguacero de espanto. A correr. La
sombrilla está media rota y todos llegan empapados, pero contentos, a un
café de moneda dura. Los niños miran la estantería y desean merendar
helado o chocolate Nestlé.

"No hay dinero", dice tajante el padre. "Ni siquiera para comprar un
paquete de M&M". Y vuelve a sentirse frustrado e infeliz.

Quiere que la tierra se lo trague. Por su poca solvencia. Detesta la
incapacidad del régimen por tener funcionando a la par dos monedas: una
que vale y no te pagan con ella, y otra inservible, con la cual no
puedes comprarle ni golosinas a tus hijos.

Al llegar la noche, una comida más o menos decente. Ayer vino el pollo
por la libreta de racionamiento. Arroz, frijoles colorados, ensalada. Y
una natilla deliciosa. Buen menú para una familia pobre que suele cenar
carne de cerdo solo los fines de semanas.

Cuando el matrimonio va a la cama, relajados y a media luz, se hace una
pregunta: ¿Somos felices en Cuba? Debaten y llegan a la conclusión de
que no lo son. Ellos desean otro modo de vida. Y sueñan.

"¿Cuándo podríamos cambiar esos muebles viejos que fueron de nuestros
abuelos? ¿O reparar la casa? ¿Comprar una tele? ¿Ver canales
extranjeros? ¿Tener un ordenador? ¿Navegar por internet? ¿Poder comer,
ahora mismo, lo que nos plazca, y no con las repugnantes croquetas de
clarias?"

Ni siquiera piensa el matrimonio en tener un auto nuevo. Con estos
calores, es mejor tener un aire acondicionado. Prefieren un sistema de
transporte público eficiente. Calles y parques iluminados y limpios. Y
agua potable las 24 horas.

Reconocen que los hermanos Castro no traerán el cambio que ellos desean.
Lo óptimo sería que una camada de políticos con nuevas ideas, honestos y
transparentes, se rotara en el poder y trabajaran en pos de una sociedad
tolerante. Pero, ¿dónde están esos políticos del futuro?

Quizás sea pedir mucho. Por tanto, el futuro del matrimonio y sus hijos
es marcharse de Cuba. Consideran que podrían ser más felices fuera de la
isla.

El actor británico Charles Chaplin dijo una vez que "la verdadera
felicidad es lo más cercano a la tristeza". Quizás de eso se trata.

http://www.diariodecuba.com/cuba/12219-se-puede-ser-feliz-en-cuba

No hay comentarios:

Publicar un comentario