Publicado el lunes, 07.30.12
Muerte de Payá deja un vacío difícil de llenar para la disidencia cubana
Juan O. Tamayo
jtamayo@elnuevoherald.com
La muerte de Oswaldo Payá ha dejado una brecha en el centro del
movimiento disidente cubano, que lleva décadas tratando de encontrar la
manera más efectiva de enfrentar al sistema comunista y presionar a
favor de la democracia.
Payá era incuestionablemente el más moderado de los líderes de la
oposición, un activista profundamente católico que creía en la
reconciliación y el diálogo, trató de cambiar el sistema con sus propias
reglas y rechazó tanto a Fidel Castro como al embargo estadounidense.
Fue también la primera figura de la oposición que trató de movilizar las
calles cubanas para realizar un cambio, mientras que las otras se
centraban en buscar libertades políticas, establecer grupos de la
sociedad civil o denunciar abusos de los derechos humanos. Payá murio el
22 de julio en un polémico accidente.
"Su muerte fue una pérdida irreparable, porque era la figura más notable
de toda la resistencia interna" dijo el activista habanero de los
derechos humanos Elizardo Sánchez Santa Cruz, jefe de la Comisión Cubana
por los Derechos Humanos y la Reconciliación Nacional.
Su muerte también destaca las luchas de un hombre cuyas victorias y
fracasos, en su intento por sembrar las semillas de la democracia en
Cuba de una manera pacífica y paciencte, pueden dejar lecciones para los
disidentes que le sobreviven.
Un ingeniero sin pretensiones que hablaba en voz baja y trabajaba en una
empresa estatal que hacía y reparaba equipos de hospital, Payá era "el
antiFidel", dijo Joe García, un político demócrata de Miami y ex
director ejecutivo de la Fundación Nacional Cubano Americana.
Aunque un funcionario del Vaticano supuestamente les dijo en el 2003 a
diplomáticos estadounidenses que había urgido al gobierno cubano a que
"cultivara a Payá como un 'opositor suave' ", la Seguridad del Estado
supervisaba constantemente sus actividades y su casa en La Habana era
marcada a menudo con grafitos ofensivos.
El mayor triunfo de Payá ocurrió en el 2002, cuando su Movimiento
Cristiano Liberación (MCL) se aprovechó de una cláusula en la
Constitución de 1976 que aseguraba la convocatoria de un referendo
nacional a cualquier petición firmada por más de 10,000 ciudadanos.
El MCL y una red nacional de disidentes recaudaron 25,000 firmas en
busca de elecciones libres, libertad de expresión y asociación, y
amnistía para los presos políticos. La iniciativa fue bautizada como
Proyecto Varela, por el nombre de un sacerdote del siglo XIX que inspiró
el pensamiento independentista cubano.
Payá fue elogiado por los sectores internacionales moderados que
favorecían comprometer al gobierno cubano en una suave transición hacia
la democracia. Se le concedió en el 2002 el Premio Sajarov de derechos
humanos del Parlamento Europeo y posteriormente se le nominó para el
Premio Nobel de la Paz.
"Logró movilizar a la gente y reunir a la oposición en Cuba en alguna
manera", dijo Guillermo Fariñas, un periodista independiente que ganó el
Premio Sajarov en el 2010. A diferencia de Payá, a Fariñas no se le
permitió salir de la isla para recoger su premio.
Pero el Proyecto Varela fue criticado por opositores anticastristas de
línea dura, tanto en Cuba como en el exilio, por considerarlo demasiado
conciliatorio – y fue brutalmente aplastado por el gobierno.
La Asamblea Nacional del Poder Popular nunca reconoció la petición de
Payá y Castro convocó su propio referendo sobre el irrevocable carácter
socialista de la revolución, aprobado por el 99.5 por ciento de los
votantes a finales del 2002.
Meses después, 75 disidentes, incluyendo más de 40 activistas del
Proyecto Varela pero no Payá, fueron condenados hasta a 28 años de
prisión en la llamada Primavera Negra del 2003.
Payá se mantuvo al pie del cañón con la tenacidad de su fe después de
esta ola represiva, aunque con menos éxito, al proponer en el 2007 un
Comité Ciudadano para la Reconciliación y el Diálogo y llamar de nuevo a
un diálogo nacional en el 2009.
Su Proyecto Heredia en el 2010 buscó un fin a las duras restricciones
del gobierno a los viajes al exterior, y su iniciativa Todos Cubanos en
el 2011 pidió por la libertad de expresión y acceso a las noticias de
los medios de comunicación como los primeros pasos hacia elecciones
democráticas.
Aunque Payá criticó el embargo estadounidense y rechazó los fondos de
Estados Unidos para programas prodemocráticos – insistía en que Cuba
debía arreglar sus propios problemas – también se burló de la tesis de
que un aumento del turismo y los negocios estadounidenses llevaría al
gobierno a cambiar.
"Eso es una ofensa al pueblo de Cuba. Los cambios no los van a hacer los
turistas bebiendo daiquirís y mojitos y paseándose por nuestras playas",
declaró Payá en un video retransmitido la semana pasada por MEGA TV de
Miami.
Payá también fue crítico del cardenal Jaime Ortega Alamino, arzobispo de
La Habana, y de sus negociaciones con Raúl Castro en el 2010. Los
contactos llevaron a la liberación de los disidentes de la Primavera
Negra todavía encarcelados así como de otros prisioneros políticos.
"Creemos que los cubanos no deben quedar como espectadores de ésa u otra
negociación, pero que ya deben disponerse a ser protagonistas de su
liberación", declaró.
En el 2007, Payá se unió a varios conocidos disidentes, entre ellos
Martha Beatriz Roque y miembros de las Damas de Blanco, comprometiéndose
a luchar por un cambio pacífico hacia la democracia.
Pero Payá y otros estuvieron ausentes el año pasado cuando una docena de
otros disidentes, incluyendo a Fariñas y Oscar Elías Biscet, emitieron
una "reafirmación de unidad" concebida para "motivar a la población para
que se una a la lucha pacífica contra el régimen".
Payá es el segundo de los principales dirigentes del movimiento
disidente de Cuba que muere en nueve meses. Laura Pollán, la ampliamente
respetada fundadora y líder de las Damas de Blanco – madres, esposas y
familiares de los 75 detenidos durante la Primavera negra – murió el 14
de noviembre de un ataque al corazón y un fallo respiratorio.
La conocida bloguera Yoani Sánchez escribió que la muerte de Payá era
una "una dramática pérdida para el presente y una insustituible ausencia
en su futuro", y que sin él la isla había "quedado aún más huérfana".
Pero disidentes destacaron que el movimiento de oposición tiene otras
figuras de liderazgo, desde veteranos como Roque, Biscet, Fariñas y
Sánchez, hasta jóvenes luchadores como José Daniel Ferrer y Berta Soler,
la sucesora de Pollán.
El MCL de Payá está "muy bien organizado y sin dudas alguien lo va a
suceder como su líder", dijo Biscet por teléfono desde su casa en La Habana.
El activista católico Dagoberto Valdés destacó que miembros de casi
todos los grupos de oposición asistieron la semana pasada al velorio y
la misa dedicada a Payá en la Iglesia de El Salvador del Mundo en La Habana.
"En la lucha por la libertad, las personas que mueren en el camino se
convierten en banderas, en símbolos de la lucha pacífica", agregó
Valdés. "La oposición continuará con un nuevo símbolo de nuestra lucha".
Elizardo Sánchez dijo que la propia división de los disidentes, con
varias facciones que van desde cientos de miembros en ciudades a poco
más de dos o tres personas en pueblos remotos, actualmente los ayuda a
mantenerse fuertes con la muerte de un líder como Payá.
"El defecto de la oposición se convierte en una virtud", dijo Sánchez.
http://www.elnuevoherald.com/2012/07/30/v-fullstory/1263177/paya-un-vacio-dificil-de-llenar.html
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