miércoles, 25 de julio de 2012

Alcona y las peleas de gallos en Cuba

Guillermo García Frías, Corrupción

Alcona y las peleas de gallos en Cuba

Un centro turístico y de exportación de animales, dirigido por el
comandante de la revolución Guillermo García Frías, es un ejemplo de las
dos caras de la Isla

Andy P. Villa, Guadalajara | 25/07/2012 11:10 am

En 1991 un amigo nos invitó a visitar una extraña finca localizada en la
carretera a Managua, en las afueras de Ciudad de la Habana. Era un lugar
amplio, bien arreglado y organizado, donde se crían animales domésticos.
Era especialmente atractiva la sección donde se guardaban en sus jaulas
los coloridos gallos de lidia. Pero lo más significativo era una valla
circular para peleas de gallos: grande, techada, formada por varios
pisos con sus respectivos asientos.

Cuando empezó la función de las peleas, el comandante Guillermo García
ocupó el lugar mejor situado en la primera fila, rodeado de otros
jerarcas del Gobierno y de las Fuerzas Armadas (FAR), y de varios
extranjeros, todos latinoamericanos, en su mayoría mexicanos, que se
habían trasladado a Cuba con sus gallos a participar en este evento.

La fiesta se fue poniendo buena y al poco rato los participantes ya
estaban apostando, agitando los dólares verdes del Imperio con una mano
y con la otra sosteniendo una cerveza, entre gritos y carcajadas, en
medio de la orgía de sangre animal.

Yo contaba con solo 19 años y estaba acostumbrado a la represión
policial hacia todo lo prohibido, recuerdo que le dije al amigo que nos
había invitado:

— ¡Oye, vámonos rápido de aquí antes de que llegue la policía y cargue
con todo el mundo!

A lo que mi amigo contestó riéndose:

— No se preocupen, relájense, coman, beban cerveza y disfruten de este
espectáculo que no se da todos los días. Esos uniformados de verde olivo
que ven por todos lados son "la policía", que está aquí para cuidar el
evento, no para llevarse a nadie.

No era para menos mi preocupación, se estaban cometiendo, en aquellos
tiempos, tres delitos graves a la vez, por los que había muchas personas
cumpliendo prisión:

- Tenencia ilegal de divisas.
- Peleas de gallos prohibidas.
- Juego y apuestas ilícitas.

A cada rato iban llegando más personajes importantes, tanto en autos con
chapa particular como de color blanco (ministros), o montando a caballo,
que eran recibidos amablemente por el personal de la finca. Mi amigo nos
iba ilustrando sobre quiénes eran: el general fulano de tal, el coronel
mengano o el ministro tal.

La función de nuestro anfitrión, por encargo de Guillermo García, era la
venta de calzado femenino de importación en un quiosco situado cerca de
la valla de gallos. Costaban de 20.00 USD en adelante y fueron bien
vendidos a las esposas de los personajes del Gobierno y a las jineteras
que acompañaban a los extranjeros.

Yo solo conocía a dos personajes en aquella valla de lidia, uno era el
comandante Guillermo García Frías, de haberlo visto en numerosas
ocasiones en actos públicos en la televisión. Pero en las gradas estaba
también un personaje que conocía muy bien, que se caracterizaba por ser
prepotente y abusador, el presidente del Club Cubano del Perro Pastor
Alemán (CCPPA), el señor Juan Montenegro, también conocido como "el
Don", quien se había creado la fama de que podía hacer y deshacer a su
gusto y estafar a quien le diera la gana, por ser un intocable protegido
de varios generales del Ministerio del Interior.

Montenegro también era famoso por poseer una valla de gallos clandestina
en su residencia en la calle San Mariano esquina con Avenida de Acosta,
en Lawton. La cual era un secreto a voces y donde se peleaban gallos
frecuentemente, pero sin llegar a los niveles de Alcona.

Esta es una buena estampa de las dos Cuba que siempre han existido en
nuestra patria desde 1959. Aquella tolerante y complaciente de la que
disfrutan los funcionarios del Gobierno y sus protegidos, que contrasta
con la otra Cuba llena de prohibiciones y represión a la que es sometido
el pueblo.

Yo regresé a mi casa ese día más confundido que asombrado y con un
chaleco de color gris que le obsequiaban a los visitantes de Alcona.

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/alcona-y-las-peleas-de-gallos-en-cuba-278746

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