La marcha seguirá
Viernes, Mayo 25, 2012 | Por René Gómez Manzano
LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -Conocí a Bienvenido Perdigón
Pacheco junto con su hija Ana Margarita, durante una celebración del Día
de los Padres, en la época en que la Sección de Intereses de los Estados
Unidos era dirigida por el señor Michael Parmly, y esa sede diplomática
exteriorizaba de modo expreso sus simpatías por los cubanos que luchamos
por el restablecimiento de la democracia.
Ya desde antes conocía la fama de esa contestataria familia, cabeza
indiscutida de la oposición en su natal Sancti Spíritus. Recuerdo las
referencias que me dio Juan Carlos González Leiva, quien por aquella
época residía en Ciego de Ávila, donde encabezaba el excelente trabajo
de la Fundación Cubana de Derechos Humanos en la zona central de la
Isla. "Es gente muy buena", me decía mi colega agramontista.
Después, al iniciar nuestras relaciones amorosas Ana Margarita Perdigón
y yo, tuve ocasión de viajar con frecuencia a la pequeña comunidad de
Las Tozas, en el municipio capital espirituano, localidad que, al igual
que sucede con Palmarito de Cauto en la región oriental, ha desempeñado
en la lucha contra el totalitarismo un papel que no guarda proporción
alguna con el número de sus habitantes.
Durante esos viajes pude conocer mejor a Don Bienvenido, a su esposa
Juana y al resto de la familia. Al tratarlo de cerca, tuve ocasión de
aquilatar toda la nobleza del alma inmensa de ese hombre bajito, que
desde su casa campesina y el tallercito de carpintería que aún no había
perdido, derramaba el bien sobre amigos y desconocidos.
Durante cada uno de mis días de visita fui testigo del desfile constante
de personas que acudían a verlo, así como de la indefectible invitación
a tomar café o a sentarse a la mesa si la llegada se producía durante el
almuerzo. Las instancias de Perdigón sólo cesaban cuando el convidado
disfrutaba de lo mucho o poco que hubiera.
Aunque su bonhomía era proverbial y el buen humor rara vez lo
abandonaba, era preferible no provocar estallidos de su recio carácter.
Por suerte, tales explosiones eran poco frecuentes. La gran mayoría de
las que presencié estuvieron motivadas por su decidido rechazo al
régimen comunista.
Don Bienvenido Perdigón exteriorizó siempre su firme condena al
castrismo. Él hubiera podido repetir las palabras de otro anticomunista
ilustre, también fallecido, el abogado agramontista Antonio Varona, que
gustaba repetir de manera socarrona: "Yo no he sido ni pionero".
El vertical enfrentamiento del patriarca espirituano al régimen
instaurado en enero de 1959 comenzó pocos meses después del triunfo
revolucionario. Quienes lo tratamos con alguna intimidad sabíamos del
orgullo que sentía por haber colaborado en su momento con las fuerzas
del líder campesino Osvaldo Ramírez, alzado en armas contra el comunismo
en las históricas montañas del Escambray.
Al cambiar los tiempos, mudaron también las formas de lucha, y Don
Bienvenido participó también, y de forma muy destacada, en la lucha
cívica en defensa de los derechos humanos de sus compatriotas. Pese a su
respetable edad —contaba 72 años al morir el martes 22—, Perdigón
participaba junto a sus hijos Ana Margarita, Raimundo y Giorge en cuanto
bochinche anticastrista se producía en Las Villas.
Uno de ellos tuvo lugar en Placetas años atrás, y a largo plazo resultó
fatal para él, como consecuencia de la brutal golpiza que le propinó la
policía política. El deplorable estado físico y mental en que quedó hizo
necesario su urgente ingreso hospitalario. Con el paso de los días
recuperó la mayor parte de sus facultades, pero ya nunca volvió a ser el
mismo. Después se supo que había sufrido un infarto cerebral, que rebasó
sólo en parte.
El lamentable deceso de Don Bienvenido se produjo tras dos nuevas
estancias en centros asistenciales. Han trascendido las palabras que él
mismo pronunciara: "Sé que mi muerte será inducida". Su caso se suma
ahora al de otros disidentes que han fallecido en circunstancias
turbias, entre los que se destaca de modo especial la líder de las
dignas Damas de Blanco, Laura Pollán.
En todos esos sucedidos cabe repetir las palabras del Evangelio: "Lo que
escondéis en los sótanos será proclamado desde las azoteas". Más
temprano que tarde se conocerán todos los detalles de esas muertes tan
deplorables y tan costosas para Cuba y para la lucha en pro de la
democracia.
A sus seres queridos y amigos les queda al menos el consuelo del gran
número de personas que, desafiando la presencia de los cuerpos
represivos y la incesante lluvia, se aglomeraron en la modesta casita de
Las Tozas y en el cementerio de la capital provincial para darle el
último adiós a ese pilar de la lucha contra el totalitarismo.
Bienvenido Perdigón podría repetir las últimas palabras del Mayor
General Serafín Sánchez, al ser herido de muerte en el Paso de las
Damas: "Me han matado. Eso no es nada. ¡Que siga la marcha!" Y en Sancti
Spíritus y el resto de Cuba, la marcha de los opositores al castrismo
seguirá adelante, ahora con el estímulo del ejemplo que nos legó el
ilustre hermano caído.
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viernes, 25 de mayo de 2012
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