Mensajes equivocados
Viernes, Mayo 25, 2012 | Por Jorge Olivera Castillo
LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -Es harto complicado hacer un
balance objetivo de la diplomacia y la política, cuando se trata de las
perspectivas de las diferentes administraciones norteamericanas, durante
los últimos 53 años, respecto a la dictadura cubana.
La reciente concesión de visas norteamericanas a dos funcionarios muy
bien situados dentro de la nomenclatura, en este caso para dictar
charlas y conferencias, indica que crece la tolerancia para conceder
este tipo de licencias a personas vinculadas a la cúpula de poder , algo
que podría ampliarse de acuerdo a la paulatina regularización de un
procedimiento que resulta incompatible con la inclusión de Cuba dentro
de los países señalados por el Departamento de Estado como
patrocinadores del terrorismo.
Los beneficiados, Mariela Castro, hija del General-Presidente Raúl
Castro y directora del Centro Nacional de Educación Sexual, y Eusebio
Leal, historiador de La Habana y miembro del Comité Central del Partido
Comunista, no califican -como altos funcionarios del gobierno cubano-
para entrar a territorio estadounidense, según una orden firmada en
1985, por el presidente Ronald Reagan, que prohíbe la concesión de
visados a oficiales o empleados del régimen cubano; negativa que incluye
a integrantes del único partido político legalizado en la Isla. Sin
embargo, esa directiva presidencial está sujeta a una política de
excepciones a cargo de la Secretaría de Estado y en esta oportunidad
Hillary Clinton ha usado sus atribuciones para proscribir la medida
restrictiva.
Estas variables de una tormentosa relación bilateral, no ayudan a
esclarecer muchas de las acciones norteamericanas contra el régimen de
La Habana fundamentadas en el problemático equilibrio entre las
directrices de la política exterior y la necesidad de asegurar ciertos
parámetros de la política interna.
No se puede olvidar la importancia de los votos que proporciona, en cada
elección presidencial, el estado de la Florida, donde vive la mayoría de
los cubanos que han huido de su tierra por motivos económicos o
políticos. Una derrota en ese estado, y así lo demuestran
fehacientemente las estadísticas, puede significar no llegar a la
presidencia.
De una u otra manera, el choque de intereses entre la comunidad de
exiliados y los legisladores cubanoamericanos por un lado y el gobierno
federal por el otro, terminan por congelar el tema Cuba. Es evidente que
salvo tenues contrastes, hay una coincidencia en las políticas de
gobiernos republicanos y demócratas en relación a la Isla.
Por ejemplo en el 2002, durante el mandato de George W. Bush, Mariela
Castro estuvo de visita en Los Ángeles y en Washington. Es decir que la
retórica utilizada durante este período de cero condescendencia con
Fidel Castro y sus allegados, no era cumplida tal y como se suponía.
Aunque no siempre esté de acuerdo con ellos y piense que en ocasiones
adoptan posiciones que lejos de ayudar a una apertura democrática,
detienen el ritmo de los acontecimientos a causa de desacertadas
políticas que la élite de poder en Cuba logra capitalizar a su favor, en
esta oportunidad las críticas, tanto de senadores como representantes de
origen cubano, por la presencia en Estados Unidos de estas dos personas
estrechamente ligadas a los altos círculos de poder en Cuba, reitera una
invariable posición de principios, además de subrayar la necesidad de
imponer ciertos límites a esas políticas que nada aportan al desarrollo
de una dinámica de cambios internos.
Si el aislamiento, como herramienta política, no ha sido efectivo en
cuanto a acelerar la apertura democrática, tampoco lo será un programa
que contemple los intercambios culturales y académicos parámetros tan
amplios y con tanta ligereza. Es oportuno recordar que no cualquier
cubano puede contar de antemano con el beneplácito de las máximas
autoridades del país para viajar, tras ser invitado por alguna
institución académica o artística, extranjera. Hay que tener un
historial de un buen comportamiento político-ideológico o aceptar las
reglas de no ponerse a expresar críticas agudas contra el sistema en
otras latitudes.
Es obvio que ningún funcionario y menos de ese linaje, pondrá las manos
en el fuego. Tanto fuera de Cuba como al regreso de su periplo seguirán
defendiendo las tesis del gobierno.
El tempo del desmontaje rudimentario y fragmentado del socialismo real
continuará bajo la batuta de Raúl Castro y sus secuaces. Es utópico
pensar que la influencia desde el exterior aumentará con generosas
recompensas materiales, publicitarias y diplomáticas de países y de
prestigiosas instituciones internacionales hacia el gobernante partido
comunista.
Gane Mitt Romney o se reelija Barack Obama, el próximo noviembre, la
política hacia Cuba no tendrá cambios relevantes.
Salvo estos matices, de otorgar visas a altos funcionarios y bajar el
tono de la retórica confrontacional, entre otros asuntos menores, los
demócratas no se atreverán a superar las barreras interpuestas desde la
ruptura de las relaciones diplomáticas en 1961. Los republicanos tampoco
estarían dispuestos a atizar los desencuentros, aunque apuesten por
actitudes menos amigables.
Mientras se acercan los momentos más tensos de la contienda electoral,
los adversarios políticos cubanoamericanos del presidente Obama toman
nota de las visas concedidas a Mariela Castro y Eusebio Leal.
El mensaje que se envía con estas concesiones pudiera ser
contraproducente. Esos funcionarios saben que su misión es la de
pequeños caballos de Troya dentro del imperio.
No puede haber otro propósito en la mente de quienes persisten en
enarbolar la bandera de la confrontación. Me refiero a los dueños de
Cuba. El grupúsculo que va a dejar el poder solo cuando le sobrevenga la
muerte a cada uno de sus miembros, por mandato divino.
oliverajorge75@yahoo.com
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viernes, 25 de mayo de 2012
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