20-08-2010.
Elías Amor Bravo
Elías Amor, Economista ULC
(www.miscelaneasdecuba.net).- Llevamos algún tiempo observando cómo el
diario oficial del régimen castrista, Granma, se hace eco del mal
funcionamiento del sistema económico imperante en la Isla con una
denuncia selectiva que termina con un alegato al cumplimiento de las
normas, como si de un "tirón de orejas" se tratase.
Ahora tenemos una oportunidad de exponer por qué la distribución
comercial es un auténtico desastre. El artículo es de Juan Varela Pérez,
y se titula Pasos perdidos en los envases agrícolas ha sido publicado en
la edición de Granma de hoy.
La tesis principal del mismo es que las cajas en las que se trasladan
los productos de consumo del campo a las ciudades se pierden porque
mucha gente las roba, y al mismo tiempo se insiste en la consigna de "no
vamos a producir más cajas".
Para empezar, a ninguna persona que viva en una economía de mercado
libre se le ocurre ni un solo instante prestar la más mínima atención a
estas cuestiones. Cuando hacen falta envases para la distribución de
mercancías, se fabrican, y problema resuelto.
La razón es obvia. Los fabricantes de cajas son empresarios que obtienen
beneficios por prestar servicios a los productores y distribuidores,
también empresarios, cuyo objetivo es poner a disposición de los
consumidores los artículos que necesitan cerca de sus domicilios. En
Cuba, no es así.
En la economía comunista y totalitaria diseñada por los hermanos Castro,
y que sufren a diario los cubanos, las cajas con las que se distribuye
la mercancía forman parte de un complejo sistema, en el que la empresa
de Mercados agropecuarios y la Territorial Comercializadora, se dedican
a realizar "conciliaciones diarias" para averiguar dónde se encuentran
las cajas que faltan. Muy simple.
La organización y sus gestores no dan para más, han perdido
completamente el sentido de la racionalidad económica. Y, mientras
tanto, los mercados se desabastecen, la población sufre escasez
permanente de bienes de consumo y los productores, en el campo, se
quedan con sus cosechas abandonadas.
Este es un ejemplo del denominado "bloqueo" de la economía cubana. Un
sistema pernicioso, absolutamente ineficiente y que es el responsable
directo de la escasez. Mientras que a los gestores de la economía les
preocupe más dónde están las cajas que atender las necesidades de los
ciudadanos, mal van las cosas.
El sistema es tan demencial que incluso las autoridades responsables,
"el Partido, el gobierno al frente" dedican mayor atención a "impedir
que tan valiosos medios tomen otro camino o sean víctimas del maltrato".
Una vez más, la represión y el control como instrumentos de la acción de
gobierno.
Como señala el articulista, "en cambio, es frecuente observar el empleo
por particulares de cajas plásticas en labores ajenas al sistema. La
falta de control sobre esos bienes es la causa principal para la
ocurrencia de una operación ilícita que daña la economía de la empresa y
del Estado, que invirtió recursos en su fabricación".
Varias cuestiones merecen ser atendidas en este punto. Si las cajas
desaparecen del sistema, tal vez haya que preguntarse por qué, y para
qué se utilizan por quiénes digamos, les dan otra utilización más
productiva. Nos podríamos sorprender. Conociendo la inventiva del pueblo
cubano, seguro que estas cajas y sacos se dedican a las más diversas y
creativas actividades, lo que podría ser objeto de otro análisis.
También, y por ello, igualmente relevante, si no hay cajas suficientes
en el sistema para distribuir los productos, por qué no se producen más.
Aquí la respuesta es siempre la misma: las "consignas revolucionarias",
que en estos casos, y a la vista de lo que sucede, no suelen funcionar.
Todo ello pone de manifiesto la existencia de una economía
descontrolada, carente de incentivos, ineficiente y mal planificada, en
el que el intervencionismo de las autoridades no sirve para dar
respuesta a las demandas de la población. Este es el verdadero rostro de
la economía cubana, y lo que explica sus notables carencias y deficiencias.
La solución. No tengo la menor duda. Liberalizar completamente la
distribución comercial, permitir que empresas privadas compitan
libremente para trasladar los productos a los mercados, también libres y
atendidos por empresarios independientes del poder político.
Esa es la receta que permite que españoles, franceses, italianos,
argentinos o brasileños tengan todos los días los productos que precisan
para consumir, en condiciones de calidad y precio aceptables. Ah, y en
esos países, a nadie le preocupa lo que pueda ocurrir con las cajas. Eso
son cosas del régimen castrista.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=29471
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