Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - A pesar de que la crisis
nacional se agudiza, el gobierno cubano se niega a emprender el camino
de la democracia, aunque sea de forma gradual y por etapas. Así, recurre
nuevamente a sus trampas, de lo cual es prueba la convocatoria a una
nueva farsa electoral para elegir a los delegados de las Asambleas
Municipales del Poder Popular, en elecciones fraudulentas el próximo 25
de abril.
Como en otras comedias de democracia popular, las elecciones serán
organizadas por los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), brazo de
la policía política en las cuadras, cuya primera tarea es la vigilancia
de los vecinos e informar sobre sus conductas. Ese proceso comenzó el 24
de febrero con las manipuladas asambleas de nominación de candidatos, a
las que se cita mediante una boleta individual, que debe entregarse como
comprobación de la asistencia para asegurar el estricto control de los
CDR sobre los electores. Un mecanismo similar existe para citar a las
"elecciones", mediante la entrega de otra boleta, para "recordarle" al
votante el número que tiene en el registro electoral. En muchos casos,
si la persona demora algo en ir a votar, algún miembro del Comité lo
visita para "indicarle" que falta su voto para finalizar la votación.
Los candidatos, en la mayoría de las ocasiones, son escogidos
previamente por los denominados "factores" del barrio: Partido
Comunista, Unión de Jóvenes Comunista, Federación de Mujeres Cubanas,
Asociación de Excombatientes, Asociación Nacional de Agricultores
Pequeños y CDR. Esto asegura que sean "confiables" y, posteriormente,
las Asambleas Municipales resulten incondicionales. El parlamento
cubano, Asamblea Nacional, se caracteriza por resoluciones adoptadas por
unanimidad, y a través de los años no se ha conocido públicamente de
algún voto en contra de las propuestas oficiales.
En esta oportunidad, las elecciones se realizan en una coyuntura
extremadamente desfavorable para el gobierno. La economía se desploma a
ritmo galopante y los problemas sociales se agudizan, con incidencia
extrema en el ya paupérrimo nivel de vida del pueblo. En los primeros
meses del año, cuando la agricultura cubana debe rendir las mejores
cosechas, existe un desabastecimiento superior al del año pasado,
cuando fue ocasionado por tres huracanes que azotaron a partir de
septiembre de 2008. Esto ha incidido en el incremento del disgusto de la
población por el aumento acelerado de las penurias, provocadas por una
crisis que se refuerza sin que el gobierno adopte medidas para liberar
las fuerzas productivas.
Cada día se acrecientan las voces -hasta de militantes del Partido
Comunista- que claman por cambios radicales en el sistema, como son la
privatización o un real sistema de cooperativas de los pequeños centros
productivos y de servicios. Esto explica por qué no se cumplió el
anuncio de Raúl Castro de realizar el congreso del PCC, pendiente desde
1997, y tampoco la conferencia que posteriormente dijo sería la
sustituta temporalmente, ante el temor de que esos eventos pudieran
salirse de control.
En el plano externo, el gobierno ha declarado una virtual moratoria
financiera, según informaciones de agencias de prensa extranjeras
obtenidas de fuentes diplomáticas y empresas foráneas, a las que se
mantienen congelados importantes fondos en bancos nacionales desde hace
meses. La propuesta para retornar el dinero a los propietarios consiste
en hacerlo en un plazo de 5 años, con pagos mensuales a un interés del
2,0%; con la salvedad que los pagos pueden incumplirse sin penalidad
cuando el dinero no esté disponible.
Las entidades extranjeras han tratado de negociar estas draconianas
condiciones, pero la banca cubana ha señalado no poseer facultades para
modificarlas. Resulta posible que algunos acreedores conocedores de la
crisis de liquidez, y ante la opción de perder todos los fondos, decidan
aceptarlas. Pero es seguro que para Cuba obtener nuevos créditos e
inversiones será una tarea cada vez más difícil, en un momento cuando el
estado de las finanzas externas es hipercrítico.
A esto se ha unido los efectos de la cruel muerte del prisionero de
conciencia Orlando Zapata Tamayo, luego de una huelga de hambre durante
86 días en reclamo de sus derechos y del pueblo cubano a la democracia.
Ese suceso ha conmocionado la sociedad cubana, y aunque las autoridades
han tratado de tergiversarlo vilmente, la población, paulatinamente, se
ha enterado de la realidad. La inmolación de Orlando, provocada por la
criminal actitud gubernamental, se ha convertido en otro factor que
aumenta su descrédito. Si el desenlace fatal se repitiera con Guillermo
Fariñas, quien mantiene una huelga de hambre en defensa de los presos
políticos, podría incrementarse el rechazo a un gobierno crecientemente
impopular.
Se conoce que el PCC y los CDR ya han afrontado dificultades para que
algunas personas acepten ser propuestas como candidatos. Ciudadanos que
en el pasado apoyaron incondicionalmente al régimen, ahora no quieren
asumir ese compromiso, conscientes del fracaso del sistema y temerosos
del futuro. En este escenario resulta previsible que la asistencia a la
farsa electoral se reduzca apreciablemente, no obstante las presiones y
el miedo aún existente. Por ello, estas elecciones podrían marcar un
punto de viraje muy desfavorable para el totalitarismo cubano.
Noticias/Cuba Una nueva farsa electoral (12 March 2010)
http://www.cubanet.org/CNews/y2010/marzo2010/11_C_4.html
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