sábado, 13 de marzo de 2010

Sacrificar la exigencia sobre derechos humanos no favorece, sino retrasa, la transición

Cuba-España-UE
Sacrificar la exigencia sobre derechos humanos no favorece, sino
retrasa, la transición
13/03/2010

Las reacciones suscitadas por la muerte en huelga de hambre del
disidente Orlando Zapata han puesto en evidencia las dudas en el seno
del partido socialista sobre la política a seguir en relación con Cuba.
Mientras desde el grupo socialista en el Parlamento Europeo se suscribía
una resolución de condena al castrismo, desde el Gobierno se insistía en
la voluntad de impulsar la revisión de la posición común de los
Veintisiete durante el semestre de presidencia española.

No se ha tratado sólo de un nuevo episodio de descoordinación, tan
frecuentes en este Ejecutivo; la disparidad de criterios en este caso ha
obedecido, además, a la existencia de distintos puntos de vista sobre
cómo conducir las relaciones con La Habana, tanto bilaterales como
europeas, en la expectativa de un pronto fin de la dictadura castrista.
No es una decisión sencilla, dado que el propio régimen cubano se halla
divido acerca de cómo afrontar el futuro inmediato. Pero el ministro
Moratinos se equivoca al seguir defendiendo la revisión de la política
común en las actuales circunstancias y también en aspectos cruciales de
la estrategia alternativa que promueve.

La muerte de Zapata no sólo aconseja aplazar por el momento cualquier
decisión que el régimen cubano pueda interpretar como una normalización
diplomática con la UE, por más que, en efecto, la vigente posición común
de los Veintisiete haya llevado las relaciones a un callejón sin salida,
que ni alivia la situación de los cubanos ni estimula la transición.
Tampoco desde el punto de vista de la política europea parece razonable
que la presidencia española insista en la revisión de la posición común:
el voluntarismo de Moratinos corre el riesgo de traducirse en un
estrepitoso fracaso, dado que no existe unanimidad entre los socios para
revisar la posición común. Y mucho menos después de la muerte de Zapata.

La estrategia de poner en sordina las exigencias políticas al régimen
cubano para arrancarle concesiones humanitarias, según ha hecho el
ministro en sus últimos viajes a la isla, y según parece sugerir como
nueva política común de la UE, conduce a un círculo vicioso, del que
sólo resulta un mayor deterioro de los derechos humanos. A fin de evitar
las exigencias políticas, el régimen siempre necesitará disponer de
presos sobre los que negociar, con lo que las relaciones se condenan a
un ciclo espasmódico de represión y concesiones humanitarias bajo
presión internacional. Ni España ni la UE pueden convertirse en parte de
este mecanismo.

Esté o no en los planes de los actuales dirigentes cubanos, la necesidad
de desmantelar la dictadura llegará tarde o temprano. Para la comunidad
internacional, por su parte, el principal problema radica en gestionar
la espera. Minimizar o, incluso, sacrificar las exigencias sobre
derechos humanos en nombre de la transición que ha de venir no es sólo
moralmente inaceptable; es contribuir, además, a que esa transición no
llegue.

Cuba-España-UE · ELPAÍS.com (13 March 2010)
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Cuba-Espana-UE/elpepiopi/20100313elpepiopi_1/Tes

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