régimen
Jueves 18 de Marzo de 2010 16:29 Agencias
Las Damas de Blanco volvieron a marchar este jueves por calles de la
Habana Vieja entre gritos de unos 350 partidarios del régimen, informó
la AFP, que aseguró que esta vez no hubo violencia contra las madres,
esposas y familiares de presos políticos.
"Hoy se cumplen siete años del encarcelamiento de nuestros familiares.
No vamos a dejar de marchar suceda lo que suceda, que ellos hagan lo que
quieran", dijo la portavoz de las Damas de Blanco, Laura Pollán, quien
llevaba el brazo derecho en cabestrillo y un dedo de esa mano
inmovilizado, resultado de la golpiza del día anterior.
El miércoles, en la tercera jornada de actividades organizadas para
conmemorar el séptimo aniversario de la oleada represiva que envió a sus
familiares a prisión en 2003, unas treinta Damas de Blanco fueron
empujadas y golpeadas por seguidores del régimen y efectivos de la
Policía y la Seguridad del Estado, que terminaron violentamente una
marcha del grupo en la barriada habanera de Párraga.
Las Damas de Blanco fueron subidas a la fuerza en dos ómnibus, incluso
cargándolas entre varias personas, para evacuarlas hasta la casa de Pollán.
A pesar de ese episodio, a primera hora de este jueves una treintena de
mujeres vestidas de blanco y portando flores (gladiolos rosados),
asistieron a misa en la Iglesia de La Merced, en la Habana Vieja, y
luego salieron en marcha silenciosa, hasta que fueron interpeladas por
grupos pro castristas.
"Las repudiamos porque ellas están contra la revolución y esta
revolución la vamos a defender hasta el final. Las calles de Cuba son de
los revolucionarios, no se lo vamos a permitir. Las estamos dejando
marchar, pero tenemos todo el derecho a repudiarlas", dijo a la AFP
Yamilé González, empleada de una círculo infantil.
Entre las Damas de Blanco caminaba Reina Luisa Tamayo, madre del preso
político Orlando Zapata, un albañil de 42 años, que murió el 23 de
febrero tras una huelga de hambre de 86 días en reclamo de mejores
condiciones carcelarias.
La muerte de Zapata provocó una ola de consternación internacional, y el
gobierno de la Isla fue condenado por el Parlamento Europeo y por
diversos gobiernos e instituciones de derechos humanos.
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