Lunes 01 de Marzo de 2010 07:54 Rafael E. Saumell, Texas
El fallecimiento de Orlando Zapata Tamayo y el impacto de la noticia en
los medios políticos y de comunicación internacionales han logrado algo
inusual en Cuba: que Granma reconozca públicamente el asunto. Cuatro
días después del acontecimiento, apareció en primera plana el artículo
¿Para quién la muerte es útil? firmado por Enrique Ubieta Gómez.
El primer anuncio de que algo grave había ocurrido en una de las
cárceles lo dio el mismo Granma el viernes 26. De pronto y en primera
plana se publicó un trabajo anónimo titulado La desvergüenza del
gobierno de Estados Unidos; un refrito de datos que intentaban probar el
mal estado de los centros penitenciarios de la unión americana.
En retrospectiva, podemos afirmar que el texto sobre "la desvergüenza"
no fue más que un avance de lo que llegaría el sábado: una defensa a
fondo del sistema político, jurídico y penitenciario impuesto en la
isla, en contraste con el imperante al otro lado del estrecho de la
Florida. El repertorio de adjetivos empleados por Granma contra los
opositores cubanos y, en especial, contra Orlando Zapata Tamayo, no es
nuevo: contrarrevolucionarios, inescrupulosos, mercenarios,
delincuentes, amamantados por extranjeros, adversarios imperiales…
La base argumental del alegato descansa sobre un dato importantísimo
para la línea editorial del periódico del partido comunista. Zapata
Tamayo había sido un preso común con antecedentes desde 1988. Aún más.
Fue víctima fatal de manipuladores que lo persuadieron para que se
enfrentara a la revolución y, finalmente, sacrificara su vida con fines
anticubanos. Ergo. Si hasta el 23 de febrero la contrarrevolución no
tenía "mártires", a partir de ese día ya cuenta con uno, a pesar de que
aquél "adoptó el perfil 'político' cuando ya su biografía penal [común]
era extensa". ¿Conclusión? En Cuba no hay disidentes genuinos sino
pícaros politizados, esto es, mercenarios con conciencia opositora que
incluso pueden llegar a la temeridad de la inmolación a cambio de una
fama postmortem.
Pero un momento. Ser preso, común o político, no significa perder todos
los derechos. Es verdad, tras las rejas no hay correspondencia privada,
no hay libertad de movimiento, no se puede escoger residencia. No
obstante, el preso común goza de los mismos derechos que el político: a
la vida, a la integridad física, a la alimentación, al tratamiento
médico adecuado, a recibir visitas familiares… Aunque no lo respalde la
simpatía ciudadana a causa de sus actos censurables y ciertamente
punibles, cualquier criminal debe ser tratado con apego al derecho.
En su artículo, Granma hace suya una pésima costumbre consistente en
manipular expedientes jurídicos, divulgar rumores infamantes y de cierta
manera documentados contra adversarios políticos irritantes. Esta suerte
de maniobra retórica se utiliza para descalificar por partida doble al
oponente: en la vida privada y en la arena pública. Por otra parte,
Granma ignora a sabiendas que existen antecedentes históricos
relacionados con delincuentes, o personas sancionadas por delitos
comunes, que se transforman moralmente durante la experiencia de
presidio. Doy un nombre literario, y no por eso menos real, para probar
esta tesis: el personaje Jean Valjean de Los miserables.
Es habitual que los presos políticos y comunes interactúen dentro de las
penitenciarías, que los segundos reciban la influencia ideológica de los
primeros, que éstos se pronuncien en contra de los maltratos y las
injusticias sufridas por sus compañeros. Así lo hizo Pablo de la
Torriente Brau en Presidio Modelo. ¿Más ejemplos? Consultemos toda la
literatura e historia cubana sobre la plantación y el encierro, desde
Juan Francisco Manzano en el siglo XIX hasta hoy.
Por supuesto que en Cuba no hay desaparecidos ni prisiones clandestinas.
Todo el mundo sabe dónde están los rincones oscuros de Villa Marista,
Combinado del Este, Boniato, Guanajay, Cinco y medio, Kilo 7… La
policía, los abogados, los fiscales, los jueces, los tribunales, las
cárceles y los guardias están bajo las órdenes de un partido único
amparado por la constitución presente. Al no existir separación de
poderes se excluye la necesidad de esconder a los detenidos, de hurtarle
los cuerpos de los fusilados a la opinión, o sea, a la prensa asalariada
del pensamiento oficial, para usar la célebre expresión de Che Guevara
en El socialismo y el hombre en Cuba. Así es cómo "impera[n] la ley y el
honor", según Granma, que considera "toda muerte dolorosa y lamentable"
si bien evita darle el pésame a la madre del fallecido a nombre de la
redacción y del gobierno del cual es órgano de transmisión.
Es probable que pase mucho tiempo antes de que podamos enterarnos de
quiénes son los mentores políticos inmediatos de esta tragedia. ¿Cómo se
llaman los funcionarios de cárceles y prisiones ante los cuales Zapata
Tamayo se rebeló? ¿Por qué lo hizo? En aras de aclarar este gravísimo
hecho, los cubanos deberíamos tener el derecho de ser informados sobre
la identidad y motivaciones de quienes fueron incapaces de evitar que
aquel hombre se convirtiera en marioneta de otros.
Igualmente sería loable que el gobierno pusiera la historia clínica a
disposición de los interesados, de forma tal que la sociedad se entere
de cuáles fueron los problemas de salud que aquejaron al prisionero.
Acepto que no hubo un fallecimiento extrajudicial, o sea, no ordenado
por un tribunal competente, pero me encantaría indagar si Zapata Tamayo
recibió asesoría legal de algún abogado elegido por él o sus familiares
en el transcurso de su agonía y mientras estuvo lúcido. Es urgente
investigar quién o quiénes influyeron en él tan poderosamente que lo
llevaron a satisfacer "necesidades políticas ajenas" a la suya.
La muerte no es útil para nadie, tampoco los encarcelamientos, mucho
menos los tratos crueles, inhumanos y degradantes. Cuba no necesita de
ningún mártir ni de cinco héroes. La solución de los problemas pasa por
la creación de una buena república para todos los ciudadanos. Donde se
prohíba el canje de unos compatriotas por otros. Debemos poner fin a las
declaraciones prepotentes, intolerantes, chauvinistas, que reclaman
hablar por toda la nación y expresan su disposición a continuar
desangrándola y dividiéndola con mensajes como el siguiente: "podemos
enviarles [a los EE UU] a todos los mercenarios y sus familias, pero que
nos devuelvan a nuestros Héroes".
Por esa actitud soberbia se ha marchado un elevado por ciento de la
población, incontables son los muertos en el mar, miles los solicitantes
de visas. Un día antes del deceso de Zapata Tamayo, el presidente de
Costa Rica, Óscar Arias, pronunció un discurso frente a Raúl Castro en
el contexto de la cumbre por la unidad de Latinoamérica y el Caribe: "Es
muy fácil defender los derechos de quienes piensan como nosotros.
Defender los derechos de quienes piensan distinto, ése es el reto del
verdadero demócrata".
La muerte no es útil para nadie (1 March 2010)
http://www.diariodecuba.net/index.php?option=com_content&view=article&id=473:la-muerte-no-es-util-para-nadie&catid=58:opinion&Itemid=181
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