La guerra cibernética
By MERCEDES SOLER
Los seres humanos nos hemos inventado Guerras Sucias, Guerras Frías,
Guerras Mundiales. Todas cobraron vidas y crearon rencores con deseos de
revancha, que a su vez alimentaron mayores horrores. Si sobrevivió algo
positivo de tan fatales encontronazos, sin embargo, fue el nacimiento de
un cambio de conciencia tras cada una de ellas. Hoy en día cualquier
estrategia militar reconoce que para ganar aunque sea escaramuzas,
también hay que transformar corazones y conquistar mentes. He ahí el
desarrollo de la propaganda de guerra. Debido a ello, entre las armas
más poderosas de los arsenales modernos, la más necesaria para asegurar
la victoria en cualquier embate ideológico no contiene pólvora, agentes
bioquímicos, ni tan siquiera ojivas nucleares. Se trata simplemente del
control (o descontrol) de la informática.
Para ayudar a aflojar el cerco férreo que estados totalitarios como
Cuba, Irán y Sudán ejercen sobre sus pueblos, el Departamento del Tesoro
de EEUU esta semana hizo una excepción en las restricciones de
exportación de programas, o software, de Internet, para uso personal
hacia esos países. Les ofreció licencias a empresas como Microsoft y
Yahoo para que comercien con el enemigo. Entre la tecnología ahora
disponible en el mercado abierto se encuentra la venta de software para
iniciar mensajes instantáneos (IM), chats, y la transmisión de fotos y
álbumes de fotos como existen en nuestras redes sociales. El Tesoro
también considerará facilitar la venta de operaciones de programas que
imposibilitan, o al menos reducen, el seguimiento de las huellas
electrónicas de los usuarios cotidianos. El objetivo es ofrecerles un
escudo cibernético a posibles disidentes perseguidos.
El tema es delicado. La tecnología puede ser utilizada contra nosotros
mismos, como ha sucedido con los hackers chinos, que han llegado a
penetrar los sistemas computarizados de Google y hasta del gobierno
estadounidense. Irán pudiera utilizar partes de esta tecnología para
financiar su programa de misiles nucleares. Pero su pueblo, que desde el
fraude electoral del verano pasado tomó las calles y exigió nuevas
elecciones colocando fotos de protestas multitudinarias, vídeos de abuso
militar y denuncias en Facebook, Twitter y YouTube, parece estar listo
para solidificar sus desafíos gubernamentales con el uso de la Red.
El acceso a este software pudiese ayudar a los iraníes, sudaneses y
cubanos a consolidar movimientos políticos, a esquivar controles físicos
y a conectarse con el mundo exterior. Precisamente ésa es la labor de
una red, enlazar eslabones humanos con ideales y propósitos similares,
ya sea compartiendo fotos de vacaciones o el llamado a una acción
política. Ni un teléfono intervenido ni una casa vigilada desde afuera
pueden socavar la planificación que se lleve a cabo vía IM, o mediante
un mapa de Google Earth reproducido electrónicamente.
Los blogueros cubanos, encabezados por la célebre Yoani Sánchez, ya
están desafiando la censura estatal y blogueando abiertamente sobre sus
difíciles condiciones diarias. Las restricciones cibernautas que todavía
enfrentan, sin embargo, los limitan. Nadie mejor que ellos entiende el
poder liberador que representa la Internet. Si ya les dio voz, también
puede ofrecerles protagonismo. Cuando puedan transmitir directamente vía
Webcams a un huelguista de hambre como Guillermo Fariñas postrado y
denunciante, frente a la camarita de su computadora, en tiempo real,
para que cualquiera tenga acceso a su transmisión, incluso el propio
estado que lo oprime, entonces el mundo entero será cómplice de su
muerte o partícipe de su triunfo. En el momento en que los cubanos
puedan convocar a una manifestación vía IM y cambiar horarios o
ubicación instantáneamente para burlar al aparato de inteligencia con su
propio juego, se podrán esperar cambios reales.
Esa es la promesa de esta tecnología. Es el arma más democratizadora
inventada hasta ahora, aunque se preste para miles de abusos. El
gobierno cubano lo entiende. Por eso hace tres meses que mantiene
arrestado a un subcontratista estadounidense de USAID que repartía
ordenadores, celulares e intentaba ayudar a la colonia judía de La
Habana para obtener acceso a la Internet. Cuando la información circula
libre en cualquier sociedad acaba influenciando mentes, despertando
ideas y cambiando la política. Y aunque Cuba lo sabe y lo entiende
perfectamente poco le queda para poder detenerla.
MERCEDES SOLER: La guerra cibernética - Opinión - ElNuevoHerald.com (14
March 2010)
http://www.elnuevoherald.com/2010/03/14/675016/mercedes-soler-la-guerra-cibernetica.html
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