ANTONIO ELORZA 13/03/2010
Hay algo que se echa en falta una y otra vez en la política exterior
española: dignidad. El concepto romano de dignitas no se refiere a una
posición de poder, sino a quien se comporta haciéndose merecedor del
reconocimiento público. Resulta lógico que el Gobierno actúe con cautela
si quiere mejorar la suerte de los perseguidos en Cuba, pero no que deje
ver con tanta claridad su actitud reverencial respecto de una dictadura
que para nada ha emprendido el proceso de reformas que Moratinos dice
querer acompañar con un "diálogo exigente". Es también razonable que no
entre a la bronca buscada por el mandamás de Venezuela cuando un juez en
su auto pone sobre el tapete unas relaciones entre organizaciones
terroristas, FARC y ETA, suficientemente documentadas y al parecer
avaladas por su régimen autoritario, pero no que la petición de
explicaciones en principio apuntada por el presidente Zapatero sea
sucedida por un repliegue que llega hasta el punto de soportar sin
adecuada respuesta los zafios insultos al juez pronunciados por el
ministro venezolano, con el refrendo de Chávez.
Hay algo que se echa en falta una y otra vez en la política exterior
española: dignidad
Claro que Zapatero y Moratinos no están solos, e incluso el primero
salvó la cara con la rotunda declaración de condena en el vacío, sin
repercusión alguna, pronunciada desde la presidencia semestral de la
Unión Europea. Peor fue la ceguera voluntaria de Lula. Al parecer,
reverdece una izquierda que sigue tratando con afecto a los dictadores
que endosan el disfraz del socialismo, olvidando el enorme coste
político y moral de otra ceguera voluntaria, la que ignoró el gulag.
Cierra el círculo la increíble declaración del Congreso que se centra en
dar el pésame a la familia y lamentar la muerte del opositor Zapata por
su huelga de hambre y en "reiterar su compromiso con Cuba" (sic, ¿con
qué Cuba?). Pide, no exige, "la libertad de los presos de conciencia"
(no políticos) y condena "las limitaciones (más sic) de las libertades
públicas" en la isla. Hay allí, añaden, "falta de protección a los
derechos humanos"; no hablemos de violación sistemática de los mismos.
Vergonzoso. El PP lo ha suscrito y de paso mantiene la carga contra
Garzón, recordándonos que siempre hay alguien que empeore al Gobierno.
Tanto o más grave es el tema de la imputada protección que Chávez
otorgaría a las organizaciones terroristas como FARC y ETA, y al
intercambio de servicios entre ambas. Más allá del ruido de las
declaraciones, resulta trascendental comprobar o no si el panorama
descrito por el juez corresponde a la realidad.
El apoyo encubierto a la lucha armada, esto es, al terrorismo de las
FARC, encaja sin dificultad en el doble juego de palabras utilizado por
Chávez. Nuestro espadón habla siempre del amor a Colombia y de sus
deseos de paz para ese país, al tiempo que niega "por Dios y por mi
santa madre" toda implicación con el terrorismo y la guerrilla.
Sólo que luego ese amor resulta transferido a la reconstrucción de la
Gran Colombia en su proyecto bolivariano, y el Gobierno legal de Bogotá
pasa a ser el gran enemigo, servidor del imperialismo norteamericano,
debiendo ser derrocado. Consecuencia: guerrilleros y terroristas de las
FARC no son tales, sino un ejército de liberación que ejerce con plena
legitimidad el derecho a la insurrección. El terror como tal desaparece
del discurso; deviene instrumento positivo para la realización de su
sueño imperialista.
La benevolencia hacia ETA respondería a la extrapolación de ese
planteamiento, desde la atención preferente a las FARC. Chávez, aliado
de Ahmadineyad, no teoriza sobre el papel del terror, pero sí suscribe
los planteamientos de quienes ven en el terrorismo, singularmente
islámico, la principal estrategia para provocar la derrota del
imperialismo. Entra aquí en escena un curioso personaje, politólogo
español también simpatizante de Ahmadineyad, que ha cubierto una
trayectoria de falso giro a la izquierda, sobre un fondo de continuidad,
desde un fascismo azul hasta una posición similar, pero teñida de rojo.
Su libro sobre la "guerra asimétrica", un auténtico bodrio, ha sido
editado por Chávez a 30.000 ejemplares, con destino a sus fuerzas
armadas, lo cual prueba la adhesión del venezolano a tales ideas.
Seudo-izquierdismo racista e islamismo "revolucionario" se funden en la
receta, con el terrorista Carlos como emblema. Buena olla podrida.
En suma, si la declaración conjunta contra el terrorismo de Chávez y
Zapatero ha de servir de algo, visto que para aquél las FARC no son
terroristas, habría que preguntarle si a su juicio lo es ETA. De otro
modo, estaríamos participando en una lamentable farsa.
De Raúl a Chávez · ELPAÍS.com (13 March 2010)
http://www.elpais.com/articulo/espana/Raul/Chavez/elpepiesp/20100313elpepinac_9/Tes
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