viernes, 13 de junio de 2014

La lengua cautiva

La lengua cautiva
ANDRÉS REYNALDO | Miami | 13 Jun 2014 - 8:38 am.

Si en Cuba la censura obliga a no llamar a las cosas por su nombre, en
el exilio suele demonizarse como troglodita y anacrónica la denuncia de
la dictadura.

Toda dictadura se apoya en una inversión moral. En no poca medida, el
castrismo ha conseguido trasladar al exilio esa perversión de los
valores. Si en Cuba la censura obliga a no llamar a las cosas por su
nombre, de este lado suele demonizarse como estridente, troglodita y
anacrónica la denuncia exacta y constante. En la Isla se amordaza con el
miedo a la policía. En Miami con el miedo a sonar como un extremista.

Admito que llevan las de ganar. Por lo menos, han conseguido imponernos
una enorme dificultad de lenguaje. A diferencia de otros dictadores
latinoamericanos, a Fidel y Raúl se les designa como "gobernantes". Los
términos "gobierno" y, en caso extremo, "régimen", sustituyen a las
clásicas definiciones de "dictadura" y "tiranía". A las figuras que
abiertamente abogan a favor del totalitarismo castrista suena mal
identificarlas como "colaboracionistas". A su vez, se descarta como
"paranoia" todo esfuerzo de mostrar la actividad persistente, coordinada
y apenas disimulada de la Seguridad del Estado entre los exiliados,
principalmente en Miami.

Los censores totalitarios no solo apuntan a reprimir la expresión
pública de la verdad sino también a destruir el razonamiento y la
memoria. Uno de sus principales logros consiste en divorciar la emoción
de la objetividad. En ese lavado de espíritu, la exposición de los
horrores de Fidel y Raúl y el reclamo de una debida justicia son
mellados por una retórica que disfraza en su imparcialidad la intención
de que las víctimas renuncien, incluso, a su derecho a dolerse. Ya en el
colmo de la manipulación, se nos invita a adoptar esa lengua corrupta a
fin de no parecernos "a ellos".

Al no llamar al castrismo por su nombre y apellido resulta complicado
situarlo en sus alternantes familias. Esa familia, hoy por hoy, es el
fascismo. Un fascismo que aprovecha la convocatoria del tradicional
pensamiento revolucionario de la región y la contundente experiencia
represiva del comunismo. Para cualquier mediocre lector de Historia las
claves están a la vista. La gran excepcionalidad cubana consiste en
impedir que las irremediables deficiencias inherentes a estos fenómenos
afecten de manera terminal el control de los hermanos Castro.

En tiempos de la Guerra Fría, la coartada nacionalista y
antiimperialista consiguió que una parte del mundo no juzgara a Fidel
como uno de los más serviles y agresivos peones del totalitarismo
soviético. Ahora, Raúl pretende imponerle un aura de liberadora
modernidad a esta nueva fórmula de dominio. Tal como el comunismo
castrista constituyó una de sus más asfixiantes variantes, el fascismo
raulista se proyecta con menores espacios a la empresa privada
autóctona, al marco legal de los ciudadanos y a la organización gremial
que los canónicos modelos de Mussolini y Hitler.

Digámoslo, entonces, como hay que decirlo. Apostar por la hipotética
conversión del verdugo sin abogar por el inmediato restablecimiento del
derecho del oprimido no te convierte en un opositor moderado, con una
exquisita visión estratégica, sino en un cómplice con conocimiento de
causa. Por muy empresario, por muy cardenal, por muy novelista que seas.
Sean buenas o malas tus intenciones, quien no se opone frontalmente al
fascismo (y en general a toda forma de injusticia) deja de pertenecer al
ámbito natural de las personas morales. ¿O no?

La monstruosidad de la causa no deja espacio para la legitimidad de sus
gestores y simpatizantes. Que Ramiro Valdés sea un correcto caballero no
lo exime de ser un asesino. Que la Iglesia Católica no quiera un baño de
sangre no la obliga a celebrar misa por Chávez. A Raúl, a sus herederos
dinásticos y a su mafia vasalla hay que pedirle lo que universalmente se
le ha pedido a los tiranos. Lo que una vez supimos pedirle a Gerardo
Machado y a Fulgencio Batista: ¡que se vayan!

Source: La lengua cautiva | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1402604780_9022.html

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