miércoles, 7 de octubre de 2015

Túneles para qué?

¿Túneles para qué?
El Metro de La habana que nunca fue y las siniestras y disparatadas
ideas militares de Fidel Castro
Rafael del Pino, EEUU | 07/10/2015 9:28 am

No transcurría un ejercicio militar en los mapas o en la práctica real
sin que después de los golpes aéreos masivos de la aviación yanqui y de
iniciarse los desembarcos marítimos al este y oeste de La Habana por la
1ra División de Infantería de Marina de Estados Unidos, nuestra División
Blindada partiera de su región de concentración, resuelta a
aniquilarlos, así como también hacía añicos a la 82a División
Aerotransportada, que había desembarcado en la región de Güines, en el
centro de la provincia de La Habana.
Después de aniquilar dicha fuerza invasora los tanques de la división,
reforzados con las reservas del alto mando (RAM) proporcionadas por el
Comandante en Jefe, expulsaban al mar a las fuerzas yanquis que habían
desembarcado por el litoral habanero.
Teníamos una suerte loca, siempre ganábamos en los ejercicios teóricos.
Decisiones para cumplir con la operación contra desembarcos del país,
rezaban las directivas.
Durante la Reunión Metodológica del MINFAR que acostumbraba a efectuarse
al inicio del año de preparación combativa, concluido el primer día de
reunión —generalmente eran dos días— abordamos los autobuses que habían
sido asignados para conducirnos al terreno y presenciar los últimos
adelantos en los nuevos planes estratégicos del Comandante en Jefe para
rechazar la invasión.
Cruzamos el túnel de la Habana y nos dirigimos por toda la Vía Blanca
hasta Guanabo, más o menos por donde están las famosas antenas que en su
tiempo recibían señales de la televisión de Estados Unidos, y nos
adentramos en esas elevaciones que se extienden paralelas a la doble
vía, desde Colinas de Villareal, pasando por Santa María del Mar, hasta
después de Guanabo.
El general Senén Casas, Jefe del Estado Mayor General, dirigía la reunión:
"Compañeros oficiales, en el día de hoy podrán comprobar con sus propios
ojos uno de los tantos trabajos ingenieros que a fuerza de grandes
sacrificios se han logrado construir para la protección de nuestros
medios, dando posibilidades a la División Blindada de sobrevivir los
golpes masivos del enemigo y participar en el contragolpe estratégico
que derrote al enemigo".
Sin más introducción montamos en una caravana de vehículos militares y
penetramos en los túneles recorriendo kilómetros y más kilómetros de una
obra que debió costar centenares de millones de dólares.
Pero lo trágico de esta inversión es que resultaba la obra ideal para
que la aviación de Estados Unidos, sin hacer mucho esfuerzo, acabara de
un plumazo con la flamante División Blindada. Ni un "Jaque del Pastor"
resultaba tan simple como este para auto-derrotarnos nosotros mismos.
Según el jefe que dirigía la clase metodológica, la División Blindada,
acantonada en Managua, en caso de pasarse a completa disposición
combativa, debía estar lista para entrar en combate desde sus regiones
de concentración. Por lo que la distancia desde Managua hasta las
regiones de desembarco del enemigo en las costas resultaba bastante
alejada, y sus medios corrían el riesgo de ser destruidos por la
aviación yanqui durante su recorrido, que por supuesto dominaría el
espacio aéreo.
Y agregaba en la explicación que, con los tanques protegidos en los
túneles al producirse los desembarcos enemigos, estos saldrían directo a
enfrentar las tropas desembarcadas, sin haber sido diezmados anteriormente.
Otro oficial de la aviación que participaba en la reunión metodológica
me miró con socarronería al escuchar esta explicación del conferencista,
y me doy cuenta que estaba pensando lo mismo que yo.
Cuando concluye la explicación, el general Senén Casas pregunta si
alguien tiene alguna duda y ese es el momento que aprovecho para poder
exteriorizar los deseos reprimidos.
"General, yo no soy tanquista ni especialista de las tropas terrestres,
pero siempre entendí que los tanques y otros vehículos blindados eran
construidos así para poder sobrevivir desplegados en el campo de
batalla, y como piloto le puedo decir que los tanques en marcha,
desplegados, es bastante difícil poder destruirlos".
"Sí, así es, pero ¿cuál es su duda?".
"Mi duda es que destruir cientos de tanques moviéndose en el terreno le
sería extremadamente difícil a la aviación enemiga, mientras que
teniendo esos cientos de tanques dentro de los túneles con solo destruir
las entradas y salidas ya estarían todos enterrados… y esas entradas y
salidas no son móviles, son permanentes, y deben estar muy bien
localizadas por las fotos del SR-71".
Me refería al avión de reconocimiento norteamericano SR-71 Black Bird
(Pájaro Negro) que atravesaba semanalmente la isla de Cuba, de oriente a
occidente, fotografiando todo el territorio nacional. Cuando aquello no
estaban tan adelantados los medios de reconocimiento por satélite, que
hoy día pueden hasta realizar reconocimientos faciales de los enemigos
en tierra.
Me di cuenta que le había tirado una "bola de humo" y no sabía que
contestar.
"Ese no es un tema para discutir aquí ahora, compañero general. Eso
seguro ha sido analizado por los especialistas que le corresponde.
Reunión terminada".
Cuando nos dirigíamos a los autobuses escucho a mis espaldas unas
carcajadas y un vozarrón que me grita.
"¡Pilooootooo, oye, pilooootoooo, acostúmbrate a las masturbaciones
estratégicas!".
Me viré y allí estaba, muerto de risa, aquel indio corpulento,
carismático, divertido, y querido por todos, el general Arnaldo Ochoa.
La inmensa mayoría de los jefes militares sabían que aquella paranoia de
los túneles era un gasto incosteable e inútil para un país arruinado por
las locuras de su máximo dirigente. Aunque los más serviles, los
tracatranes, los "yes men", como se les dice en Estados Unidos,
aplaudieran las masturbaciones estratégicas del Comandante, como las
calificó Ochoa. Los túneles, en la mente de la dirigencia fracasada, era
la mejor anestesia para un pueblo defraudado y burlado.
Pero había algo mucho más diabólico, perverso y siniestro.
Con las galerías de túneles al Este de la Habana Fidel Castro sí estaba
cometiendo un error operativo-estratégico garrafal, por las razones que
vimos anteriormente en la famosa clase metodológica en el terreno. Pero
los de las ciudades, en especial los de la capital, tenían otro propósito.
En la visita que hace Raúl Castro a la URSS en 1982 para entrevistarse
con Brezhnev (eran los tiempos de Reagan), el dirigente soviético le
comunica a Raúl que si EEUU atacaba a Cuba la URSS no tenía ninguna
posibilidad de defenderla. La frase de Brezhnev fue: "¿Qué quieren, que
nos partan la cara?".
Ahí comenzó la locura y el corretaje en el MINFAR para los planes de "La
Guerra de todo el pueblo" Tanto Fidel Castro como su hermano Raúl habían
llegado a convencerse de sus propias ilusiones: "el pueblo cubano
combatiría hasta los últimos hombres existentes en cada pueblo y ciudad,
abrazados a la bandera cubana".
Pero como el que vive de ilusiones suele morir de desengaño, meses
después, al ocurrir la debacle de Granada, donde Fidel Castro llega al
extremo de ordenar zarpar al buque Vietnam Heroico completamente vacío,
para no proporcionar ninguna posibilidad de que los cubanos atrapados
allí pudieran escapar, y que se inmolaran.
Estaba tan convencido de que sería como él lo preveía que al perderse
las comunicaciones dio por sentado el holocausto, y emitió un parte
oficial por radio y televisión, informando al pueblo que los últimos
cuatro cubanos que quedaban resistiendo se habían inmolado abrazados a
la bandera cubana.
Ese ha sido el ridículo más grande que ha hecho Fidel Castro, y que
nunca ha podido borrar de su larga historia de fracasos.
Después de aquella tragicomedia, Fidel Castro, en su acostumbrado slogan
de "Convertir los reveses en victoria" saca nuevamente de su gaveta una
vieja idea que desempolva y la lanza al ruedo, creando el Grupo
Ejecutivo del Metro de Ciudad de la Habana (GEMCH).
Esta idea, que lógicamente debía ser financiada por los "bolos", le
proporcionaba dos objetivos fundamentales:
1) El proyecto inicial, que abarcaba una línea desde Alamar hasta la
Ciudad Deportiva, para posteriormente llegar hasta la calle 100 y
finalmente hasta el Aeropuerto Internacional José Martí, le
proporcionaría decenas de kilómetros de túneles, disponibles en los años
que durara el proyecto. Si no pasaba nada en el ínterin, podría ser una
obra que quedara como su legado.
Algo así como la carretera central que dejó el dictador Gerardo Machado.
Estas egolatrías de los dictadores todas se parecen. Ya Castro había
superado con creces a Machado no solo en el tiempo en el poder: le había
ganado también construyendo una nueva autopista a todo lo largo de la
isla que suplantó a la vieja carretera central construida por aquel,
aunque en realidad todavía hoy no está terminada; el metro eclipsaría
completamente al capitolio que erigió Machado.
2) Los de mayor edad deben recordar que, días antes de la invasión de
Bahía de Cochinos, la Seguridad del Estado arrestó a centenares de miles
de cubanos, sospechosos de ser desafectos a la Revolución, y los encerró
en complejos deportivos y teatros. Incluso a los miembros de la Brigada
2506 los confinaron, primero, en la Ciudad Deportiva, y posteriormente
en el Hospital Naval, que se encontraba en proceso de terminación.
Aquí también parece que los dictadores se transmiten las experiencias.
Esto fue exactamente lo mismo que hizo Pinochet cuando el golpe de
Estado en Chile en 1973.
Esas decenas de kilómetros de túnel para el Metro de la Habana
resolverían completamente el confinamiento de centenares de miles de
desafectos. Cuando la caldera del periodo especial que se avecinaba
explotara, ya no habría que preocuparse con complejos deportivos o teatros.
Pero, además, si los americanos osaban intervenir para evitar el
genocidio, cabía la posibilidad de hacer lo que hizo Hitler en el Metro
de Berlín antes de suicidarse: inundarlo.
Poderoso disuasivo para prevenir la intervención norteamericana.
Esperemos que la biología se imponga y termine por disiparse hasta el
último vestigio de estas ideas perversas.
Confío en que las nuevas generaciones de oficiales cubanos serán capaces
de no aceptar ni un caudillo ni un verdugo más.
El tiempo dirá.

Source: ¿Túneles para qué? - Artículos - Cuba - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/tuneles-para-que-323780

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