miércoles, 14 de octubre de 2015

La nociva postura de los pesimistas

La nociva postura de los pesimistas
[13-10-2015 01:29:16]
Alberto Medina Méndez

(www.miscelaneasdecuba.net).- Frente a las verdaderas dificultades los
extremos suelen ayudar bastante poco. Un pesimismo crónico solo invita a
cruzarse de brazos, a rendirse y por lo tanto a claudicar. En la
contracara, un optimismo irracional que solo se basa en una retórica
seductora, tampoco parece conducente.
La euforia que estimula a buscar lo mejor frente a cada situación tiene
muchos adeptos. Esa mirada, algo ingenua, genera ilusión allí donde la
desazón suele ganar, pero solo con discursos no se logra lo esperado.

La mera intención de que todo sea un poco mejor y una férrea voluntad no
alcanzan para torcer el rumbo. Son ingredientes necesarios para
progresar, pero aisladamente, sin un norte definido, sin diagnósticos
claros y estrategias correctas, no permiten conseguir las metas deseadas.

Del otro lado, quienes han sido secuencialmente derrotados en varias
ocasiones, no tienen esperanzas y creen que no vale la pena hacer algo
al respecto. Dicen haberse esforzado lo suficiente sin obtener lo
pretendido.

No solo están enojados con el sistema, con los gobiernos y la política.
También viven enfadados con la sociedad, por su apatía, por la abulia,
por el desinterés manifiesto y la falta de acompañamiento a los que
realmente hacen mucho para alterar la inercia de los acontecimientos.

En ese grupo de decepcionados abundan los añosos. Esas personas han
vivido mucho tiempo y han convivido con funestos personajes del pasado y
el presente. Es lógico que se sientan frustrados frente a lo evidente.

Lo vieron casi todo. Su desilusión tiene demasiado de racional, pero
también de emocional. Han perdido libertades, dinero y fueron
defraudados por esos líderes políticos que les dijeron que con ellos
todo sería diferente.

Inclusive algunos intentaron ser parte de la política. En algún momento
de sus vidas fueron tentados con aquella consigna que sostiene que los
cambios se logran desde adentro del sistema y no desde afuera.

Pusieron mucho empeño, pero tampoco lo consiguieron. Ingresaron a la
política, creyeron en un proyecto existente o se sumaron a esos partidos
que emergen mágicamente, y con idéntica velocidad, desaparecen.

No solo se han quejado, sino que han hecho un esfuerzo adicional para
ser parte de ese proceso de sano involucramiento, de mayor compromiso,
pero por innumerables motivos finalmente fracasaron.

Tal vez no tuvieron el talento, ni la paciencia y perseverancia
imprescindibles. Posiblemente siguieron los caminos tradicionales y no
probaron otras variantes más creativas. Cualquiera sea la razón, sienten
que lo han intentado y, pese a la dedicación, les ha ganado el desencanto.

Los de más avanzada edad tienen la certeza de que, aun con éxito, no
lograrán ver el resultado de sus sacrificios y eso los desalienta. No
tienen vocación de héroes, ni están dispuestos a esmerarse para que las
generaciones futuras puedan continuar con las transformaciones iniciadas
por ellos. No los moviliza la idea de dejar un legado para los que vienen.

Una inteligente frase atribuida a William Ward recuerda que "el
pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el
realista ajusta las velas". Esa reflexión orienta todo el análisis hacia
el lugar apropiado.

Algunos no comprendieron aún la cuestión de fondo. Claro que llegar a
buen puerto importa y mucho, pero a veces lo trascendente, lo
significativo tiene que ver con dar la batalla, con no doblegarse ni
capitular, con tropezar y aprender de cada caída para no repetir los
mismos desaciertos.

Winston Churchill decía que "un optimista ve una oportunidad en toda
calamidad y un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad". Un
pesimismo a ultranza no suma nada. Desalienta a los que lo intentan, los
colma de sentimientos negativos y solo consigue amedrentar a los pocos
ciudadanos dispuestos a encarar ese épico gesto de inmolarse.

Los cándidos optimistas que solo recitan frases hechas pero jamás pasan
a la acción tampoco contribuyen demasiado. En su favor habrá que decir
que al menos no se ocupan de bastardear a los que tratan de hacer algo.

Va siendo tiempo de asumir la actitud adecuada. La tarea es muy
compleja. Nada es simple. Los cambios requieren de tenacidad. La
ansiedad no es una aliada en esto. El cambio indudablemente demandará
tiempo. A veces se avanza a paso decidido y otras más lentamente.
Inclusive en algunas ocasiones se retrocede para volver a tomar fuerza y
seguir evolucionando.

Hay que ser ingenioso e innovar mucho para tratar de transitar el
recorrido más exitoso, pero siempre bajo el realismo de asumir lo que se
tiene delante sin minimizar los datos concretos y sin sobrestimarlos
tampoco.

Es importante tener los pies sobre la tierra, pero es preferible siempre
convivir en ese sendero con los más optimistas. Al menos ellos son menos
dañinos. Es posible que no aporten mucho, pero al menos no son un
escollo. Definitivamente es vital distanciarse de la toxica actitud de
algunos. Si se pretende construir un futuro mejor, es imprescindible
alejarse de la nociva postura de los pesimistas.

Source: La nociva postura de los pesimistas - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/561c424c3a682e10fc77f5c1#.Vh1upnqqqko

No hay comentarios:

Publicar un comentario