viernes, 23 de octubre de 2015

Cualquier día es malo para morirse solo

Cualquier día es malo para morirse solo
ORLANDO PALMA, La Habana | Octubre 23, 2015

Funeraria La Nacional, nueve de la noche. En una de las salas sólo se ve
una persona. Una mujer se mece en el sillón más alejado del ataúd. Se
lima las uñas. "¿Cómo se llama el difunto?", pregunta alguien desde la
puerta. "No sé, yo estoy aquí esperando a mi hija que fue al baño",
responde ella. Cuando se levanta y se va, el féretro queda solo. Nadie
ha venido para el último adiós.

La imagen de una sociedad donde las familias se hacen cargo de los
abuelos hasta el final de sus días se ha resquebrajado en las últimas
décadas en Cuba. El envejecimiento poblacional, los problemas económicos
y los altos índices migratorios entre los más jóvenes son algunas de las
causas por las que muchos ancianos se encuentran sin apoyo filial ni
compañía.

"Puedes sembrar un árbol, tener un hijo o escribir un libro, pero eso no
quita que estés solo cuando llegue la parca", sentencia Manolo, de 81
años, que habita en una cuartería del barrio Los Sitios, en La Habana.
Ingeniero retirado, vive solo desde hace más de 20 años, cuando su único
hijo se fue a Estados Unidos durante la crisis de los balseros. Entre
sus grandes temores, morir sin nadie cerca y "que me encuentren por la
peste", ironiza.

Según cifras oficiales, el 18,3% de los 11,1 millones de habitantes de
la Isla supera los 60 años y para 2025 se calcula que las personas de la
tercera edad rebasarán el 25%. Cuba podría convertirse en el país más
envejecido de América. La situación no sólo plantea un reto para la
infraestructura de salud y el sistema de seguridad social, sino también
para la organización familiar y las entidades humanitarias.

Aunque todavía sigue siendo común encontrar a nietos, padres y abuelos
bajo un mismo techo, dados los graves problemas habitacionales, los
casos de ancianos que viven sin compañía también han aumentado en los
últimos años. Según el censo de población realizado en 2012, en un 9% de
los hogares cubanos conviven al menos tres generaciones, pero en el
12,6% residen ancianos solos.

Cada día, esas personas tienen que sortear los obstáculos de una vejez
en solitario. Las bajas pensiones o la falta de afecto filial están
entre las causas que hacen que sus últimos años no transcurran con la
holgura material y el cariño que siempre soñaron. En lugar de ello deben
velar por sí mismos, apelar a los vecinos en busca de apoyo o pedir
ayuda a entidades humanitarias.

Laura, de 64 años, forma parte de los más de 3.000 voluntarios de
Cáritas que atienden a unas 28.000 personas, especialmente de la tercera
edad, por todo el país. Tiene mucho trabajo ante el aumento de personas
que envejecen en solitario. Cree que en pocos años ella también
necesitará asistencia, porque nunca tuvo hijos y quedó viuda hace un lustro.

"A algunos les doy la comida porque tienen problemas para moverse,
mientras que a otros les hago compañía alguna que otra tarde y converso
con ellos", explica esta maestra retirada que vive a las afueras de la
ciudad de Ciego de Ávila. Según su experiencia, "cada vez hay más
viejitos solos, porque muchos de sus hijos se han ido del país".

Al otro lado del pasillo de la cuartería de Los Sitios, donde vive
Manolo, una anciana acaba de ser trasladada al hospital. "Las hijas
todavía no lo saben, porque tenemos que esperar que llamen desde España
para darles la noticia", detalla. Sin embargo, el hombre cree que una
vez ingresada va estar más cuidada, porque ya no podían seguir
ocupándose de ella.

Postrada en la cama, la señora necesitaba de los vecinos para bañarse y
comer. "Aquí todos los que vivimos somos mayores y ya no podíamos ni
cargarla para llevarla al baño", recuerda el preocupado vecino. "Las
hijas mandan el dinero para los pañales desechables y la crema
antiescaras, pero no están aquí para ayudar en el día a día", sentencia
el anciano.

Sin embargo, tampoco el sistema de Salud Pública parece estar preparado
para enfrentar el marcado envejecimiento poblacional de la Isla. De los
más de 83.000 médicos con los que contaba el país en 2013, sólo 279, un
0,33%, se habían especializado en Geriatría y Gerontología.

En las áreas rurales el fenómeno de los ancianos que viven solos parece
tener una incidencia menor pero no deja de ser preocupante. "Los jóvenes
no quieren saber del campo y se van, así que esto se ha vuelto un pueblo
de viejos", cuenta María Antonia, de 69 años y residente en Vertientes,
Camagüey. Uno de sus hijos está trabajando en Varadero en una brigada
constructiva y el otro "se metió a militar y le dieron casa en La
Habana", explica.

La mujer tiene una rutina que sorprende para su edad. "Me levanto antes
de la cinco para colar el café que después salgo a vender en algunos
lugares". Puede estar entre tres y cuatro horas de pie en la mañana para
ofertar su mercancía. "Cuando regreso a la casa me duele hasta la vida",
cuenta. "¿Pero qué voy a hacer?", pregunta con resignación.

"Sólo tengo a los vecinos cuando me da un dolor y debo ir al médico",
explica María Antonia, quien padece una cardiopatía. Sin embargo, dice
preferir su actual situación de soledad a terminar en un asilo de
ancianos. "No, eso me mataría, yo necesito estar activa", detalla. Hace
meses no puede lavar a mano por la artritis y le paga a una señora para
que le limpie la casa. "Me estoy apagando poco a poco", explica con desazón.

En la provincia de Camagüey habitan más de 142.000 personas de la
tercera edad, pero sólo existen 911 capacidades en 13 hogares de
ancianos, además de 24 casas de abuelos donde reciben atención diurna.
En declaraciones a la prensa local, el doctor Jesús Regueira, jefe de la
sección de Adulto Mayor, Asistencia Social y Salud Mental de la
Dirección Provincial de Salud Pública, ha lamentado que la
disponibilidad de camas no se corresponde "con la demanda potencial".

Sin embargo, la mayor parte de los ancianos consultados para este
reportaje señala la falta de afecto familiar como el mayor problema de
vivir sin compañía. "A veces me paso días sin hablar con otra persona",
dice María Antonia. "Lo que más miedo me da es irme de esta vida sin que
nadie se entere; me asusta que no haya alguien para cerrarme los ojos".

Source: Cualquier día es malo para morirse solo -
http://www.14ymedio.com/sociedad/Cualquier-dia-malo-morirse-solo_0_1875412452.html

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