¡De la que te salvaste Camilo!
REINALDO ESCOBAR, La Habana | 28/10/2014
Por primera y última vez, lo vi de lejos durante una fracción de segundo
el 21 de octubre de 1959, día que él pasaba por Camagüey para arrestar
al comandante Huber Matos. Nadie entendía nada, pero la presencia de
Camilo en medio de la confusión nos trasmitía la confianza de que todo
se solucionaría de la mejor manera.
Los detalles del momento en que se informó su desaparición (una semana
más tarde), los he borrado de mi memoria, pero no he olvidado aquel
instante en que se anunció la falsa noticia que lo habían encontrado. La
gente en las calles sacaba banderas y cuadros de la Virgen de la
Caridad. Fue breve la alegría, pero inolvidable.
¿Cómo es posible que en todos estos años, donde no ha quedado un metro
cuadrado sin explorar, no haya aparecido un vestigio (...)?
Durante mucho tiempo tuve la convicción de que podría aparecer de un
momento a otro. En los años en que me creí poeta hasta hice unos
versitos describiendo su regreso. Todas las veces que volé entre
Camagüey y La Habana, cada vez que lo hice, me preguntaba cual sería la
razón para precipitarse en el mar… ¿cómo un Cessna, que nunca toma
demasiada altura, puede caer sobre otro sitio que no sea la plataforma
insular? ¿Cómo es posible que en todos estos años, donde no ha quedado
un metro cuadrado sin explorar, no haya aparecido un vestigio, una parte
del motor, las hélices, qué se yo…
Si hubiera sobrevivido a lo que le ocurrió y de no haberse envuelto en
otro incidente similar, Camilo Cienfuegos sería hoy otro octogenario en
la cúpula del poder. Si no hubiera sido destituido, encarcelado o
fusilado, estaría cargando hoy con la responsabilidad del desastre
nacional. Ya no estaríamos discutiendo si era más popular que el "otro",
sino si era tan culpable.
Ahora mismo, mientras escribo estas líneas, los estudiantes marchan con
flores hacia el malecón, también la gente que trabaja en las oficinas
sale más temprano que de costumbre porque van a echarle flores a Camilo.
Un ritual carente ya de las emociones de los primeros años, cuando los
que llegaban a las costas para rendirle homenaje lo hacían con lágrimas
en los ojos y sin tener que ser convocados desde la dirección de un
centro escolar o laboral.
La muerte inmortalizó ente nosotros su imagen alegre y popular. Si hay
algo más allá y desde ese lugar nos mira, debe sentirse feliz de haber
desaparecido a tiempo. La muerte lo salvó de la ignominia, de la
probable tentación de la corruptela y de la humillación de haber sido
tratado como traidor o como cómplice.
Source: ¡De la que te salvaste Camilo! -
http://www.14ymedio.com/blogs/desde_aqui/muerte-Camilo-Cienfuegos-abre-dudas-sobre-su-presente_7_1660103975.html
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