Sufrir torturas, hermana hombres
José Alberto Álvarez Bravo
31 de mayo de 2013
La Habana, Cuba – www.PayoLibre.com – A mi hermano de ideales, colega y
amigo Calixto Ramón Martínez Arias me unen lazos de camaradería, pero
los tratos crueles, inhumanos y degradantes que sufrimos juntos este 27
de mayo de 2013, consolidó y estrechó esta unidad espiritual.
No nos habíamos puesto de acuerdo, simplemente coincidimos en la
vivienda de Julio Ignacio León Pérez y Sara Marta Fonseca Quevedo;
cuando escampó, decidimos irnos juntos, aunque no íbamos hacia el mismo
destino.
Habíamos visto el operativo combinado de la llamada Policía Nacional
Revolucionaria y agentes de civil de la policía política que rodeaba la
vivienda del matrimonio opositor, pero no nos preocupan ni nos detienen
esos habituales alardes de fuerza de la dictadura castrista.
Después de habernos alejado poco más de dos cuadras de la mencionada
vivienda, fuimos secuestrados por hombres y mujeres vestidos de civil,
quienes nos introdujeron en un auto patrullero después de someternos a
cacheos, operación en la que nos abren las piernas a patadas hasta una
separación exagerada, mientras la cabeza la proyectan contra el vehículo
policial, a fin de degradarnos con una postura grotesca.
En el interior del vehículo nos esposan con las manos a la espalda,
intercambiando las de uno con las del otro, pareciéndonos a un par de
siameses; las esposas nos las aprietan hasta hacernos daño.
El vehículo parte, pero sólo describe un círculo hasta detenerse frente
al operativo; nos sacan a empellones, nuevo cacheo humillante en
presencia del público, sin haber hecho la mas mínima resistencia ni
considerar mi ancianidad y poco peso corporal. Otro patrullero hasta el
Reparto 1ro de Mayo, próximo a Santiago de las Vegas; durante todo el
trayecto, un esbirro coloca la cabeza de Calixto bajo su brazo, y lo
presiona con fuerza contra su muslo.
Ya en 1ro de Mayo, nos pasan a un tercer patrullero, no sin antes haber
sido halado por las esposas por el esbirro conocido por Volodia
(Vladimir González Zaldívar), quien ante mi negativa a responder a su
exigencia de que no volviera a Boyeros, me colocó de nuevo las esposas
con las manos a la espalda, apretándolas con el fin de causarme dolor.
Acto seguido, un uniformado me aplica una llave de estrangulación y me
introduce en el auto patrullero, donde somos conducidos a la Unidad del
Aeropuerto.
En el ínterin, supimos de la llegada del vuelo en que regresó a la
patria nuestra Berta Soler, a través de los walkie talkie de los represores.
Ya en esta Unidad, el mismo uniformado de la llave de estrangulación me
sometió a un nuevo cacheo vejaminoso, y ante mi pregunta de si no me
volvería a apretar el cuello, me puso las manos sobre la nuca,
apretándomelas con toda su fuerza; luego me proyectó la cabeza contra la
pared, provocándome un chichón y cefalea ligera hasta el siguiente día.
Al reclamar mis espejuelos -sin los cuales no tengo buena visión- me
dijeron los torturadores que los tenía en el bolsillo trasero del
pantalón; los habían partido a propósito, para causarme el mayor daño
posible; en efecto, esta rotura de mis espejuelos fue lo más dañoso para
mi, pues son los únicos que poseo, gracias a la buena voluntad de Laly
Sampedro, una hermana del exilio que me los envió a través de Laura Pollán.
Después fuimos trasladados para la 4ta Unidad, sita en Infanta y
Manglar, junto a los santiagueros Agustín y Reynaldo Ferrer (padre e
hijo), para ser liberados Calixto y un servidor a las doce de la noche;
los Ferrer quedaron en los calabozos, presumiblemente para ser
deportados a su ciudad de residencia.
Las torturas y vejaciones sufridas sólo hicieron fortalecer nuestra
determinación de dar lo que sea necesario para poner fin a la dictadura,
hoy encabezada por el "general musito" -cuya perversidad se hace
manifiesta a través de la actuación de sus matones a sueldo-, para
conocer personalmente a los Ferrer, y para consolidar y apretar los
lazos que ya me unían a Calixto Ramón Martínez Arias.
A pesar de estos malos cubanos, Cuba será libre.
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