Culeros desechables reciclados en Cuba
mayo 29, 2013
HAVANA TIMES — Ser madre es la cosa más grande que una mujer pueda
lograr. Al tener un hijo deseamos darle lo mejor, pero hoy día con la
economía en Cuba tan descompensada, las mujeres debemos convertirnos en
magas.
Casi toda la canastilla del bebé se compra en las tiendas en divisas a
un precio exorbitante teniendo en cuenta que el sueldo básico es de 250
pesos (10 cuc).
Ahora se usan los famosos culeros desechables o pamper. A simple vista
pudiéramos pensar que son una ayuda inmensa pues nos ahorran tiempo,
energías y principalmente dinero; aunque la cosa no es tan sencilla.
Mientras el bebé es pequeño sí da resultado: cuando la talla es chica el
paquete trae de 20 a 30 culeros; según aumenta la talla aumenta el
precio y disminuye la calidad.
Si el niño es como el mío, que con dos meses de nacido pesaba como uno
de cuatro meses, el bolsillo se afecta considerablemente. Por eso las
cubanas acudimos a la ingeniosidad que nos caracteriza: reciclamos para
poder ahorrar.
Les cuento cómo lo hacemos.
El culero ya usado por el niño se abre, se le quita el relleno, se lava
lo que queda y se pone a secar. Una vez seco, por donde se le sacó lo
que comúnmente también llamamos "tripa" (el relleno), se introducen dos
culeros de tela doblados en cuatro y, si por casualidad la parte que
antes tenía el pegolín pierde su efecto, usamos dos alfileres.
Se puede hacer esto las veces que el culero aguante el lavado y secado.
A veces en las tiendas venden las famosas "tripas", pero como son tan
demandadas enseguida se agotan.
Las nuevas "tripas" de tela que sustituyen a las antiguas, son fáciles
de lavar cuando se ensucian.
Podría asegurar que este método es utilizado por el 90% de las mujeres
cubanas.
Es muy cómodo saber que el niño está protegido, solo hay que tener
presente que en cuanto la criatura empiece a caminar y hablar, se le
debe retirar el culero para que pierda la costumbre y adquiera control
del esfínter.
Por desgracia no todas pensamos igual, he visto niños de hasta dos años
con culeros.
Yo también los usé con mi hijo, pero en cuanto cumplió los nueve meses
se los retiré y usaba los de tela o calzoncillos pequeños.
Con mucha paciencia y empeño Carlos dejó de orinarse encima a los diez
meses, así me ahorré un buen dinero. En la actualidad tiene once años y
aún conservo culeros de tela de esa época.
http://www.havanatimes.org/sp/?p=85869
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