Flechas y esponjas
Viernes, Septiembre 14, 2012 | Por René Gómez Manzano
LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -Una vez más se ha iniciado
un proceso de las llamadas elecciones castristas. Mientras que ahora
mismo se especula sobre cuáles serán los resultados en los Estados
Unidos y en la Venezuela chavista, en Cuba no cabe disquisición alguna
en ese sentido, pues el resultado está asegurado de antemano. Como diría
el difunto dictador Francisco Franco: "Todo está atado y bien atado".
De momento, los cubanos se enfrentan a la primera fase del titulado
proceso comicial: el de la determinación de los delegados a las
asambleas municipales. Se trata de la única etapa que, aunque con
grandes peros, merece la denominación de elecciones, ya que, de un modo
u otro, los ciudadanos pueden escoger entre varios candidatos.
Por supuesto, la validez —o, por mejor decir, la falta de ella— de este
proceso viene dada por el carácter público de las votaciones que se
realizan en las asambleas de vecinos encargadas de nominar candidatos.
Esto (nunca está de más destacarlo) bajo un sistema que se caracteriza
por la represión y el chantaje ejercidos de modo sistemático por la
policía política, el partido único y otros instrumentos del régimen
totalitario.
También en esta ocasión un ciudadano que ha hecho profesión de fe
contestataria se apresta a procurar su nominación como candidato. Si a
fines de la década de los ochenta fue Javier Roberto Bahamonde Massot
—quien se convirtiera meses después en defendido mío—, y si en las
pasadas elecciones fue el defensor de los derechos humanos Gerardo
Sánchez Santa Cruz, ahora recorre el mismo camino el conocido periodista
independiente Julio Aleaga Pesant.
Hace apenas unas horas leí una interesante entrevista hecha a él por el
joven colega Juan Carlos Linares, que publicó Cubanet. En el diálogo, el
comunicador alternativo con aspiraciones políticas narra algunos
antecedentes de su actual empeño, lo cual incluye la mención al par de
votos que obtuvo durante el anterior proceso de este tipo (exactamente
la mitad de los alcanzados por Gerardo).
Es digna de ser destacada la mención que el precandidato frustrado de
hace dos años y seis meses (quien ahora se apresta a renovar su intento)
hace a una circunstancia interesante: Con independencia del reducido
apoyo público alcanzado en aquella ocasión, el mero hecho de haberse
presentado como una alternativa provocó en sus vecinos —según afirma—
ciertas muestras de afecto.
Aleaga Pesant se deshace en elogios de su principal contendiente: un
coetáneo suyo que aspira a la reelección, y que, en esta sociedad
aherrojada por el miedo, tiene el aval de ser miembro del partido
oficialista, selectivo y único. No obstante, debo decir que esta
militancia no suele constituir un requisito sine qua non en estos
procesos de mínimo nivel: para no recibir el rechazo del régimen, basta
con que el aspirante sea "revolucionario", lo cual, en la neo-lengua
castrista, implica apoyar a ultranza el mantenimiento del statu quo.
Tiene razón el colega periodista cuando afirma que ve este nuevo empeño
como "un gran desafío". Yo apenas puntualizaría que este reto es tal
sólo para él; no para el laborioso profesional universitario que se le
enfrenta, quien, aunque en el plano personal no desee que sea así, acude
a la lid con las cartas marcadas y otras ventajas tramposas.
Este lance me hace recordar la anécdota del emperador romano Cómodo, que
puso fin a la dinastía de los antoninos. Se cuenta que una de las
actividades favoritas de ese tirano era presentarse en el circo
disfrazado de Hércules y abatir a flechazos a menesterosos capitalinos
recogidos por la fuerza pública y armados con esponjas que eran
obligados a lanzarle como si fuesen piedras…
Para decirlo con la frase popular de hoy, se trata de una nueva versión
de la pelea entre un león y un mono amarrado. Desde ahora barrunto en
apoyo de quién levantarán sus manos los acoquinados vecinos cuando, ante
la mirada escrutadora y descarada de "los factores" y de los agentes de
la policía política, tengan que definir su escogencia entre "un miembro
de nuestro glorioso Partido" y "el disidente del barrio".
De todos modos, quisiera estar equivocado. Ojalá que en la calle Primera
del Vedado habanero haya una explosión de civismo, y que el colega
Aleaga Pesant pueda alcanzar el éxito en su casi imposible empeño y
servir a su comunidad con responsabilidad, según su deseo. En cualquier
caso, si no alcanza a lograrlo y si sólo llegara a obtener —digamos—
tres votos, siempre le quedará el consuelo de saber que el apoyo público
de sus conciudadanos creció en un notable 50 por ciento.
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sábado, 15 de septiembre de 2012
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