Sociedad
Desventuras y aventuras de los jubilados
Fernando Dámaso
La Habana 14-09-2012 - 10:25 am.
La longevidad, la emigración juvenil y la baja natalidad agudizan la
crisis demográfica. En 2035 la población cubana habrá descendido en
cerca de medio millón de personas.
Cada trabajador aspira, al llegar a la edad de jubilación, a retirarse
con una asignación económicamente adecuada a sus años de labor, un
ingreso que le permita enfrentar decentemente lo que le resta de vida,
disfrutar lo mejor posible, tanto en familia como viajando, asistiendo a
actividades culturales y deportivas, departiendo con amigos, descansando…
Esto sucede, por lo general, en la mayoría de los países. En Cuba,
desgraciadamente, a pesar de las loas y de la propaganda a la denominada
seguridad social, la realidad difiere bastante de las palabras que se
dicen y escriben.
De acuerdo a los datos dados a conocer este año por las autoridades, la
jubilación media mensual se sitúa en 255 pesos en moneda nacional (el
equivalente a unos 12 dólares), cifra que resulta insuficiente, no ya
para vivir, sino para sobrevivir, teniendo en cuenta los precios de los
artículos de consumo y de los servicios mínimos necesarios.
Esta situación hace que los jubilados, en lugar de autofinanciar sus
necesidades, constituyan una carga para las familiares (en caso de que
éstos existan) o, si se encuentran solos, estén obligados a tener que
continuar trabajando en alguna actividad alternativa, para aumentar sus
recursos. Estos son los ancianos y ancianas que vemos vendiendo bolsas
plásticas, cigarrillos, pasta de dientes, caramelos caseros, etcétera, o
revendiendo periódicos, revistas y otros artículos en las calles de
nuestros pueblos y ciudades.
Para más complicación de la vida, quienes realizan el cobro de su
jubilación mediante chequeras (talonarios anuales con cupones
mensuales), si lo hacen en un banco, deben dedicar bastante tiempo de
espera en largas colas, debido a el servicio se presta en un mínimo de
cajeros, o a que con frecuencia falta el fluido eléctrico y el servicio
se suspende o se ralentiza.
Si lo cobran en una CADECA (Casa de Cambio), las colas serán parecidas,
pudiendo faltar la energía eléctrica o no existir efectivo.
Por su parte, quienes realizan el cobro mediante tarjetas magnéticas,
además de la cola ante el cajero automático, pueden encontrarse con que
éste no funcione o carezca de dinero.
Lo interesante es que los días a partir de los cuales comienza el cobro,
se fijan por meses para cada año (¡maravillas de la planificación
socialista!), de manera que todos los responsables los conocen con
suficiente antelación. Por ello, resulta incomprensible que estos
desajustes se produzcan mensualmente, atentando contra jubilados que,
con sus recursos mínimos ya agotados, esperan con ansiedad el primer día
del cobro para poder respirar, al menos por unos pocos días.
Las culpas, como siempre, se pelotean entre el banco que no situó el
dinero, SEPSA (un servicio de protección y seguridad) que no lo
trasladó, la empresa eléctrica que retiró el servicio (precisamente en
día de cobro) por mantenimientos, y los cajeros automáticos que no
funcionan.
Sin embargo, las desventuras se concentran todas en un solo sujeto: los
jubilados.
El futuro, peor
Como la cifra de jubilados aumenta cada año (ya en el 2011 las personas
con 60 años o más constituían el 18,1% de la población), y la población
continúa disminuyendo (entre 2001 y 2010 abandonaron el país casi
341.000, y la tasa anual de crecimiento de la población por mil
habitantes ha disminuido del 13,3 en 1970 al 0,6 en el 2011), en un
ambiente de penuria generalizada y sin perspectivas reales de una pronta
mejoría, las desventuras deberán agravarse.
Con las previsiones publicadas tanto por el Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD) como por la Oficina Nacional de
Estadísticas de Cuba (ONE), donde se prevé una tasa global de fecundidad
(hijos por mujer) hasta 2015 de 1,5 (la más baja de América Latina), y
una tasa bruta de reproducción (hijas por mujer) de 0,79, la cual no
asegura el reemplazo natural, el futuro no se avizora nada halagüeño.
Según la ONE, la población cubana en 2035, en comparación con 2011,
habrá decrecido en 478.544 habitantes, los comprendidos entre 15 y 59
años de edad serán 1.685.281 menos, y los de 60 años o más, 1.634.123
más. Esto significa que, entre 15 y 59 años de edad, habrán 5.613.982
habitantes (52,2%) y, con 60 años o más, 3.648.787 (33,9%). El resto de
la población estará constituida por los menores de 14 años.
El problema demográfico se ha creado, al unirse la longevidad (un
fenómeno positivo) con la emigración constante de los más jóvenes y la
baja natalidad (dos fenómenos negativos), sin que las autoridades,
durante más de cincuenta años, hayan tomado medidas políticas,
económicas y sociales efectivas para enfrentarlo.
Si no se producen cambios profundos que estimulen a los cubanos a no
marcharse del país y a que las parejas a tener hijos y poder criarlos y
verlos crecer en un ambiente de paz y sosiego, sin imposiciones ni
traumas, no habrá solución.
Hasta el momento, todo parece indicar que jubilarse continuará siendo
una riesgosa e impredecible aventura.
http://www.diariodecuba.com/cuba/13006-desventuras-y-aventuras-de-los-jubilados
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