martes, 11 de septiembre de 2012

Cuando la virgen llora

Cuando la virgen llora
Martes, Septiembre 11, 2012 | Por Leonardo Calvo Cardenas

LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -Una vez más el día de la
virgen de la Caridad, patrona católica de Cuba, fue escenario de una
escalada represiva que se ensañó contra los activistas de derechos
humanos que a lo largo de la jornada se dispusieron a participar de las
actividades litúrgicas que conmemoran al máximo símbolo religioso nacional.

En esta ocasión, precisamente al cumplirse cuatrocientos años de la
aparición de la virgen el diseño represivo no consistió solo en
introducir agentes en el templo, además de acosar, golpear o
eventualmente detener a los activistas que se manifestaran en el marco
de las celebraciones.

Al parecer, amparados en la patente de corso que les ha otorgado la
siempre anti popular jerarquía católica, las autoridades cubanas se
abrogaron el increíble derecho de impedir la entrada de los activistas a
la iglesia de la Caridad en la populosa barriada de Centro Habana. Más
de sesenta detenidos provocó la absurda prohibición de quienes en su
momento apedrearon las iglesias y ahora quieren actuar como si fueran
sus dueños absolutos. Como era de esperar varios opositores se negaron a
dar el ignominioso paso atrás y enfrentaron las consecuencias represivas
de su firmeza.

Cuál no sería mi sorpresa cuando al llegar, al filo del mediodía, a las
inmediaciones del templo consagrado a la también llamada virgen mambisa,
junto a Guillermo Ordoñez Lizama, secretario ejecutivo del Observatorio
Ciudadano contra la Discriminación OCD, con el objetivo se asistir a la
misa de 12 m fuimos interceptados por un nutrido contingente de agentes
y oficiales de la policía política que en forma impositiva y
descompuesta nos "informaron" que no había iglesia para nosotros.

Ante tan inaceptable prohibición Ordoñez Lizama y el que suscribe
reaccionamos primero enérgicamente reafirmando nuestro derecho y
disposición de acceder al templo. Ante nuestra airada protesta se
aglomeraron en la vía pública cientos de vecinos, transeúntes y
peregrinos para ser testigos de un enfrentamiento tan violento como
inevitable.

No puedo olvidar a la señora de mediana edad que increpó violentamente
al oficial que discutía conmigo para gritarle enérgicamente "no lo vayas
a tocar, no lo vayas a tocar". Mientras la confrontación se hacía más
dura y aparecían nuevos represores un rosario de consignas
antigubernamentales y pro democráticas acompañaban nuestro desafío, sin
embargo el clímax de violencia sobrevino cuando los oficiales se
dispusieron a introducirnos por la fuerza en el automóvil del llamado
"teniente coronel Camilo", quien gritaba despavorido "al carro no, con
el carro no" ante nuestra violenta reacción.

A duras penas, ante el tráfico detenido por la confusión y la
aglomeración de personas fuimos conducidos a la estación de policía más
cercana, dejando atrás la evidencia palpable de la falsedad rampante del
supuesto "pueblo indignado" que espontáneamente defiende la revolución,
porque ni uno solo de los ciudadanos allí presentes hizo una sola
manifestación contra nosotros y nuestros actos.

El resto de la historia es bastante recurrente, trato correcto por parte
de la policía nacional, más enfrentamiento verbal con los esbirros de la
policía política, bastantes amenazas de procesamiento judicial por los
"delitos" cometidos, varias horas en un calabozo de La Habana junto a
otros activistas detenidos y posterior liberación sin más consecuencias
ocho horas después del suceso. Al arribar Ordoñez Lizama al barrio,
donde precisamente reside, fue abordado por muchos testigos del hecho
que le han manifestado su admiración, respaldo y preocupación.

Esta nueva manifestación de pánico de estado era innecesaria para
demostrar la naturaleza criminal y la debilidad de un gobierno que solo
se sostiene a base de terror, mentiras y chantajes.

Sin embargo hechos como este nos obliga a preguntar hasta donde va a
llegar la degradación moral y ética de la jerarquía católica en Cuba.
Tal vez su ilustrísima eminencia el Cardenal Ortega piense que todos los
represaliados del pasado sábado somos vulgares delincuentes y merecemos
tales tratos, pero lo que debía admitir este príncipe al que le sobran
afeites y le falta decoro es que cuando un hombre no está a la altura de
la misión trascendental que le impone el destino y su compromiso con la
fe, lo mejor que hace es abdicar de su investidura antes de convertirse
en una vergüenza para Cuba y para su iglesia, aunque para esto último ya
es demasiado tarde.

Admitir con esa actitud sumisa y cómplice que ciudadanos, creyentes o
no, sean injustamente reprimidos a la puerta de los templos sin decir
una sola palabra de protesta ofende a la virgen que dicen honrar, a esa
madre que ha acompañado a todos los cubanos, creyentes o no, en sus
luchas vicisitudes y esperanzas. Por suerte en Cuba hay sacerdotes de
la estirpe del padre José Conrado, siempre dispuesto a hacer valer su
compromiso con la verdad y la justicia, aun en las más graves
circunstancias.

Al momento de ser separados en el depósito de detenidos de la estación
de policía de la populosa calle Zanja, Ordoñez Lizama y yo reafirmamos
en un apretado abrazo la satisfacción mutua ―pasara lo que pasara― de
haber luchado juntos por la justa causa que nos une. Horas después al
reencontrarnos en la penumbra de la céntrica calle Reina en un apretado
abrazo sellamos el compromiso de asistir cada ocho de septiembre a la
misa de 12 m, para reafirmar ―pase lo que pase― nuestro compromiso
indeclinable con la libertad de los hombres ante la mirada de la madre
de todos los cubanos quien, a pesar de los falsos profetas que desde el
gobierno o el pulpito entierran a nuestra sufrida nación, de seguro nos
contempla orgullosa.

elical2004@yahoo.es

http://www.cubanet.org/articulos/cuando-la-virgen-llora/

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