Nuevo engendro del régimen
Jueves, Julio 26, 2012 | Por Jorge Olivera Castillo
LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -Ante el declive de las tradicionales labores de vigilancia y control por parte de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), las instancias municipales del Partido, las Milicias de Tropas Territoriales y la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, entre otras, se ha anunciado recientemente la entrada en acción de los estudiantes que cursan la carrera de Derecho en la Universidad de La Habana.
En teoría, debería esperarse una reducción del delito a partir de la acción de cientos de futuros abogados, fiscales o notarios, previamente entrenados para desarticular redes de corrupción, y al menos reducir el profuso universo de indisciplinas sociales e ilegalidades que se han establecido en todo el territorio nacional.
Es obvia la crisis de confianza que existe a nivel institucional, algo que marca las pautas de la inviabilidad de un sistema al cual se le atribuyeron facultades paradigmáticas. El arquetipo revolucionario construido en la mayor de las Antillas, comienza y termina en el absurdo. Sobran experiencias para poner el paradigma entre signos de interrogación.
Por terquedad, ligereza, prepotencia o ineptitud, los encargados de buscar las soluciones para los graves problemas existentes, vuelven a colocar su interés en las consecuencias, antes que enfocarse en las causas.
Ahora, con la “colaboración” de los alumnos de la Facultad de Derecho, se pretende remediar lo que surgió como resultado de un ambiente de censuras, prohibiciones y decretos, todavía presentes a pesar de la tibia apertura económica, y que seguramente permanecerán entre los perfiles de un gobierno que no puede prescindir totalmente de su condición autoritaria, ni de su base corrupta.
Abjurar de estos derroteros, equivaldría a un suicidio de la clase política que en Cuba perdura gracias a la represión y a la supeditación de los deseos y necesidades de todos los ciudadanos a los dictados del partido comunista.
Los hechos demuestran que es imposible lograr resultados positivos usando tácticas que terminan estimulando el problema, en vez de erradicarlo.
El deterioro moral y ético, a lo que habría que añadir la cada vez mayor apatía, es de tal magnitud que cualquier medida implementada se diluye en reproducciones de las mismas variantes de la crisis. En sus primeras etapas, los planes parecen funcionales, pero rápidamente el tiempo se encarga de echar por la borda los pronósticos de éxito.
Todavía recordamos la movilización de cientos de jóvenes, pocos años atrás, para ponerle fin al robo de combustible en las gasolineras del Estado y otras actividades ilícitas altamente lucrativas. ¿De qué sirvió el abierto apoyo del entonces mandatario Fidel Castro a una gestión que a los pocos meses mostraba un número superior de hechos ligados a la corrupción?
Mientras persista la modorra oficial frente a la necesidad de llevar a cabo una urgente renovación total de las estructuras de poder, sin dejar fuera ningún parámetro que afecte la vida de los cubanos, se repetirán las mismas fórmulas que han demostrado su ineficacia, por estar centradas en el golpe de efecto, la improvisación y la superficialidad, sin ir jamás a la raíz de los hechos.
La llamada actualización del socialismo no es más que un galimatías que hace dudar del supuesto pragmatismo que se le atribuye a Raúl Castro. Es lógico pensar, ante la repetición de los disparates, que los cambios reales hay que imaginarlos en un post-castrismo que aún no se perfila en una mirada a corto plazo.
La nueva acción que implica a alumnos pertenecientes a la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), como baluartes en la lucha contra el desorden social y laboral, es solo una manera más de ganar tiempo. Su fracaso se puede adelantar sin temor a equivocaciones. Porque el relajo es inmune a cualquier arma forjada en los talleres del partido comunista.
oliverajorge75@yahoo.com
http://www.cubanet.org/articulos/nuevo-engendro-del-regimen/
Jueves, Julio 26, 2012 | Por Jorge Olivera Castillo
LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -Ante el declive de las tradicionales labores de vigilancia y control por parte de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), las instancias municipales del Partido, las Milicias de Tropas Territoriales y la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, entre otras, se ha anunciado recientemente la entrada en acción de los estudiantes que cursan la carrera de Derecho en la Universidad de La Habana.
En teoría, debería esperarse una reducción del delito a partir de la acción de cientos de futuros abogados, fiscales o notarios, previamente entrenados para desarticular redes de corrupción, y al menos reducir el profuso universo de indisciplinas sociales e ilegalidades que se han establecido en todo el territorio nacional.
Es obvia la crisis de confianza que existe a nivel institucional, algo que marca las pautas de la inviabilidad de un sistema al cual se le atribuyeron facultades paradigmáticas. El arquetipo revolucionario construido en la mayor de las Antillas, comienza y termina en el absurdo. Sobran experiencias para poner el paradigma entre signos de interrogación.
Por terquedad, ligereza, prepotencia o ineptitud, los encargados de buscar las soluciones para los graves problemas existentes, vuelven a colocar su interés en las consecuencias, antes que enfocarse en las causas.
Ahora, con la “colaboración” de los alumnos de la Facultad de Derecho, se pretende remediar lo que surgió como resultado de un ambiente de censuras, prohibiciones y decretos, todavía presentes a pesar de la tibia apertura económica, y que seguramente permanecerán entre los perfiles de un gobierno que no puede prescindir totalmente de su condición autoritaria, ni de su base corrupta.
Abjurar de estos derroteros, equivaldría a un suicidio de la clase política que en Cuba perdura gracias a la represión y a la supeditación de los deseos y necesidades de todos los ciudadanos a los dictados del partido comunista.
Los hechos demuestran que es imposible lograr resultados positivos usando tácticas que terminan estimulando el problema, en vez de erradicarlo.
El deterioro moral y ético, a lo que habría que añadir la cada vez mayor apatía, es de tal magnitud que cualquier medida implementada se diluye en reproducciones de las mismas variantes de la crisis. En sus primeras etapas, los planes parecen funcionales, pero rápidamente el tiempo se encarga de echar por la borda los pronósticos de éxito.
Todavía recordamos la movilización de cientos de jóvenes, pocos años atrás, para ponerle fin al robo de combustible en las gasolineras del Estado y otras actividades ilícitas altamente lucrativas. ¿De qué sirvió el abierto apoyo del entonces mandatario Fidel Castro a una gestión que a los pocos meses mostraba un número superior de hechos ligados a la corrupción?
Mientras persista la modorra oficial frente a la necesidad de llevar a cabo una urgente renovación total de las estructuras de poder, sin dejar fuera ningún parámetro que afecte la vida de los cubanos, se repetirán las mismas fórmulas que han demostrado su ineficacia, por estar centradas en el golpe de efecto, la improvisación y la superficialidad, sin ir jamás a la raíz de los hechos.
La llamada actualización del socialismo no es más que un galimatías que hace dudar del supuesto pragmatismo que se le atribuye a Raúl Castro. Es lógico pensar, ante la repetición de los disparates, que los cambios reales hay que imaginarlos en un post-castrismo que aún no se perfila en una mirada a corto plazo.
La nueva acción que implica a alumnos pertenecientes a la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), como baluartes en la lucha contra el desorden social y laboral, es solo una manera más de ganar tiempo. Su fracaso se puede adelantar sin temor a equivocaciones. Porque el relajo es inmune a cualquier arma forjada en los talleres del partido comunista.
oliverajorge75@yahoo.com
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