Publicado el miércoles, 07.18.12
Las tentaciones del castrismo
Nicolás Pérez
La frase más inteligente y sibilina pronunciada por una personalidad
extranjera con respecto a Cuba la dijo el Papa Juan Pablo II en su
visita a la isla en 1998: "Que Cuba se abra al mundo y que el mundo se
abra a Cuba". Y las dijo porque aquel sabio intuía que al igual que el
drama de Hamlet era ser o no ser, el del castrismo es abrir o cerrar.
Tanto las tentaciones sexuales como las políticas son peligrosas y el
castrismo siempre ha sido tentado por el demonio con la posibilidad de
escoger entre seguir con su fiesta antiimperialista o hacer relaciones
con Estados Unidos, entre recibir remesas del exilio o cortar todo
vínculo con sus enemigos naturales, en una actitud de ambivalencia
típica de un niño pequeño en su etapa oral.
En cierta época hubo intentos de acercamiento de parte y parte. La más
notable en los tiempos de Jimmy Carter, cuando Fidel Castro supuso que
en un intercambio de abrazos con Washington él sería el gavilán y el
Manisero la paloma. Había llegado el ex gobernador de Georgia a la
presidencia de Estados Unidos pidiéndole consejos sobre política
exterior, según su propia confesión, a su hija Amy, de 8 o 9 años, y
entraba hablando en una lengua muerta para el castrismo, quién sabe el
copto, sobre un nuevo y nebuloso término difícil de digerir para ellos
que Carter llamaba esotéricamente respeto a los derechos humanos. El
presidente indudablemente tenía una cara de tonto bien administrada,
gramos de experiencia y toneladas de ingenuidad, pero su maní no era
garapiñado, tenía sal. Porque La Habana dio su primer gran salto al
vacío y el tiro le salió por la culata. Intentó acercarse al imperio, y
en 1976 revitalizó la Sección de Intereses de Estados Unidos en Cuba,
liberó a 2,400 presos políticos y permitió que los exiliados, gusanos
convertidos en mariposas, entraran en la isla cargados de dólares,
regalos, fotos de carros de último modelo y de la fastuosa boda de la
prima Panchita, nacida y criada en el barrio marginal del Palo Cagao, y
todos muy solidarios con la situación trágica de los parientes
famélicos. Coyuntura más desestabilizadora que la colocación de 100
bombas en una sola noche en La Habana por el anticastrismo violento,
porque el acercamiento del exilio con los ciudadanos de la isla no
obedece a la política ni a la economía, sino a la emotiva fuerza de la
sangre.
Por favor, recordemos. Las visitas de exiliados fueron de un gran
impacto. Y como las antenas del totalitarismo son largas se detectó
inmediatamente que el bote hacía agua. Castro rompió la luna de miel con
Washington interviniendo en Angola. Pero demasiado tarde, solo habían
transcurrido 4 años desde la reunión de Fidel con los miembros del
Comité de los 75 liderados por Bernardo Benes cuando 125,000 cubanos
entran a la fuerza en la Embajada del Perú, y seguidamente, se produjo
la Crisis del Mariel y el castrismo sufrió una crisis internacional de
credibilidad.
Pero el comunista es un animal que no tropieza con la misma piedra dos
veces. Cuando Bill Clinton comenzó a hacerle carantoñas a Castro,
derribaron las avionetas de Hermanos al Rescate y Clinton respondió
firmando la Ley Helms Burton. Con Barack Obama más de lo mismo: a la
primera concesión de la Casa Blanca, la Seguridad del Estado encarceló a
Alan Gross. Y es sorprendente como presidentes latinoamericanos piden
hipócritamente el levantamiento de un embargo de cartón piedra cuando es
evidente que eso lo rechazaría La Habana y respondería con otra acción
de guerra para que el gesto norteamericano de buena voluntad abortase.
Con la lección aprendida, los Castro han elaborado un decálogo que reza:
cero acercamiento con el imperio, cero conversaciones de ningún tipo,
cero acuerdos, y en cuanto a medidas con respecto a las importaciones de
productos comerciales de personas que viajan a la isla o el envío de
remesas, caminar en puntillas, abrir un milímetro hoy y cerrar un
milímetro y un décimo mañana o viceversa. No existen las reformas que
algunos cacarean, la actualización del modelo castrista es una ridícula
farsa.
Por otra parte existen las mulas, se declaran exiliados cuando pisan
Miami y al año y un día regresan a Cuba cargados de mercancía con fines
económicos. Y es una desvergüenza que este exilio gaste cuatro mil
millones de dólares al año en visitas y remesas con lo cual ayudamos a
que se mantenga una brutal dictadura.
Pero advierto algo, jamás se me ocurriría visitar la isla para bañarme
en la playa de Varadero o para acostarme con una jinetera, pero de
corazón les digo, que si tuviera un padre o un hijo en Cuba, iría a
verlos al mismísimo infierno, y jamás permitiría que pasaran una gota de
hambre y miseria.
Nicop32000@yahoo.com
http://www.elnuevoherald.com/2012/07/18/1253665/nicolas-perez-diaz-arguelles-las.html
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