domingo, 1 de abril de 2012

Tras la visita del Pontífice

Publicado el domingo, 04.01.12

Tras la visita del Pontífice
Oscar Elías Biscet

No me opuse a la visita del Papa Benedicto XVI a mi país. Aun convencido
de que no esperaría palabra de solidaridad con aquellos que llevamos
muchos años en la búsqueda de la libertad para la nación cubana.

La disidencia en Cuba se enfrenta a un sistema totalitario estalinista
con todos los recursos a su disposición para frenar o aniquilar
cualquier acto de rebeldía en la búsqueda de los derechos humanos
fundamentales de los cubanos. Quienes levantan su voz en contra de la
justicia son vituperados y ultrajados en sus medios masivos de difusión.

El sistema carcelario, las torturas y el paredón de fusilamiento serían
las cuotas obligadas para esos valientes contestatarios.

No abundaré en los vergonzosos actos de la jerarquía de la Iglesia
Católica cubana. Al llamar a la policía política y expulsar por la
fuerza a un grupo de personas que confiaron en su caridad y se
refugiaron en su seno para reclamar libertades básicas para sus
conciudadanos.

Tampoco por la falta de no tributarles misas a los mártires Orlando
Zapata Tamayo, Juan Wilfredo Soto, Laura Pollán y Wilmar Villar. Las
complicidades de las iglesias cubanas con la dictadura castrista son tan
evidentes que solo con su silencio cruel han asesinado durante años las
esperanzas de libertades del pueblo cubano.

Las palabras de Benedicto XVI durante su estancia en Cuba fueron de
mucha precaución para evitar desavenencias con la cúpula castrista.

En la misa de Santiago de Cuba, un ciudadano sencillo se lo recordó en
alta voz y fue golpeado y detenido por la policía política. Esa muestra
de violencia extrema ante su eminencia Benedicto XVI se había realizado
a la vista del pueblo antes y durante su visita.

En las diferentes homilías en esta visita papal no hubo palabras de
aliento para estos valientes pacificadores y perseguidos. Fueron
olvidadas las bienaventuranzas de Jesucristo.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos
serán saciados. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de
la justicia porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados
los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Jesucristo fue un extremista de la filosofía del amor. Dispuso amar al
enemigo y orar por los que nos odian. Existen personas con conductas
aberrantes condenadas por siempre, como aquellos ángeles que guardan
prisión perpetua hasta el juicio final. El evangelio nos recuerda que no
debe haber fusión entre el bien y el mal. Los malos deben arrepentirse
para el perdón y la reconciliación.

En el caso de Cuba deberían salir del poder todos los relacionados con
hechos de sangre, como crímenes de inhumanidad y de genocidio, y tomarse
medidas que garanticen las libertades básicas de todos los cubanos sin
excepciones. Y también el establecimiento de un gobierno provisional con
todas las fuerzas democráticas del país. Entonces podremos iniciar un
proceso hacia la transición democrática.

En varias ocasiones he indicado que la Iglesia Católica cubana puede y
debe actuar como mediador en todo proceso de libertad y de democracia
para el pueblo cubano. Hoy no lo niego pero sugiero con bondad que
primero debe reestructurarse la jerarquía de la Iglesia con personas que
den el ejemplo de la prédica cristiana de Pérez Serantes, Pedro Meurice
y otros buenos sacerdotes católicos que pudieran llamarse los cardenales
del pueblo. Así se recuperaría la confianza en la milenaria institución.

Entre los mediadores no olvidaremos a los sacerdotes protestantes y
evangélicos. Ellos podrían participar como institución en la formación
de un comité de pastores. Esto aseguraría un balance justo y equilibrado
en las negociaciones del camino hacia un estado de derecho democrático.

Dios es la libertad absoluta. Asimismo es poder, sabiduría, majestad,
amor y gloria. Para él, no hay nada imposible. Por esto esperamos y
actuamos en él en la promoción para nuestra nación de una sociedad libre
donde predomine para el bien de todos su triada básica: cristianismo,
comercio y civilización.

Presidente de la Fundación Lawton de Derechos Humanos.

http://www.elnuevoherald.com/2012/04/01/1166604/oscar-elias-biscet-tras-la-visita.html

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