Rusia, la nueva ruta cubana a la libertad
Crece el número de isleños que intenta llegar a España huyendo de la
dictadura
MANUEL TRILLO
26/02/2017 02:06h - Actualizado: 26/02/2017 02:07h
Comparado con la mayoría de cubanos, José Alberto Pérez era un
privilegiado. Licenciado en Matemáticas e Informática en Volvogrado
(antigua Stalingrado), prosperó como «cuentapropista» (autónomo),
importando ropa de Rusia. Pero una nueva norma limitó en 2014 la
cantidad de mercancía que podía introducir y su negocio se fue a pique,
de modo que decidió quedarse en Rusia. Entonces empezaron los problemas
en ese país: conflicto en Ucrania, subidas de precios y el rublo por los
suelos. Además, su matrimonio con una rusa se rompió. Así fue como
decidió venir a España.
Casi dos años después de emprender el viaje, rememora su odisea, similar
a la de numerosos cubanos que, para escapar de la miseria y la falta de
libertades, han viajado en los últimos años hasta España vía Rusia,
donde no se les exige visado. La cantidad de isleños que toman esa ruta
puede dispararse tras la cancelación por Barack Obama de la política de
«pies mojados, pies secos», por la que EE.UU. permitía quedarse a los
que alcanzasen su territorio. De hecho, se está deportando a cientos de
ellos. «Como están desesperados por salir de Cuba, muchos van a tratar
de venir a España por Rusia», reconoce José Alberto.
Varados en la fría Serbia
Sin embargo, este itinerario también se ha complicado después de que en
septiembre de 2015 Hungría, para frenar el flujo de refugiados sirios,
sellara la frontera con Serbia, puerta de entrada a la UE. Decenas de
cubanos llevan meses varados en territorio serbio, en medio de un
paisaje nevado muy distinto a la cálida Cuba que dejaron atrás. Según el
Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), 168
permanecen en centros de retención de ese país de la antigua Yugoslavia.
«Decidimos abandonar Cuba porque no había libertad. Estábamos cansados
de la represión, era demasiado», declara a Reuters Tania Hernández, que
se trasladó a Serbia junto a su familia el pasado mes de agosto tras
vender su vivienda en La Habana y cree que viajar España resulta más
sencillo que entrar en EE.UU.
En el caso de José Alberto Pérez, de 47 años, su aventura comenzó el 5
de marzo de 2015. Ese día tomó un vuelo de Moscú a Belgrado, llevando un
billete de vuelta y una reserva de hotel falsos para fingir que solo iba
de visita. «En Moscú hay cubanos que hacen negocio con esto y te meten
en la cabeza que te van a dar asilo», asegura.
Se dirigió con tres compatriotas a la ciudad fronteriza de Subótica e
intentó entrar en Hungría a través del bosque. Una patrulla los capturó
a 150 metros de la línea divisoria. «Se asombraron de que fuéramos
cubanos, porque por allí solían cruzar pakistaníes o afganos. Nunca
habían detenido a un cubano». Tras un juicio rápido, les dieron cinco
días para abandonar el país. «Pero a esas alturas ya no queríamos
regresar a Rusia, y a Cuba mucho menos, así que volvimos a intentarlo»,
continúa su relato.
Contactaron con un «coyote» serbio llamado «El hermano», que por 150
dólares les guió para atravesar la frontera. Les llevó a una casa
abandonada y les dejó de madrugada ante una valla. Saltaron esa y otras
dos alambradas y, arrastrándose por campos de cultivo y maleza,
penetraron en Hungría. Caminaron diez kilómetros hasta encontrar a unos
policías a los que dijeron que querían asilo.
En pésimas condiciones
Tras pasar por un par de albergues, les llevaron a un campo de
refugiados en Debrecen, donde las condiciones higiénicas eran
deplorables. «Yo contraje fiebre, tenía 40 grados, y no me dieron ningún
tipo de atención», recuerda. Allí coincidió con más cubanos y supo que
en Hungría no les concedían asilo, ni siquiera a quienes militaban en
organizaciones disidentes. En cambio, se corrió la voz de que en la
República Checa se lo daban a todos. Así que se fue a Budapest y de allí
hasta la ciudad checa de Brno, en cuyas cercanías había otro campamento.
«No tenía nada que ver con el de Hungría, era como un hotel», señala.
Allí se juntaron hasta 45 cubanos, pero también les denegaron el asilo
por haberlo pedido antes en otro país. Las autoridades les ofrecieron
una salida: si escapaban del campamento sin que la policía los
detuviera, a los 18 meses podían volver y se les concedería. Así que
muchos se marcharon.
Buena parte de ellos cogieron rumbo a España. José Alberto fue a Viena y
de ahí a Milán, Marsella, Montpellier y Figueras, desde donde viajó a
Madrid gracias a unos allegados cubanos que viven en la capital. Una
mujer que había cruzado con él la frontera serbio-húngara acabó yendo en
2016 a EE.UU., donde le esperaba su pareja, con lo que recorrió medio
mundo para acabar a solo 150 kilómetros de Cuba.
El número de solicitantes cubanos de asilo en España se duplicó el
pasado año hasta los 80, según cifras provisionales del Ministerio del
Interior, aunque llegan muchos otros que no piden ese estatus. Uno de
ellos es José Alberto Pérez. Tiene planes de boda en Fuenlabrada con su
actual pareja española, Cristina, aunque de momento sigue en situación
irregular y no puede trabajar de forma legal.
Source: Rusia, la nueva ruta cubana a la libertad -
http://www.abc.es/internacional/abci-rusia-nueva-ruta-cubana-libertad-201702260206_noticia_amp.html
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